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Victoria Díez, una de las maestras asesinadas por el Frente Popular

Victoria Díez, una de las maestras asesinadas por el Frente PopularInstitución Teresiana

Las maestras asesinadas por el Frente Popular que la ley de Memoria no menciona

Si ahora no se recuerda a esas otras víctimas, las del Frente Popular, se corre el riesgo de transmitir a las nuevas generaciones no el conocimiento científico de lo que ocurrió, sino solo una parte

La memoria histórica y la memoria democrática no tienen base científica, porque solo atienden a una parte de lo ocurrido. Es lo que las diferencia de la historia, que es una disciplina científica. El sesgo ideológico de partida de aquellas, que las convierte en pseudociencias, es ese: que no hablan en absoluto de las víctimas ocasionadas por el bando del Frente Popular, además por ley. Esto es algo sabido desde hace tiempo, y denunciado, pero la situación no se corrige.

Por todo ello, creo que no queda más remedio que completar la información. Y no solo eso, sino que para argumentar ese modo de referirse a hechos de la historia reciente, se dice que a las demás víctimas ya se les rindió homenaje durante el franquismo, condenándolas de este modo tácitamente y de manera gratuita, al echarles encima la calumnia de que no defendieron la democracia.

El problema es que, si ahora no se recuerda a esas otras víctimas, las del Frente Popular, se corre el riesgo de transmitir a las nuevas generaciones no el conocimiento científico de lo que ocurrió, sino solo una parte, con lo cual se les priva de hacerse una idea cabal de lo sucedido, y en todo caso, incompleta.

Lo peor es que tal modo de transmitir lo ocurrido, sesgado ideológicamente, parece ir a más. Porque ahora se está trabajando, al igual que se hizo con la ideología de género —también sin base científica—, en la escuela. El método se llama Memoria en la escuela y lo difunden tanto personas sin formación pedagógica como científicos sin formación histórica, todos ellos perfectamente encuadrables en el grupo de herederos ideológicos del Frente Popular, y de cuyas actividades hay gran cantidad de información en internet.

Pongamos como ejemplo de lo que decimos a dos mujeres víctimas del Frente Popular.

Asesinada por no gritar «Viva el comunismo»

Victoria Díez y Bustos de Molina nació en Sevilla el 11 de noviembre de 1903 y murió en Hornachuelos (Córdoba) el 12 de agosto de 1936, asesinada por el Ejército del Frente Popular.

Hija única de José Díez Moreno, de Cádiz, escribiente y apoderado de una casa comercial de Sevilla, y de Victoria Bustos de Molina, ama de casa.

Sus cualidades artísticas la llevaron a cursar seis años en la Escuela de Artes y Oficios de Sevilla. Pero su vocación principal era la docencia, por lo que entre 1919 y 1923 realizó los estudios de magisterio y obtuvo el título en la Escuela de Magisterio de Sevilla.

Se quedó en Sevilla preparando oposiciones y dando clases en la Academia-Internado. Tras aprobarlas en 1927, fue destinada a Cheles (Badajoz), donde solo estuvo un curso. Allí mejoró la escuela local, organizó la biblioteca, luchó contra el absentismo escolar, trabajó con grupos de niñas e incorporó innovaciones pedagógicas: excursiones al campo, cantos, actividades prácticas y labores.

Victoria DíezInstitución Teresiana

El 13 de junio de 1928 recibió su nombramiento para Hornachuelos (Córdoba), donde ejercería los últimos ocho años de su vida.

Colaboró en la reedificación de la escuela y continuó con su innovador sistema pedagógico: gimnasia rítmica, clases al aire libre, excursiones a Córdoba y Sevilla, enseñanza de canto y pintura, cursos nocturnos para mujeres trabajadoras y una biblioteca para antiguas alumnas.

Ayudó a las familias necesitadas del pueblo y fue nombrada presidenta del Consejo Local del Pueblo, colaborando tanto con el ayuntamiento de derechas como con el posterior de izquierdas, llegando a ser secretaria de la Junta de Enseñanza.

