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15 de mayo de 2024

El Cañón de los Dardanelos desarmado, en Fort Nelson, junto a Portsmouth

El Cañón de los Dardanelos desarmado, en Fort Nelson, junto a Portsmouth

Picotazos de historia

Orbán, el misterioso ingeniero que fabricó el cañón con el que los otomanos conquistaron Constantinopla

La artillería seguía siendo insuficiente frente a las enormes murallas que protegían la ciudad de Constantinopla. Sin embargo, el ingeniero afirmó ser capaz de fundir un cañón que destruyese esas murallas

El hexamilion (que significa seis millas en griego) fue una muralla mandada construir, en el siglo V, por el Emperador Teodosio II y que protegía –de costa a costa– el istmo de Corintio. Fue restaurada y reforzada por el Emperador Manuel II, en 1415, pero nada pudo hacer frente a nuevas tecnologías. El 27 de noviembre de 1446, el ejército turco bajo el mando de Murad II, alineó frente a las centenarias piedras un nutrido grupo de artefactos que empezaban a ser conocidos como bombardas o lombardas.
Tras cinco días de cañoneo la muralla se abrió en varios puntos, que fueron asaltados por las tropas turcas. La artillería había evolucionado desde sus primeras y tímidas apariciones en el siglo XIV. Ahora, visto lo sucedido con las murallas que cerraban el istmo de Corintio, quedaba claro que su poder destructivo había aumentado, pero seguía siendo insuficiente frente a las enormes murallas que protegían la ciudad de Constantinopla. Eso hasta que aquel extranjero se presentó en la corte del sultán Mehmed II, en 1452.
El mapa más antiguo de Constantinopla, obra de Cristoforo Buondelmonti, data de 1422

El mapa más antiguo de Constantinopla, obra de Cristoforo Buondelmonti, data de 1422

A día de hoy continua siendo un misterio el origen de ese ingeniero, de nombre Orbán o Urbano. Unos dicen que era polaco, otros eruditos afirman que era alemán, húngaro o valaco como aseguró el historiador Laónico Calcocondilas, quien fue coetáneo de los sucesos. Este Orbán afirmó ser ingeniero y ser capaz de fundir un cañón que pudiese destruir las murallas de Constantinopla.

Cuando Mehmed escuchó lo que aquel hombre le prometía, inmediatamente le contrató y puso a su disposición cuanto pidió

Se dice que antes de presentarse ante el Gran Sultán había estado en Constantinopla ofreciendo su artefacto al Emperador Constantino XI pero este carecía de los medios y el dinero necesarios para tan gigantesca empresa. Cuando Mehmed escuchó lo que aquel hombre le prometía se le enderezaron las orejas como a un lebrel. Inmediatamente le contrató y puso a su disposición cuanto pidió. El misterioso Orbán tuvo listo al primero de sus monstruos en tres meses.
Se llamó Basilisco y tenía 7, 32 metros de largo y el diámetro de su boca era de 76,2 centímetros. Debía de rondar en torno a las dieciocho toneladas de peso. Se hicieron disparos de prueba y lanzó el bolaño ( proyectil de piedra tallada), de más de seiscientos kilos de peso, a más de una milla de distancia. Cuando entrara en funcionamiento frente a las grandes murallas que protegían Constantinopla sus destrozos serían terribles.
Doscientos hombres allanaron los caminos hasta la capital de Constantino XI, otros doscientos reforzaron los puentes y aseguraron la estabilidad del gran cañón mientras tiraban del él treinta parejas de bueyes, que lo trasladaban a Constantinopla. El viernes 6 de abril abrió fuego contra la ciudad y todos los gastos y los sacrificios hechos merecieron la pena. Solo podía dispararse tres veces al día ya que se recalentaba mucho y para evitar que un enfriamiento demasiado rápido produjera alguna fisura, se cubrió con telas empapadas en aceite.

Es bien sabido lo orgulloso que estaba el Sultán del poder destructor de su artillería

Se desconoce el número y calibre de los cañones que el maestro Orbán fundió para Mehmed II pero es bien sabido lo orgulloso que estaba el sultán del poder destructor de su artillería. En cuanto al maestro Orbán desapareció muy pronto víctima de su propia creación. Mientras cargaban al basilisco, este explotó –accidente muy frecuente entonces– matando al maestro y a todo su equipo.
En Fort Nelson (Portsmouth, Reino Unido) pueden admirar el gran cañón de los Dardanelos, de más de dieciséis toneladas de peso y que –en 1464– el ingeniero Munir Alí fundió basándose en los cálculos y estudios del maestro Orbán. El cañón fue regalado a la Reina Victoria por el sultán Abdul Aziz cuando visitó Londres (algo de lo que les hablé en otro artículo).
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