Fundado en 1910
Fundación de Río de Janeiro el 1 de marzo de 1565

Fundación de Río de Janeiro el 1 de marzo de 1565

El legado español en Brasil o las seis décadas que transformaron el territorio

El tiempo que duró la unión de las coronas de España y Portugal, todo el imperio ultramarino de nuestro vecino ibérico pasó a ser dirigido, también, por la monarquía hispana

Desde 1580 a 1640, que duró la unión de las coronas de España y Portugal, todo el imperio ultramarino de nuestro vecino ibérico pasó a ser dirigido, también, por la monarquía hispana, incluyendo una de las más prometedoras colonias de la corona portuguesa: Brasil. ¿Afectaron esas seis décadas de gobierno español al territorio brasileño? ¿Cuáles fueron las principales aportaciones y el legado de España en Brasil?

Esta historia empieza, en realidad, un 6 de agosto de 1578 en las tórridas arenas marroquíes. Allí un joven, inexperto y atolondrado monarca portugués, Sebastián I, educado por los jesuitas en historias de cruzadas y guerras santas y creyéndose un moderno Ricardo Corazón de León, decidió intervenir en Marruecos, pese al criterio contrario de sus principales consejeros.

En la peculiar batalla de Alcazarquivir, Sebastián pierde la vida y dos años después, fallecerá su familiar más cercano y sucesor, el cardenal Enrique, lo que llevará a su tío, Felipe II de España, a proclamarse Rey de Portugal, lo que será refrendado posteriormente por las cortes de Tomar, (tras la previa ocupación militar del país). No obstante, estas cortes marcaron unas limitaciones muy estrictas, que buscaban salvaguardar la autonomía y la dirección de la aristocracia portuguesa en sus instituciones. Es decir, Portugal mantendría soberanía, estructura de gobierno y privilegios. Sin que pudiese producirse una homogenización administrativa y jurídica.

En el otro lado del atlántico, la evolución del Brasil portugués y la de los virreinatos circundantes había sido muy distinta. Así, en la América hispana, a pesar de la injusta leyenda negra, lo cierto es que se había impuesto un imperialismo constructivo, mestizo y muy adelantado a su época con relación a los derechos de los nativos. En 1580, el año en el que se inicia la unión ibérica, España inauguraba la Universidad de Santo Tomás en Bogotá, a la que le habían precedido la de Santo Domingo, la de México y la de Lima.

Se habían construido ya múltiples ciudades, con sus catedrales e iglesias, hospitales, gobernaciones, corregimientos, audiencias, cabildos y municipios. En cambio, Portugal partía de un sistema de imperialismo extractivo similar al del resto de potencias europeas. En consecuencia, los nativos brasileños carecían de las leyes de Burgos de 1512 o las leyes nuevas de 1542, que venían a considerar a los indios súbditos de la corona y, en ningún caso, sujetos a esclavitud.

Por el contrario, al inicio de la colonización portuguesa de Brasil, una de las principales fuentes de recursos, (junto a la comercialización de la paubrasilia echinata o palo brasil, que, por cierto, dará nombre al país), será la trata de esclavos a través de las «bandeiras» o pequeñas expediciones militares o mercenarias para capturar indios que eran luego vendidos como esclavos. (Por cierto, que esta contraposición en el trato al indígena entre el imperio español y portugués será, aunque distorsionada y muy a regañadientes, puesta de relieve en la famosa película «la misión» de 1986). En 1570, la carta regia portuguesa legaliza la esclavitud indígena, aunque impone, al menos, una cierta limitación. Que el indio sea capturado «en guerra justa».

En 1548, tras el fracaso de las capitanías, que había establecido Joâo III, se crea el Gobierno General y frente a la tremenda belicosidad nativa, en parte debida al cruel mercado de esclavos, se ensaya un sistema de misiones inspirado en el español y que será llevado a cabo por los jesuitas. La extensión de la viruela y la perpetuación del sistema esclavista harán fracasar el proyecto en su fase portuguesa, hasta que posteriormente será relanzado por los Austrias. Por otra parte, tendrá lugar una gran expansión de los cultivos de caña de azúcar trabajada por esclavos africanos, por obtener de estos un mayor rendimiento.

Un navío con esclavos

Un navío con esclavos

El profesor Carlos Sixirei Paredes, nos recuerda, en una interesante ponencia sobre «bandeirantes», algunas estadistas previas a los Austrias. Brasil exportaba, entonces, 350.000 arrobas de azúcar anualmente y aunque empezaba a generar ya una cierta riqueza, solo aportaba un 2,5 % de ingresos fiscales, por un 26 % de la India, a la corona. En vísperas de la unión, poblaban Brasil unos 29.000 europeos, la mayoría portugueses, unos 10.000 esclavos africanos y una población indígena no cuantificable pero que, a raíz de las guerras de conquista, las «bandeiras» y las enfermedades estaba siendo diezmada a un ritmo muy acelerado.

