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Balcones Medievales en Puebla de Sanabria (Zamora)

Balcones medievales en Puebla de Sanabria (Zamora)

¿Cómo eran las casas de la España medieval?

En conjunto, el exterior de una vivienda no sería muy distinto de lo aún hay en muchos pueblos, pero con una notable diferencia: las paredes estarían encaladas lo que haría que el color predominante de las ciudades medievales hispanas fuera el blanco

El precio de la vivienda en relación con el sueldo medio se ha casi multiplicado por cinco desde los años noventa. En décadas anteriores, los pisos del Instituto de Vivienda, construidos en masa para acomodar el éxodo rural y fuertemente subvencionados, hacían aún más accesible el ser propietario de tu hogar. Y retrocediendo aún más en el tiempo, vemos que la mayoría de la población directamente vivía en casas que ellos mismos se habían construido, quizá con la ayuda de algunos parientes. ¿Qué aspecto tenían estas viviendas del pasado? ¿Cómo eran las casas en la Edad Media española?

Los principales materiales los reconoceríamos fácilmente, porque siguen presentes en muchos de nuestros pueblos: tapial y adobe. Para construir paredes de tapial, se levantaba un encofrado de madera y se rellenaba con una mezcla de barro y paja, que se dejaba secar al sol. Las partes que requerían más solidez, como las esquinas o los huecos de puertas y ventanas, se construían con ladrillos de adobe, fabricados con la misma mezcla de barro y paja. A diferencia del ladrillo, el adobe no se cuece en horno, y de deteriora en contacto con el agua.

Recreación de una casa en la Edad Media.

Recreación de una casa en la Edad Media.David Martínez Osorio

Otro material común era la madera, usada en vigas y travesaños, y preferiblemente de olmo por su resistencia a la humedad. La piedra, al igual que el ladrillo, eran más caros no siempre se utilizaban, aunque tampoco era construir con ellos los cimientos de las casas o incluso toda la planta baja, si se iba a colocar un segundo piso encima. Por lo general, se usaban piedras sueltas, de mampostería, reservándose la sillería de piedras talladas para las casa de las clases altas.

En conjunto, el exterior de una vivienda no sería muy distinto de lo aún hay en muchos pueblos, pero con una notable diferencia: las paredes estarían encaladas. Incluso las casas de los nobles, de piedra (que hoy en día las leyes de patrimonio obligan a dejar vista) estarían cubiertas por un mortero de cal, que se renovaría cada año para proteger a la fachada de lluvias y humedades. Este encalado, que aunque a veces se teñía, haría que el color predominante de las ciudades medievales hispanas fuera el blanco.

Por supuesto, encontramos gran variación por regiones, según las necesidades del clima y la disponibilidad de materiales. La abundancia de barro facilitó que las techumbres fueran generalmente de teja, no siendo las cubiertas de paja tan comunes como en otros lugares de Europa. En zonas de montaña era más común el tejado de pizarra.

Otra diferencia con las casa actuales era la organización del espacio. En la Edad Media se hacía vida tanto en el exterior como en el interior, y los espacios exteriores eran con frecuencia comunales. En las ciudades de herencia musulmana estos espacios eran patios o cortijos, como los que tan característicos fueron de la villa de Madrid. Se solía acceder al patio desde la calle y éste ya comunicaba con las distintas edificaciones que lo rodeaban. En las poblaciones de fundación o repoblación cristiana cada casa daba directamente a la calle y solía tener un pequeño jardín trasero.

Patios y jardines albergaban unos pequeños huertos de hierbas aromáticas y vegetales, además de animales como gallinas. En ellos también se situaba «el necesario», nombre eufemístico de la letrina.

Si la vivienda tenía más de un piso, el superior se reservaría para dormitorio y el inferior para uso comunal. A veces la planta más baja servía de establo y el calor de los animales ayudaba a caldear las habitaciones superiores. Un segundo piso, a modo de buhardilla, podía usarse de almacén, y tenía la virtud de aislar del frío al primer piso.

Vida Familiar y Cotidiana en la Edad Media por Giorgio Albertini

Si entráramos en una de estas viviendas, encontraríamos una escasa cantidad de mobiliario. La ropa y los enseres se guardaban en arcas y arcones; había también mesas y, para sentarse en torno a ellas, bancos largos o escaños, y taburetes, siendo las sillas un mueble ya de un cierto estatus.

La cama se conformaba de varias partes: sobre un almadraque de paja, que hacía de colchón, se colocaban sábanas de lino y de lana delgada, para hacer más cómodo el lecho. Podían ponerse también «cocedras», unas colchonetas finas normalmente rellenas de plumas. Sobre esta base descansaría la persona, arropada por otras sábanas de lino y lana.

No podía faltar, por supuesto, un hogar para el fuego, que estaría en el centro de la vivienda o adosado a una pared. Se cocinaba directamente sobre las brasas, con distintas ollas y calderos. Perfumando la vivienda estos calderos guisarían carne de cerdo, carnero o ave, condimentadas con las hierbas del jardín, aunque la base de la alimentación era, como nos recuerda el refrán, pan y cebolla.