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20 de abril de 2024

El islote visto desde la costa marroquí

El islote visto desde la costa marroquí

20 años

El limbo jurídico de la soberanía entre España y Marruecos: ¿de quién es la isla de Perejil?

Sin estar ocupada y sin estar mencionada en ningún tratado internacional, la isla fue apetecida en varias ocasiones

En 1936 Enrique Arqués publicó en Ceuta un pequeño libro titulado La isla de Calipso en el que defendía la tesis de que Perejil era la mítica isla de Ogigia en la que Homero situaba a Calipso, la que atrajo a Ulises y lo retuvo siete años. Se basaba en los estudios del helenista francés Victor Bérard. Y tiene la veracidad que se le quiera otorgar pero sería la única cosa especial del islote situado a tiro de piedra de la costa de Marruecos, cerca de la frontera ceutí. Hace veinte años fue el escenario de un suceso extraño que trajo a la actualidad la existencia y realidad del lugar. Tropas marroquíes habían entrado en la isla y tropas españolas las desalojaran. Raro incidente porque nunca se supo quién organizó la invasión, quizás solo fuera un mando segundón ansioso de hacer méritos o tal vez la orden llegara de los más alto, pero que puso de manifiesto que aquella isla no era de Marruecos ni de España.

Tierra de nadie

Cuando el reino de Portugal se unió a la Corona de Felipe II en 1580, Ceuta pasó a formar parte de la Corona española y consecuentemente la isla de Perejil que los portugueses la tenían como posesión de la ciudad. En 1640 volvieron a separarse y por un tratado de 1663 España devolvió a Portugal las posesiones africanas menos Ceuta, que quiso seguir siendo española y, por añadidura, su posesión insular. Nunca más se volvió a mencionar en ningún tratado y se quedó como está a fecha de hoy, en el limbo jurídico de la soberanía. España nunca ocupó el islote, que carece de agua potable y tiene poco valor agropecuario o militar. Y de esta dejación deriva la indefinición soberana actual.

Los españoles se opusieron alegando que formaba parte de Ceuta desde tiempo inmemorial. Pero la falta de mención favorecía la ambigüedad

Sin estar ocupada y sin estar mencionada en ningún tratado internacional, la isla fue apetecida en varias ocasiones. Los españoles destacaron algunas tropas durante la Guerra de la Independencia, pero si construcción permanente puesto que los proyectos y los planos elaborados en 1746, 1762, 1771 y 1779 nunca se ejecutaron. Era poco útil fortificar una isla que podía ser atacada desde la posición dominante de la costa que se encuentra a 250 metros. En 1848 los ingleses quisieron ocuparla pero lo evitó la oposición española. En 1889 el sultán de Marruecos pretendió establecer un puesto de vigilancia al entender que, como no estaba mencionada como territorio de soberanía española según el Tratado de Wad Ras de 1860, era marroquí. Los españoles se opusieron alegando que formaba parte de Ceuta desde tiempo inmemorial. Pero la falta de mención favorecía la ambigüedad. En 1956, al terminar el Protectorado y declararse la independencia de Marruecos, la isla siguió sin ser recogida en los acuerdos aunque hasta 1961 un destacamento compuesto por un cabo y cuatro soldados permanecieron en el lugar. Y, por último, la Ley Orgánica 1/1995, de 13 de marzo, de Estatuto de Autonomía de Ceuta tampoco mencionó este territorio aunque figurase en los documentos previos de preparación de la ley.

La isla de Perejil solo puede ser española o marroquí

Hay referencias a que en 1963, en unos acuerdos secretos entre Franco y Hassan II que se conocen como el Espíritu de Barajas, se dejó la isla de Perejil como tierra de nadie entre los dos países. Pero esos acuerdos no constan en ninguna parte y no es posible darles validez jurídica. Esto significaba varias cosas. Una, que no se trata de terra nullius que sería susceptible de ocupación; la isla de Perejil solo puede ser española o marroquí. Dos, que no puede ser ocupada por personal militar o civil por ninguno de los dos países. Y tres, que la situación de soberanía definitiva solo puede determinarse mediante un tratado entre Marruecos y España. Esto se denomina mantener el statu quo, el orden de cosas inalteradas.

Invasión marroquí

Pero el statu quo se rompió el 11 de julio de 2002 cuando doce hombres de la Gendarmería Real marroquí desembarcaron en la Isla de Perejil, con la excusa de controlar tráficos ilegales en la zona. Marruecos no había consultado con sus aliados Francia y Estados Unidos. España reaccionó con prudencia, al tratarse de un incidente grave de carácter militar lo puso en conocimiento de la UE y la OTAN. Marruecos alegaba que España no podía sostener soberanía basada en ningún documento y España oponía la ruptura unilateral del statu quo aceptado y, en consecuencia, solicitó la retirada de la Gendarmería marroquí. Marruecos no solo no lo hizo sino que la reemplazó por Infantería de Marina. Como no era posible el acuerdo diplomático, el 17 de julio un comando de Operaciones Especiales del Ejército de Tierra llegó a Perejil en helicópteros y devolvió a los militares marroquíes a su territorio izándose la bandera de España.

Perejil es un islote muy próximo a la costa marroquí sin ocupar, sin valor económico ni estratégico y sin ningún efecto en la seguridad nacional

España no podía permitir el acto de enemistad y ruptura del statu quo y Marruecos, una vez hecha la invasión, tampoco podía volverse atrás de manera voluntaria. Parece que la solución fue la correcta y así lo vieron los Estados Unidos que, días más tarde, favoreció el acuerdo de regreso al statu quo.
¿Fue solo una provocación? ¿Un intento marroquí de acabar con la situación de indefinición por la vía de los hechos consumados que tanto gustan a los gobiernos alauitas? ¿O un ensayo con vistas a hacer lo mismo con los peñones?
La situación de Perejil no es la misma que la de Chafarinas, el peñón de Vélez de la Gomera o la isla de Alhucemas cuya soberanía es incuestionable porque está reconocida en tratados. Queda claro que la ambigüedad debe ser aclarada mediante un tratado y que, hoy por hoy, no parece que haya voluntad de acabar con esto. Es un islote muy próximo a la costa marroquí sin ocupar, sin valor económico ni estratégico y sin ningún efecto en la seguridad nacional. Si se llegase al acuerdo de reconocer soberanía de cualquiera de los dos países, no ocurriría nada malo. Pero las cuestiones entre España y Marruecos son siempre muy delicadas y de consecuencias imprevisibles. No hay que despreciar el aleteo de la mariposa.
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