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28 de marzo de 2024

Entrevista entre Bismarck y Régnier (grabado de Cardon según H. Riballier, 1873)

Entrevista entre Bismarck y Régnier (grabado de Cardon según H. Riballier, 1873)

Picotazos de historia

La estratagema de Edmond Regnier para salvar y restituir el imperio de Napoleón III

El empresario y rentista francés, tras enterarse de las derrotas de las batallas Gravelotte y Sedán y el cautiverio de Napoleón III empezó a elucubrar diferentes proclamas para salvar el Imperio

A pesar de la controvertida actuación de Bourbaki durante la batalla de Gravelotte, el mariscal Bazaine siguió contando con él y con las vitales tropas bajo su mando. Tras la derrota, los restos del ejército francés se habían hecho fuertes en la fortificada plaza de Metz, esperando la llegada del ejército bajo las ordenes del mariscal Mac Mahón y de Napoleón III. Esas tropas jamás llegarían para reforzar a Bazaine, ya que el 1 de septiembre de 1870, el ejército francés de Mac Mahón sería destrozado en la batalla de Sedán. Es en estos días cuando se inicia un extraño asunto.
Edmond Regnier (1822 – 1886) fue un empresario y rentista francés, casado con una joven inglesa y padre de cinco hijos, que solo había destacado por una cierta perspicacia en los negocios y un ligero afán de notoriedad. Cuando la guerra asolaba los campos franceses, abandonó el país rumbo a Inglaterra, donde tenía intereses comerciales y la familia de su mujer. Esto fue a finales de agosto de 1870 ya en suelo inglés tuvo noticia de las derrotas de Gravelotte y Sedán, del cautiverio de Napoleón III, la caída del Imperio y de la huida de la Emperatriz Eugenia, con el príncipe heredero a Inglaterra. Regnier, inmediatamente, empezó a elucubrar todo tipo de planes para salvar al Imperio y empezó a redactar diferentes modelos de proclamas.
Fotografía de Régnier por Appert

Fotografía de Régnier por Appert

El 14 de septiembre se plantó en la ciudad inglesa de Hastings –donde se encontraba Eugenia y su corte–, con la sana intención de convencer a la emperatriz de lo acertado de sus ideas y consejos. Con buenas palabras lo mandaron a la porra.
Inasequible al desaliento, probó nuevos caminos. Consiguió entrevistarse con Augustine Filon, tutor del príncipe heredero, y, alegando que podía trasmitir un mensaje al Emperador prisionero, ya que pensaba hacer el viaje hasta Wilhemshohe, que es donde se encontraba. Filon autorizó que el príncipe escribiera una breve carta a su padre y le firmara una fotografía suya. Con estas endebles credenciales, Regnier se puso en camino.
El canciller Otto von Bismarck, instalado en el castillo de Ferrières, se había reunido con Jules Favre, quien era ministro de Asuntos Exteriores de la recién creada República Francesa, el 19 de septiembre. Las negociaciones para la rendición se complicaban y el canciller no estaba contento. El día 20 se presentó en el castillo Regnier alegando ser un enviado de la Emperatriz Eugenia. Bismarck aceptó darle un salvoconducto para llegar a la plaza de Metz y convencer a Bazaine de rendirse a cambio de la restauración del régimen de Napoleón III. Dicho y hecho. Dos días después estaba ante el mariscal Bazaine, quien quedó lo suficientemente impresionado por la llamada «propuesta de Hastings» como para autorizar el viaje del general Bourbaki a esa ciudad. Por supuesto los prusianos pusieron todas la facilidades.
Régnier llegando a los puestos de avanzada franceses, frente a Metz, el 23 de septiembre de 1870 (grabado de 1874 según un dibujo de Miranda)

Régnier llegando a los puestos de avanzada franceses, frente a Metz, el 23 de septiembre de 1870 (grabado de 1874 según un dibujo de Miranda)

El 27 de septiembre, Bourbaki se presentó ante la Emperatriz Eugenia y se pueden imaginar la cara que se le puso al enterarse de que les habían tomado el pelo.
Edmond Regnier fue condenado a muerte por inteligencia con el enemigo y espionaje en general. La condena nunca se hizo efectiva debido a que Regnier tuvo la perspicacia de no volver a pisar Francia en su vida. Este nunca fue un caso de espionaje, en todo caso de afán de protagonismo, egolatría y otras circunstancias tipificadas en los manuales de psiquiatría. Lo curioso es que la locura de Regnier podía haber salido bien ya que ofrecía una opción viable para la continuidad del trono de Napoleón III.
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