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Recreación de la batalla en el fuerte Mosé

Recreación de la batalla en el fuerte MoséFlorida National Historic Society

«Todos ellos americanos, todos ellos españoles», así era el Ejército de la Hispanidad

Estas unidades militares estaban formadas por criollos, españoles peninsulares —a los que se apodaba como blancos—, morenos e incluso indígenas

La Hispanidad no la construyeron solo los españoles venidos de la península, fue una empresa que duró siglos y de la que formaron parte los nuevos españoles de los demás territorios, desde Filipinas a los virreinatos americanos. Esos mismos españoles de otras partes del imperio fueron los que defendieron aquellos territorios de ataques ingleses, holandeses y franceses. Esta historia de mestizaje también en el ámbito militar se descubre al visitar la exposición Blancos, pardos y morenos. Cinco siglos de americanos de España en el Ejército, en el Museo del Ejército de Toledo.

Un recorrido histórico que comienza cruzando el Atlántico en tiempos de la conquista y que es «un homenaje a los americanos que han estado en algún momento de nuestra historia al servicio de España, y que muchas veces han combatido y han muerto defendiéndola», explica el coronel (R) José Manuel Guerrero, comisario de la exposición con el que descubrimos esta desconocida historia de esos hombres y mujeres que formaron parte del Ejército español.

Exposición 'Blancos, pardos y morenos. Cinco siglos de americanos de España en el Ejército', en el Museo del Ejército de Toledo

Exposición 'Blancos, pardos y morenos. Cinco siglos de americanos de España en el Ejército', en el Museo del Ejército de ToledoGonzalo Jiménez Tapia

El recorrido comienza cruzando el Atlántico hasta la era de la conquista de América, en la que «sin los pueblos indígenas aliados, ni Cortés ni Pizarro hubieran conquistado nada», recuerda el coronel. En esa primera sala se conserva un pendón original de Hernán Cortes que da paso a otro espacio en el que el visitante descubre al capitán mestizo Miguel Caldera, con un papel fundamental en la pacificación de la frontera norte de México; y la famosa Malinche, que es un ejemplo de cómo la paz entre indígenas y españoles llegó «en forma de mujer».

Varias piezas recuerdan la importancia del mestizaje, la conservación de las lenguas indígenas, la fundación de las primeras universidades y la promulgación de las diversas leyes para la protección de los indios. Todo ello constituye los pilares de esa Hispanidad en la que se levantan infraestructuras y ciudades «con el 80 % del dinero que se saca de las minas de oro y de plata», recuerda el coronel.

El recorrido salta al siglo XVIII, cuando las plazas españolas en América se refuerzan para evitar nuevos ataques de piratas y corsarios ingleses, franceses y holandeses. Una maqueta del Castillo San Felipe del Morro de Puerto Rico introduce al visitante en esa defensa de las Indias, que se «organizó en tres pilares: flotas, fortificaciones y tropas. Tanto las tropas de refuerzo que se mandan desde la península, que cada vez son menos, como las unidades fijas y las milicias. Y es entonces cuando los americanos españoles entran como parte de la defensa de América», explica el Coronel Guerrero.

Maqueta del Castillo San Felipe del Morro de Puerto Rico

Maqueta del Castillo San Felipe del Morro de Puerto RicoGonzalo Jiménez Tapia

Se forman entonces muchas milicias y batallones en los que se integran carpinteros, sastres y herreros, entre otros, que se alistan en las milicias porque es una forma de estar sujetos al fuero militar y de tener un prestigio social que no tendrían de otra forma. «En el Archivo General de Indias se conservan todos los uniformes de todas las unidades que se forman porque es el rey el que los aprueba», comenta el coronel mientras nos enseña algunas piezas en las que se ve el tipo de uniforme y armamento que llevaron las milicias.

Estas unidades estaban formadas por criollos, españoles peninsulares —a los que se apodaba como blancos—, morenos e incluso indígenas. Esto cambió con el tiempo porque los criollos no quisieron mezclarse con los morenos o los pardos, porque querían unidades solo para ellos.

