Los 'Stukas' y su aterrador aullido: el bombardero nazi que marcó la Segunda Guerra Mundial

Uno de los aviones más icónicos de la Segunda Guerra Mundial fue el Junker Ju 87 Stuka. Este avión era fácilmente identificable por sus características alas de gaviota y fue un bombardero en picado efectivo, fiable y duro aunque lento. Pronto fue superado y contra los cazas no tenía nada que hacer pero cumplió con creces en sus funciones y otras distintas (fue un temible cazacarros, el favorito del As Hans Ulrich Rudel) por su solidez y fiabilidad.

Otro hecho significativo de este avión es que fue utilizado para probar un dispositivo diseñado por el As de la aviación de la Primera Guerra Mundial Ernst Udet, quien estaba a cargo de la Oficina Técnica del Ministerio de la Aviación del Reich. Udet dispuso que en las patas del tren de aterrizaje de los Stukas se acoplaran unas turbinas eólicas que había diseñado. Durante el vuelo estas estarían bloqueadas, pero al iniciar el picado durante el ataque, el piloto liberaría el bloqueo de la turbina permitiendo que el aire las impulsara, por lo que emitirían un prolongado y agudo aullido. El tono y la intensidad variarían con la velocidad y la distancia.

Estos aerogeneradores, denominados dispositivos acústicos, fueron creados como parte de la guerra psicológica y demostraron ser altamente efectivos, pues existen abundancia de testimonios en este sentido. Precisamente el éxito de los dispositivos acústicos dieron lugar a que se probaran diferentes modelos que se montarían en el bimotor Messerschmitt Bf 110 y en el planeador DFS 230. pero por siempre el sonido de las sirenas quedó asociado al vuelo en picado de los Stukas.

Tan profunda huella dejó este dispositivo que se mantiene la idea de que cuando un avión va a estrellarse produce este sonido al caer, y no es cierto. Es una invención del cine. También es un error frecuente llamar a estos «dispositivos acústicos» con el nombre de «Trompetas de Jericó», confundiéndolos con otro dispositivo de sonido diseñado para la guerra psicológica.

Las llamadas «Trompetas de Jericó» eran unos tubos, normalmente hechos con cartón prensado o aprovechando viejas fundas de bayoneta a las que se les practicaban unas muescas para permitir el paso del aire, que se colocaban en las aletas estabilizadoras de la cola de la bomba. En un principio se ponía una en cada aleta, luego se decidió que dos, en aletas opuestas, y fijadas con un remache.

Cuando se soltaba la bomba el paso del aire a través de estos tubos producía un sonido sibilante, continuo, agudo y progresivo. A estos tubos, parecidos a los de un órgano, se les llamó «Trompetas de Jericó», pues en el libro de Josué (Josué 6,5) se menciona como cayeron derrumbadas las murallas de esta ciudad cuando los judíos hicieron sonar sus cuernos de carnero o shofar.

Todavía hoy tenemos la impresión de que es el sonido característico que emite una bomba durante su caída, y esto tampoco es cierto. Las bombas al dejarlas caer sobre algún objetivo no producen ruido alguno durante su caída, a menos que se les acople estos dispositivos. Por el contrario, a aquellos que se les ha colocado el dispositivo producirán, durante su caída, un continuo y estresante silbido.

La persona en tierra, tendrá la impresión de que el sonido aumenta a medida que la bomba se aproxima a él. Esto provocaba un efecto acumulativo de la tensión que soportan las tropas que esta sufriendo el bombardero, un desgaste psicológico que afectará a su moral.

Tanto los dispositivos acústicos (sirenas eólicas en los trenes de aterrizaje) como las «Trompetas de Jericó» fueron utilizadas de manera combinada en los Stukas, principalmente. Es por ello que, durante la década de 1950, se generó la confusión entre los dos dispositivos y a las sirenas que había creado Ernst Udet empezaron a llamarlas Trompetas de Jericó. Esta confusión ha llegado hasta el día de hoy pero creo haberles explicado a ustedes, por medio de estas torpes líneas, que son artefactos diferentes con un efecto parecido y destinados a un mismo tipo de guerra (que es la psicológica).