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24 de abril de 2024

La hiperinflación tras la Primera Guerra Mundial hizo que el dinero no valiese nada en Alemania

La hiperinflación tras la Primera Guerra Mundial hizo que el dinero no valiese nada en Alemania

Hace 100 años en El Debate

13 de octubre de 1922: el Gobierno alemán prohibía la compra de moneda extranjera

Durante la primera mitad de 1922, el marco se estabilizó en un cambio en torno a los 320 marcos por dólar estadounidense

El presidente nacional alemán acababa de publicar una disposición contra la «ilícita especulación en el mercado monetario» y a partir del 13 de octubre se prohibiría hacer pagos en moneda extranjera, considerándose «anulados todos los contratos que hayan sido firmados sobre esta base», informaba El Debate.
También se prohibía la adquisición de moneda extranjera sin previo aviso. Estas medidas se realizaron con la esperanza de «poder impedir todo abuso en el terreno indicado e iniciar una estabilización del valor del marco». Durante la República de Weimar, una vez finalizada la Gran Guerra, se produjo una hiperinflación que derivó en una devaluación del marco, la moneda alemana de entonces.
En la primera mitad de 1922, el marco se estabilizó en un cambio en torno a los 320 marcos por dólar estadounidense, acompañado de conferencias internacionales sobre las reparaciones de guerra. En estos encuentros no se alcanzó ninguna solución factible que satisficiera de un lado a Francia y Gran Bretaña y por el otro a los Estados Unidos, los mayores acreedores de Alemania en virtud de las deudas de guerra, por lo que la inflación alemana se disparó, convirtiéndose en hiperinflación, y el tipo de cambio del marco aumentó, hasta los 8000 marcos por dólar estadounidense en diciembre de 1922, mientras el gobierno alemán destinaba la mayor parte de sus ingresos al pago de reparaciones para evitar presiones militares de Francia y Gran Bretaña.
Aunque las reparaciones de guerra suponían apenas un tercio del déficit del presupuesto alemán de 1920 a 1923, el gobierno alemán encontró en ellas un chivo expiatorio para justificar el deterioro de la economía.
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