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19 de marzo de 2024

Roselle con el dueño Michael Hingson

Roselle con su dueño, Michael Hingson

Picotazos de historia

Roselle, la perrita que salvó a más de una treintena de personas el 11-S

Humo, gritos, pánico, incertidumbre... únicamente la perrita Roselle mantuvo la calma. Esta se incorporó tranquilamente y ayudó a su amo a llegar a la entrada de las escaleras B de una de las Torres Gemelas

Los atentados llevados a cabo por el grupo terrorista Al Qaeda el 11 de septiembre del año 2001 marcaron el inicio de una nueva era cuanto al terrorismo se refiere. Ese día, tomando los atentados a las Torres Gemelas, el Pentágono y el frustrado por el pasaje del vuelo 93 de la United Airlines como una unidad, murieron 2996 personas y más de veinticinco mil sufrieron heridas, sin contar con las perdidas económicas por valor de más de diez mil millones de dólares.
Esa mañana Michael Hingson había ido a su trabajo, como todos los días, en la planta 78 de la torre norte del World Trade Center. Michael trabajaba como comercial en una empresa de ordenadores y era un empleado apreciado por sus superiores, a pesar de contar con un ligero hándicap: era ciego. Desde hace años Michael Hingson se beneficiaba de la ayuda de los perros guía o perros lazarillo. Ese día tenía junto a él a Roselle, una perrita de raza Labrador o perdiguero de Labrador de pelaje color crema clara y de tres años de edad. El animal estaba durmiendo bajo la mesa de trabajo de Michael Hingson cuando, a las 8:46 a. m. uno de los aviones impactó en la Torre Norte entre las plantas 93 y 99, cortando todo medio de evacuación (ascensores, escaleras) entre esa zona y las inferiores. Pueden imaginarse el pandemónium que se organizó: humo, gritos, pánico, incertidumbre... únicamente la perrita Roselle mantuvo la calma.
Tranquilamente, se incorporó y ayudó a su amo a llegar a la entrada de las escaleras B del edificio. Hingson tenía plena confianza en su guía y avisó a gritos que el animal le conducía a la salida y que había que evacuar la planta. Sin prisas, pero sin pausa alguna, Roselle guió a un grupo de más de treinta personas, algunos de ellos heridos, en el espeluznante descenso de 1463 escalones, a lo largo de 78 plantas del edificio. Tardaron poco más de una hora en salir y el único momento en que Roselle interrumpió el descenso fue para saludar –ladrando y lamiendo las manos– a los bomberos que ascendían por las escaleras y que fallecerían durante el colapso del edificio. Ese día había otro perro guía en la Torre Norte –Salty– también de la misma raza, que consiguió salvar a su amo y a cuatro personas más.
Roselle murió el 26 de junio de 2011 por una úlcera estomacal.
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