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17 de mayo de 2024

Retorno de Viena por Józef Brandt, mostrando al ejército polaco transportando el botín arrebatado a los turcos

Retorno de Viena por Józef Brandt, mostrando al ejército polaco transportando el botín arrebatado a los turcos

Picotazos de historia

El sitio de Viena 1683 (V): la liberación

Hacia la tarde el centro otomano se encontraba amenazado por tres lados y, momento crítico, la totalidad de la caballería polaca había llegado y se encontraba formada en terreno adecuado para una carga

El ejército aliado –36.000 de infantería y 43.000 de caballería– cruzó el Danubio entre los días 5 y 7 de septiembre. El día 11 tomaron la estratégica colina de Kahlenberg, desde cuya cima se tenía una magnifica vista de la llanura, de la ciudad de Viena y del campamento turco. El mando del ejército, se había acordado, estaría conjuntamente en manos de Carlos de Lorena y del rey de Polonia Juan III Sobieski. A lo largo del día las fuerzas aliadas ocuparon posiciones: los polacos formarían el ala derecha del ejército, el centro lo formarían las tropas austriacas y el ala izquierda estaría compuesta por la heterogénea fuerza formada por las tropas de los príncipes alemanes. El ala izquierda y el centro estarían bajo las ordenes directas de Carlos de Lorena.
En el campamento turco reinaba la confianza. Kara Mustafá no tenía intención alguna de cancelar los ataques contra la ciudad. De hecho su intención era continuar con ello y tomar la ciudad delante del ejercito aliado. Este fue el gran error que cometió. Separó a quince mil soldados del cuerpo de jenízaros (tropas selectas) para continuar con el asedio. Esas tropas no intervendrían en la batalla y cuando se solicitaron, ya era demasiado tarde.

Carga de la caballería polaca

La batalla se inició a las cinco de la mañana del día 12. Kara Mustafá ordenó que tropas turcas avanzaran para expulsar a la artillería austriaca, que se estaba posicionando en las estribarías del Kahlenberg. A mediodía Carlos de Lorena dio un respiro a sus tropas, muy necesitadas de descanso tras tantas horas de combate. Tanto los alemanes como los austriacos habían avanzado hasta la llanura, el ala derecha de Kara Mustafá estaba prácticamente destruida pero la superioridad numérica de los otomanos seguía siendo abrumadora. Se continuó presionando y ganando terreno. A las cinco de la tarde el centro otomano se encontraba amenazado por tres lados y, momento crítico, la totalidad de la caballería polaca había llegado y se encontraba formada en terreno adecuado para una carga.
Tanto Carlos de Lorena como Juan III Sobieski tomaron la misma decisión y de manera inmediata: atacar al centro. La carga de la caballería polaca, reforzada con la alemana y con Sobieski en cabeza, resultó imparable. Kara Mustafá intento que las fuerzas jenízaras reforzaran el centro pero no pudieron, estaban lejos y debilitadas tras haber sido rechazados varios asaltos a la ciudad de Viena. La derrota fue completa. Los turcos sufrieron una quince mil bajas en la batalla a sumar a las veinte mil que tuvieron durante el asedio, algo más de diez mil cayeron prisioneros. Debido al agotamiento de las tropas cristianas no se pudo llevar a cabo un acoso y persecución del enemigo derrotado. Daba igual, el ejercito otomano estaba desecho y a Kara Mustafá le esperaba en Buda una cuerda de seda con la que ser estrangulado, por orden de Mehmed IV.
El rey John III Sobieski bendiciendo el ataque polaco sobre los otamanos en la Batalla de Viena por Juliusz Kossak

El rey Juan III Sobieski bendiciendo el ataque polaco sobre los otamanos en la Batalla de Viena por Juliusz Kossak

Las tropas polacas, antes de cargar, se pusieron bajo la protección de la Virgen de Czestochowa. Por este motivo, el papa Inocencio XI, cogió una celebración propia de los españoles –la festividad del Dulce Nombre de María, por primera vez celebrada en Cuenca en 1531 y, posteriormente, establecida en España y en el reino de Nápoles– y la admitió en la iglesia católica como acción de gracias por la victoria sobre los turcos en Viena.
La leyenda de los sacos de café del campamento del gran visir como origen del café vienés, no tiene mucho fundamento –treinta años atrás ya había tiendas de café en Londres–, cuanto al origen de los cruasanes, les puedo asegurar que me encantan con jamón de york.
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