Josefa Sáenz del Campo, "la heroína de Mocha"

Josefa Sáenz del Campo, «la heroína de Mocha»

Entonces se empiezan a organizar unidades de pardos, blancos y morenos independientes. «Los naturales, que eran los indígenas, estaban exentos del servicio, pero en algunos sitios también se organizan unidades. Por ejemplo, en misiones jesuíticas con batallones para defenderlas», detalla el coronel. Aunque en realidad, en las unidades siembre hubo mezcla porque necesitaban gente para completarlas. En la sala se exponen estandartes originales, uniformes, hojas de servicio de militares españoles americanos y una medalla de plata única en el mundo, que entregó el rey Carlos III a los defensores de Puerto Rico, entre ellos el batallón de Naturales de Lima, formado por indígenas.

Estas unidades no fueron una excepción, sino que constituyeron una fuerza militar esencial y en la que también destacaron hombres y mujeres como Rafaela Herrera, que fue la heroína de la defensa del castillo de San Juan de Nicaragua. El recorrido por esta historia continúa en Norteamérica con un cuadro de Ferrer-Dalmau que representa la batalla de Pensacola en la que el gobernador de la Luisiana, Bernardo de Gálvez, derrotó a los ingleses.

Bernardo de Gálvez fue el brazo militar español en la guerra de Independencia de Estados Unidos. Aquí, en la toma de Pensacola

Bernardo de Gálvez fue el brazo militar español en la guerra de Independencia de Estados Unidos. Aquí, en la toma de Pensacola

Pero no es cuadro sin más, aparecen representadas «tropas propias, voluntarios americanos, franceses, afrodescendientes, unidades de México y milicias de morenos de La Habana, indios y un gran contingente de peninsulares que lucharon en aquella batalla», señala el coronel frente al cuadro. El recorrido por esta sala también traslada al visitante a la desconocida presencia española en lo que es hoy Estados Unidos de América, con explicaciones sobre el primer asentamiento de morenos libres que hay en Norteamérica en el fuerte Mosé, y un espacio dedicado a los soldados de Cuera, que protegían la frontera norte de Nueva España y «eran en su mayoría mestizos» y de los que Bernardo de Gálvez fue capitán.

Un tercer espacio nos introduce en el periodo de las independencias durante el siglo XIX, con historias sobre batallones argentinos, piezas únicas en el mundo como una casaca empleada por los militares españoles en América. Al igual que en el resto de la visita, lo que destaca de la sala son las historias de personajes desconocidos como Josefa Sáenz de Campo, heroína de Mocha, una criolla que combatió en el ejército realista vestida de húsar, a la que el rey le concedió por su valor un escudo de distinción; Agustín Aqualongo, héroe indígena realista; el brigadier José Coppenger, un criollo cubano que defendió el castillo de San Juan de Ulúa en Veracruz; o Eusebio Puello, el único general negro del Ejército español, nacido en Santo Domingo, que combatió a los haitianos y continuó su servicio en Cuba. Fue un caso único que no se vio en ninguna otra nación hasta bien entrado el siglo XX.

«Todos ellos americanos, todos ellos, españoles», apunta el coronel. El recorrido continúa recordando a los militares españoles no peninsulares en Filipinas y para terminar la visita histórica nos adentramos en la guerra de Marruecos con los Tercios de extranjeros y la participación de hispanoamericanos en la cruenta Guerra Civil.

Este viaje al pasado termina en el presente. Junto a un uniforme actual de campaña del Ejército se recuerda la orden ministerial de 2002 por la que las personas de ciertos países hispanohablantes pueden acceder a las fuerzas Armadas españolas, y después de tres años de servicio se les concede la nacionalidad española.

Cierra la exposición un recordatorio, un memorial, a todos los militares españoles de origen americano caídos en el exterior. Frente a este emotivo final, se incluye una composición fotográfica de soldados hispanoamericanos, incluida su participación y ayuda en la dana de Valencia. La exposición es, en esencia, como afirma el coronel Guerrero: «un homenaje a los que murieron por España, aunque nacieran en América».

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