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07 de mayo de 2024

Boda de Dominguín con Lucía Bosé, oficiada por el cura de Saelices, 1955

Boda de Dominguín con Lucía Bosé, oficiada por el cura de Saelices, 1955Lendinez Revista El Ruedo

Dinastías y poder

¿Qué une a Miguel Bosé con los Borbones?

La finca Villa Paz fue durante muchos años el hogar de los Dominguín-Bosé, pero tiempo atrás, había sido propiedad de una de las hijas de Isabel II de Borbón

Los Dominguín-Bosé pasaron muchos años de su infancia en una finca en la provincia de Cuenca: se llamaba «Villa Paz». Durante décadas había sido propiedad de una de las hijas de Isabel II de Borbón, la Reina española que partió al exilio como consecuencia de la Gloriosa en 1868. En esta casa, cuenta Miguel que presenció muchas de las noches de diversión que protagonizaron sus afamados progenitores junto a Sofía Loren, Ava Gardner o el marqués de Villaverde. Aunque en otro tiempo, aquel había sido un espacio para el recogimiento y el descanso de los Baviera-Borbón.
Isabel II, «la de los tristes destinos», como fue apodada por Galdós, tuvo cuatro hijas, infantas españolas, además de un varón que reinó como Alfonso XII. La tercera de las niñas, Paz, había nacido en el Palacio Real de Madrid en 1862 y en 1883, cuando contaba con veintiún años, se casó con Luis Fernando de Baviera, príncipe de la dinastía de los Wittelsbach (primo de Luis II y de la emperatriz Sissi) aunque había estudiado medicina en Heidelberg y llegará a ejercer en un pequeño consultorio en Múnich. Es un personaje curioso. Ella y su hermana Eulalia –la menor de las hijas de la Reina destronada– habían heredado de su abuela María Cristina de Nápoles, unos terrenos de labranza cerca de Saelices.
Durante algunos años pleitearon con sus medio-primos, descendientes de los vástagos que la regente había tenido con su segundo marido, Fernando Muñoz, duque de Riansares. Una parte de estas propiedades fue a parar a manos de la Infanta Paz, la menos lucida pero más bondadosa y culta de las hermanas. La otra, Los Castillejos, se la quedó la Infanta Eulalia, quien, con una vida personal bastante infortunada, apenas pudo mantenerla con rentabilidad durante unas décadas. Una y otra finca estaban separadas por el río Cigüela y su puente romano.
Paz, Luis Fernando y sus hijos, Fernando, Adalberto y Pilar, pasaron largas temporadas en esta sobria construcción agrícola con casas de labranza en Luján. Aunque ellos vivían en el palacio de Nymphenburg, desde donde Paz se esforzó por mantener los lazos culturales entre Alemania y España a través del Spanisch Pädagogium –una especie de institución católico-benéfica que favorecía los intercambios de jóvenes talentosos entre ambos países– y Luis Fernando participaba como violinista en la orquesta del Teatro Real, trataban de viajar a España al menos, dos veces al año. «No solo hay que dar al pobre una limosna de pan, sino ponerlo en condiciones para saberlo ganar», solía repetir la Infanta Paz.
Solo el tiempo de la Primera Guerra Mundial, durante el cual tuvieron que hacer frente a las penurias propias de la escasez y a las consecuencias de su pérdida de estatus tras el estallido de los comités revolucionarios y la proclamación de la República de Weimar, dejaron de visitar Saelices. Tenían, además, otra casa solariega en Santillana del Mar, en Cantabria, que les había regalado su buen amigo, el III marqués de Comillas, conde de Güell. Pero «Villa Paz» era su favorita. Ella pintaba y él pasaba horas leyendo revistas médicas y componiendo partitura, ajenos a los compromisos palatinos. En muchas ocasiones recibieron la visita de su sobrino, Alfonso XIII al que les unía un profundo cariño: fue precisamente en los apartamentos que mantuvieron como vivienda en Nymphenburg donde el Rey pasó las Navidades de 1931, las primeras después del exilio.
Con la Guerra Civil y tras las expropiaciones que se llevaron a cabo, la finca entró en proceso judicial. La Infanta Paz murió en 1946 y sus descendientes trataron de recuperar la propiedad hasta que finalmente se subastó en 1951 en el Juzgado de Primera Instancia de Tarancón y fue adquirida por Luis Miguel Dominguín, la más destacada figura de la tauromaquia española de la década. El torero, amigo de Picasso y cuñado de Antonio Ordóñez, de ilustre dinastía taurina, se unió en Las Vegas a la guapísima actriz, musa del neorrealismo italiano, Lucia Bosé, que había sido miss y participado en la película Muerte de un ciclista.
Después se casaron por la iglesia en la pequeña capilla de «Villa Paz». De este matrimonio nació el cantante Miguel Bosé, que en «Villa Paz» recibió el bautismo con Luchino Visconti como padrino de pila y que pasará los veranos de su infancia en la finca que un día había pertenecido a lo más granado de la realeza española. Desavenencias posteriores y la ruptura poco amistosa de sus padres, llevaron a una nueva venta en la década de los setenta. Hoy «Villa Paz» pertenece a una familia ganadera como explotación agrícola y hospedería.
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