Esta era a grandes rasgos la situación de Brasil cuando entra a formar parte de la corona hispana. En el periodo de las siguientes seis décadas tendrán lugar dos factores que serán fundamentales. La defensa del territorio frente a las amenazas de otras potencias europeas y el enorme desarrollo económico y comercial que experimentará el territorio.

En el primer apartado se pueden citar entre otros la expulsión de la expedición francesa de San Luis (en el territorio del Maranhao) en 1615. Mayor gravedad tuvieron las expediciones neerlandesas, que hay que encuadrarlas en el más amplio marco de la guerra de Flandes. Así, tras la prohibición de venta de azúcar a los rebeldes en el puerto de Lisboa, decretada por Felipe II, estos crean la compañía holandesa de las islas occidentales, con dos objetivos: la trata de esclavos africanos y la conquista de las regiones productoras de azúcar de la costa más occidental de Brasil.

Algunos de los hitos importantes, en este escenario son la recuperación de la ciudad de Salvador de Bahía por el capitán general de la armada de Brasil, Fadrique Álvarez de Toledo, que con una brillante intervención por tierra y mar consiguió rendir la plaza y capturar miles de neerlandeses. Más compleja fue la ocupación de Pernambuco, con una poderosa escuadra de 66 navíos y más de 7.000 hombres, entre otras cosas, porque algunos terratenientes portugueses apoyaron a los flamencos.

Ilustración de una bandera por Almeida Júnior

Ilustración de una bandiera por Almeida Júnior

El conde duque de Olivares encargará a Fadrique la recuperación del territorio, pero este, encontrándose ya enfermo y entendiendo que la flota que el valido pone a su disposición es insuficiente, declina la empresa. Tras su fallecimiento el mando pasa al portugués conde da Torre, quien fracasará en el intento en 1640. El territorio será finalmente recuperado a lo largo del siglo XVII, pero ya por un Portugal nuevamente independiente.

La unión, sin embargo, pondrá las bases para un desarrollo económico, comercial y poblacional sorprendente. La corona, como ya señalamos, por los límites de Tomar, no podía aplicar el derecho castellano y, por tanto, debió seguir permitiendo las crueles «bandeiras» y el tráfico de esclavos. España, como todos los países europeos de la época, permitía la esclavitud, bajo ciertas condiciones, pero en el virreinato de la Nueva España los esclavos nunca llegaron a sobrepasar el 1 % de la población.

En el Brasil portugués, a pesar de no existir estadísticas fiables, se puede estimar, al menos, un cuarto de la población esclava y posiblemente entre un 30 y un 40 % en Pernambuco, el área que concentraba la mayor parte de las plantaciones de caña. Aunque las lucrativas «bandeiras» incluso se incrementaron, la corona española las combatió aumentado las misiones jesuitas y permitiendo armarse a los misioneros y a los indios a su cargo.

Pero, pese a todas las restricciones, si se establecieron algunas instituciones que facilitarían el despegue económico, como el conselho da fazenda y el conselho das indias, con sede en Lisboa en 1604. Previamente, en 1603 se derogan las ordenaciones manuelinas para introducir las filipinas, que resultó ser el código civil de mayor vigencia en el territorio.

Por cierto, que en 1640 se nombrará un Virrey para el conjunto de Brasil, pero será obviamente muy efímero. Como señala el catedrático Julio Sánchez Gómez, en este periodo se producirán algunas reorganizaciones territoriales muy oportunas, se fundarán ciudades como la de Belem y se explorarán y colonizarán muy amplios territorios, como la desembocadura del Amazonas o la del río Sâo Francisco.

Se introducirán haciendas ganaderas, (y su industria del cuero), con lo cual se da un enorme impulso a la expansión hacia el interior del territorio. Se extendió el comercio con los virreinatos circundantes y se abrieron los puertos brasileños a los envíos de plata desde el virreinato del Perú a España, evitando la ruta más larga previa de Panamá. También se iniciará una pequeña, pero floreciente, industria de tabaco.

En definitiva, el Brasil que vuelve en 1640 a manos portuguesas, ya no será una modesta colonia costera, basada únicamente en la producción de azúcar y en la compraventa de esclavos, sino un territorio en plena expansión, con una industria agrícola y ganadera más diversificada, una estructuración social más compleja, con un código civil más avanzado y con numerosas misiones que redujeron las rapiñas de los «bandeirantes». Aunque el no haberlos eliminado, le acabara costando al Imperio español extensísimas perdidas territoriales.

comentarios
tracking