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Cuando Felipe II convocó un referéndum para que los nativos de Filipinas decidieran si querían pertenecer a la Corona española

Cuando Felipe II convocó un referéndum para que los nativos de Filipinas decidieran si querían pertenecer a la Corona española

Cuando Felipe II preguntó a los filipinos si querían seguir siendo súbditos de la Corona española

En el año 1599, Felipe II convocó el primer referéndum de la historia. El resultado: más del 90 % de los consultados querían seguir siendo súbditos de la monarquía española: «Deseamos que el rey de España sea nuestro rey y soberano»

El combate por la justicia. Fue una tarea que se encarnó en la sociedad española de los siglos XVI y XVII. En el participaron prácticamente todos los estamentos que integraban aquella monarquía inexplicable. La Iglesia en primera línea, con la acción de obispos ejemplares y el compromiso con lo humano y lo justo de las órdenes religiosas. Las universidades que formaron generaciones de intelectuales y administradores imbuidos de la idea de que no había tarea más noble que defender al débil frente al poderoso. Los escritores que difundieron páginas hermosas sobre la dignidad humana.

Entre todos impulsaron una tensión moral que con todas los errores y excepciones que se quiera, impregnó la vida española. Y que acabó influyendo en los poderosos. Empezando por los monarcas de la época, Isabel la Católica, Carlos V y Felipe II, en cuyos reinados se desarrolló y codificó un monumento jurídico como fueron las Leyes de Indias.

Las Cortes de Castilla contribuyeron activamente. Especialmente durante el reinado de Felipe II. En prácticamente todas las convocatorias celebradas durante su reinado, se presentaron propuestas y reclamaciones encaminadas a conseguir «el buen gobierno de las Indias» y un justo tratamiento y protección de sus naturales. En alguna ocasión el Rey Prudente expresó su temor de que las reacciones de este proceso podría conducir a «la pérdida de las Indias». La respuesta de las Cortes fue explícita, aceptando el riesgo en aras de la justicia.

Otro dilema planteado por los teólogos se libró sobre la licitud de obtener nuevas conquistas. Ya Carlos V ordenó detenerlas en 1550 hasta que se aclarasen las disputas morales y legales surgidas. Se intentó con la controversia de Valladolid y se plasmó en las Leyes Nuevas. Estas «representan totalmente el mayor esfuerzo realizado por una potencia colonial para crear un verdadero derecho de los colonizados hasta el siglo XX», según el historiador Bartolomé Bennassar.

Uno de sus objetivos fundamentales era eliminar los abusos, siguiendo, entre otras, las ideas de Alonso de Veracruz o del dominico Francisco de Vitoria. Postulaban que los nativos eran soberanos de sus propias tierras indiferentemente del bajo nivel de su cultura. El debate volvió a plantearse a raíz de la ocupación de las Islas Filipinas. Una de sus consecuencias fue el primer referéndum de la historia, celebrado en 1599.

Los españoles habían encontrado una endemoniada geografía de miles de islas, montañas infranqueables y selvas impenetrables. También un universo humano igualmente complejo, con centenares de grupos de diversa entidad y diferente grado de civilización. Un conjunto abigarrado y caótico, que hablaba centenares de idiomas diferentes y cuyo desarrollo político apenas había superado la fase tribal.

Acechaban otras amenazas temibles. Piratas japoneses, chinos y malayos musulmanes habían encontrado en la piratería una apetecible actividad económica y en las atrasadas Filipinas un fácil escenario para sus depredaciones. En 1565 hubo un acontecimiento trascendental. Habían llegado los españoles con unas instrucciones taxativas de Felipe II. No se podía maltratar de ninguna forma a los habitantes de las tierras ocupadas. Ni a ellos ni a sus posesiones.

Un galeón español en la costa de Manila, en Filipinas

Un galeón español en la costa de Manila, en Filipinas

El ejemplo y la persuasión debían de emplearse como instrumentos fundamentales para establecer una convivencia que facilitase el objetivo principal: conseguir la conversión al cristianismo de los nuevos súbditos y su incorporación a la cristiandad en la Iglesia Católica. Los españoles asumieron también la tarea de proteger a las inermes poblaciones de las agresiones piráticas. Iniciaron así un combate que les iba a ocupar los siguientes 300 años.

El primer referéndum de la historia

Las Cortes de Castilla y el Consejo de Indias encontraron dificultades, tanto jurídicas como morales para aceptar la ocupación del distante archipiélago, lo que produjo problemas de conciencia en el anciano monarca. Por ello, poco antes de su muerte, en 1598, y ante la petición del primer arzobispo de Manila, organizó un referéndum en Filipinas para preguntar a sus habitantes si estaban cómodos perteneciendo a la Monarquía española y si querían seguir perteneciendo a ella.

Fue un referéndum vinculante, es decir, Felipe II estaba dispuesto a abandonar el territorio si sus habitantes votaban en contra. La consulta tardó varios meses en realizarse debido a las dificultades para desplazarse y transmitir, por las distintas islas, la pregunta. El resultado fue que más del 90 % de los consultados estaban satisfechos y querían seguir siendo súbditos de la monarquía española.

Se conservan actas de algunas provincias en las que se reunieron asambleas pata la consulta, libremente y sin coacción alguna. En ellas constan algunas anécdotas significativas.

Por ejemplo, la que sucedió en Cagayán (Nueva Segovia): «Entonces se levantó un indio y dijo: Respondemos que deseamos que el rey de España sea nuestro rey y soberano, porque nos ha enviado castellanos, que nos están liberando de la tiranía y dominación de nuestros opresores, así como padres que nos ayudan contra los mismos castellanos y nos protegen de ellos». Hay muchas más de la misma índole. El resultado del referéndum contribuyó a la construcción de una sociedad cristiana y occidental en el Extremo Oriente. Probablemente uno de los mayores éxitos de la acción de España en la historia.

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