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Isabel Asquith Bibesco, el amor prohibido de José Antonio Primo de Rivera

Isabel Asquith Bibesco

Dinastías y poder

La mujer que une al primer ministro británico Asquith con José Antonio Primo de Rivera

Se llegó a hablar de romance. Lo cierto es que Isabel le dedicó un libro, The Romantic, publicado en 1940, cuatro años después del fusilamiento del fundador de Falange en la Prisión Provincial de Alicante

Los Bibesco eran una destacada dinastía de origen boyardo con fortuna e identidad intelectual en Rumanía. Los Asquith, una familia británica que llegó a la cúspide de la política durante la Primera Guerra Mundial.

El príncipe Antoine Bibesco, diplomático destacado en la coyuntura internacional del periodo de entreguerras, contrajo matrimonio con la hija del primer ministro, H. H. Asquith. Isabel era una joven que cautivó a la sociedad de su tiempo, incluido al primogénito del general Miguel Primo de Rivera. Asquith tuvo también un hijo que triunfó como director cinematográfico y que se vio envuelto en el escándalo Profumo, un lío de coristas en plena Guerra Fría.

H. H. Asquith fue uno de los políticos más destacados del primer tercio del siglo XX y líder incuestionable del Partido Liberal. Aunque estudiante de Oxford, no venía de una distinguida familia inglesa, sino de sencillos comerciantes de lanas que llegaron a hacer fortuna. Su ascenso político llegó durante el reinado de Eduardo VII y se consolidó con Jorge V, en los días en los que el movimiento sufragista reclamaba el voto femenino con el lema «hechos y no palabras». También cuando empezaban a hacerse más sonoras las reivindicaciones independentistas irlandesas, en tiempos de fuerte conflictividad social. Pero sobre todo en los días de la Primera Guerra Mundial.

Con una vida personal agitada y dos matrimonios, pocos meses después de terminar la guerra se encontró, quizá sin buscarlo, como protagonista de la que fue calificada como una de las «bodas del año»: su hija Isabel se casaba con el príncipe de origen rumano y diplomático, Antoine Bibesco. Pertenecía a una de las familias aristocráticas de mayor prestigio en su país, propietarios de vastos territorios en Strehaia. Era también abogado, escritor y se decía dueño de una apabullante fortuna, además de amigo de Marcel Proust. Ella había nacido en 1897. Él, en 1878. Según relatan las crónicas, Isabel era una joven de mirada felina que empezaba a despertar cierto misterio entre la alta sociedad de la época.

Boda entre Antoine Bibesco e Isabel Asquith en 1919

La boda se celebró en junio de 1919 por el rito ortodoxo en la Iglesia de Santa Sofía y también por el anglicano en el Templo de Santa Margarita (2 de junio de 1919). «Tanto por las muchas relaciones que los contrayentes tienen en Londres como por las raras ceremonias que, según el rito ortodoxo griego, iban a celebrarse, la Iglesia cismática griega se hallaba llena de curiosos», publicó el semanario Alrededor del mundo. Entre los invitados se encontraba la reina María de Teck, madre de los futuros Eduardo VIII y Jorge VI.

La pareja pasó unos años en Londres, donde nació su única hija. Después se trasladaron a París, donde mantuvieron un interesante salón político y literario. El siguiente destino de Bibesco los llevó a Estados Unidos, pues acababa de ser nombrado ministro de la Legación Rumana en Washington. En 1927 llegaron a Madrid, con él como Embajador de Rumanía en España. La noticia, la anunciaba el diario aristocrático La Época (19 de febrero de 1927).

Al poco de pisar suelo español, ella tuvo que viajar a Londres pues su padre, el veterano político liberal, acababa de fallecer (El Siglo Futuro, 20 febrero 1928). En España, el matrimonio presenció el final de la Dictadura y de la proclamación de la II República, resultado de unas elecciones municipales.

La pareja vivió en Madrid hasta finales de 1931. Fue en esos años cuando Isabel conoció a José Antonio, el primogénito del Miguel Primo de Rivera, que ejercía como abogado y se movía en los círculos literarios y poéticos de la capital. Isabel también escribía y una de sus novelas en estos meses se tituló, El piano y la palmera.

La princesa Bibesco en un artículo en el periódico 'Ahora'Biblioteca Nacional de España

Parece que el joven, apuesto en apariencia, sintió atracción hacia la inglesa. Era frecuente verlos en los corrillos de las representaciones teatrales y recepciones diplomáticas en los que unos y otros se movían con asiduidad. También en el Ritz. La princesa Bibesco —leemos— «brillaba en traje negro con una magnífica cinta sobre la frente de brillantes y esmeraldas». En su momento, llegó a hablarse de romance.

Lo cierto es que Isabel le dedicó un libro, The Romantic, publicado en 1940, cuatro años después del fusilamiento del fundador de Falange en la Prisión Provincial de Alicante. Comienza con estas palabras «A Jose Antonio Primo de Rivera. Te prometí un libro antes de que empezara. Es tuyo ahora que está terminado. Los que amamos mueren para nosotros sólo cuando morimos…». Algunos trazos de esta particular historia amorosa los relata José Antonio Martín Otín en su libro El hombre al que Kipling dijo sí.

Poco después de la proclamación de la República y con los vaivenes políticos de aquellos meses, Antoine fue destinado a su país, a Rumanía. La pareja se estableció cerca de Bucarest y fueron muy activos en una diplomacia que pasaba por momentos complejos ante la amenaza de la Segunda Guerra Mundial. Los Bibesco mantuvieron la falsa esperanza de que el país apoyaría a los aliados, pero se equivocaron y Rumanía entró en Guerra del lado perdedor.

La princesa Bibesco, Isabel Asquith, murió en Bucarest en abril de 1945. Cuando los comunistas tomaron el poder en 1948, todas las propiedades de la familia fueron confiscadas. A Antoine lo expulsaron del país y falleció en París en 1951.