El 11 de agosto fue detenida por miembros del Ejército del Frente Popular, que la encerraron en una casa en la plaza del pueblo. A pesar de diversas gestiones para lograr su liberación, no se consiguió.

En la madrugada del 12 de agosto, fue conducida junto con 17 hombres a las afueras del pueblo para iniciar una marcha de 12 kilómetros sin retorno. En un caserón de la finca fueron sometidos a un juicio sumarísimo y condenados a muerte.

Victoria, la única mujer, presenció la ejecución de sus compañeros, fusilados uno a uno ante un pozo de la Mina del Rincón.

Cuando llegó su turno, le ofrecieron salvar la vida si gritaba «¡Viva el comunismo!», pero se negó y fue asesinada. En noviembre su cuerpo fue recuperado y enterrado en el cementerio de Hornachuelos, donde permaneció durante casi 30 años, hasta recibir sepultura definitiva.

A Victoria no le dieron la oportunidad de exiliarse, ni tiempo para ello: la llevaron al exilio de tantos, el asesinato y la fosa común, ahora llamado subtierro.

Torturada en la checa de Valencia

Luisa María Frías Cañizares (Valencia, 20 de junio de 1896 – Paterna, 6 de diciembre de 1936) tuvo peor suerte: además de ser asesinada, fue antes torturada, como en muchas otras ocasiones actuó el Ejército del Frente Popular.

Ya en la universidad demostró ser «una mujer moderna e inteligente». Se licenció en Filosofía y Letras, sección Historia, y fue profesora y catedrática auxiliar en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valencia, algo nada común para una mujer en los años 20.

Luisa María Frías Cañizares

El 24 de noviembre de 1936 fue detenida en su domicilio por miembros del Ejército del Frente Popular. Fue trasladada al Centro Anárquico de Valencia, donde desde su ingreso sufrió palizas y humillaciones. Más tarde la llevaron a la checa del Seminario —primero en el Banco Vitalicio y luego en el Seminario Conciliar de la calle Trinitarios—, dirigida por el anarcosindicalista Manuel Pérez Feliu.

Permaneció allí hasta el 5 de diciembre, siendo desnudada y maltratada constantemente. También fue obligada a entregar todos sus ahorros a los milicianos.

En la madrugada del 5 al 6 de diciembre fue llevada al Picadero de Paterna, lugar donde fueron asesinadas cientos de personas de las checas valencianas.

Al negarse a gritar consignas del Frente Popular, fue brutalmente golpeada. Le sacaron los ojos con un cuchillo y le cortaron la lengua con unas tijeras. Finalmente, casi sin vida, le dispararon.

Tenía 40 años. Fue enterrada en una fosa común del cementerio de Valencia. Veintidós años después, el 15 de mayo de 1958, recibió sepultura definitiva.

El perdón no puede construirse sobre el olvido selectivo

La Ley de Memoria Democrática 20/2022 indica que debe hablarse de las víctimas olvidadas de la Guerra Civil. Por ello, hablo de estas dos mujeres.

Las 18 páginas de preámbulo de dicha ley permiten descubrir la fuerte carga ideológica que su aplicación pretende. Sin embargo, al definir las víctimas, se señala que:

«A los efectos de esta ley se considera víctima a toda persona, con independencia de su nacionalidad, que haya sufrido, individual o colectivamente, daño físico, moral o psicológico, daños patrimoniales, o menoscabo sustancial de sus derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que constituyan violaciones de las normas internacionales de derechos humanos y del derecho internacional humanitario durante el periodo que abarca el golpe de Estado de 18 de julio de 1936, la posterior Guerra y la Dictadura, incluyendo el transcurrido hasta la entrada en vigor de la Constitución española de 1978».

Es evidente que ambas son víctimas según esta ley, y víctimas cuya memoria todos hemos de honrar, por más que la memoria democrática de algunos las olvide.

Si no tomamos conciencia de que todos somos pecadores, ni se nos perdonará ni podremos perdonar, lo que no contribuye más que a alimentar el odio al otro. Y eso es precisamente lo que algunos parecen no ser capaces de evitar.