Combatientes españoles de la Unión Nacional Española (UNE), brazo armado del PCE en la Resistencia francesa
Operación Reconquista: el fallido intento del PCE en 1944 para derrocar a Franco desde el valle de Arán
Jesús Monzón, el hombre fuerte del PCE en Francia fue víctima de su propia propaganda. Convencido de que España vivía una situación prerrevolucionaria lanzó una proclama, convocando a la «Reconquista de España»
El desembarco de Normandía inició una nueva fase en la lucha de la Resistencia. Se pasó del activismo puntual a la rebelión armada, con la creación de unidades militarizadas que colaboraron activamente en la expulsión de los alemanes. De hecho, estas unidades protagonizaron la liberación del Mediodía francés. Los ejércitos aliados bastante tenían con combatir a los alemanes en el norte del país.
Los españoles se implicaron intensamente en la lucha por la liberación. En muchos casos proporcionaron el núcleo duro inicial de los grupos resistentes, que fueron ampliándose con la tardía llegada de los que suelen correr en auxilio de los vencedores. Los comunistas proporcionaron sus veteranos cuadros y su capacidad organizativa. Su objetivo no solo era la liberación francesa. Pretendían continuar su «lucha antifascista» en la España nacional. Su instrumento sería la «Agrupación Guerrillera Española» integrada por casi 10.000 combatientes.
Para tener una cobertura política crearon una organización denominada Unión Nacional Española en la que se integraron como convidados de piedra diversas personalidades moderadas. Su principal iniciativa fue la «Operación Reconquista de España», que proyectaba una invasión militar de la Península con la colaboración militar de los aliados.
El entusiasmo inducido por la derrota del eje hizo creer que no sería difícil trasladar esté éxito a España. Los comunistas contribuyeron activamente a estas expectativas difundiendo la idea de una falta de apoyo interno del régimen español, que se traduciría en una insurrección popular en cuanto apareciera el menor impulso exterior.
Jesús Monzón, el hombre fuerte del PCE en Francia fue víctima de su propia propaganda. Convencido de que España vivía una situación prerrevolucionaria lanzó una proclama, convocando a la «Reconquista de España». Se presentaron alrededor de 13.000 voluntarios. La dirección militar la llevaría el coronel López Tovar, prestigioso militar curtido tanto en la guerra civil como en la resistencia francesa.
Los voluntarios se encuadraron en varias brigadas repartidas en dos divisiones. La estrategia iba a consistir en una sucesión de ataques en los Pirineos por parte de una de las divisiones. Se trataba de una distracción para enmascarar el verdadero objetivo de la campaña: la conquista del valle de Arán.
Maquis de la agrupación guerrillera de Granada en la sierra, en 1948.
Se trataba de un objetivo bien elegido. El valle es la única zona española situada al norte de los Pirineos. Se trata de una comarca aislada cuya comunicación con el resto del país se limita al puerto de la Bonaigua, difícilmente transitable en invierno. Su ocupación permitiría la instalación de un gobierno republicano provisional, que podría obtener algún tipo de reconocimiento. Aquello provocaría la desmoralización del régimen y un levantamiento popular que acabaría con el franquismo en España.
El 3 de octubre de 1944 se inició la ofensiva en la zona de Navarra con sendos ataques a través de Roncesvalles y el valle del Roncal. Se produjeron enfrentamientos con la Guardia Civil y el Ejército que causaron las primeras víctimas. La firmeza de la oposición encontrada y la falta de apoyo de la población civil, obligaron a los guerrilleros a volver a pasar la frontera.
La gesta de la Guardia Civil en su lucha contra el Maquis: el desarrollo (Parte II)
A pesar del fracaso de la incursión en Navarra, a mediados de octubre se desarrolló la segunda acción prevista. Varias brigadas cruzaron la frontera en las cercanías de Hendaya encontrando de nuevo una fuerte oposición. Se desarrollaron duros combates durante 10 días. Los invasores sufrieron numerosas bajas. Uno de sus comandantes, Francisco Cavero, fue abatido tras una incursión de carlistas y guardias civiles al otro lado de la frontera.
El esfuerzo principal lo desarrolló la segunda división, con unos efectivos aproximados de 6.000 hombres. Tenía tres objetivos: ocupar la localidad de Viella, capital del Valle, cerrar el puerto de la Bonaigua y mantener abierta la comunicación con Francia para recibir refuerzos o permitir la retirada. Al principio la operación fue un éxito, ocupándose diversas localidades tras duros combates con la Guardia Civil.
Sin embargo, el avance se detuvo ante las fortificaciones de Viella. Tampoco pudo ocuparse el puerto de la Bonaigua. La rápida llegada de refuerzos franquistas amenazó las rutas de retirada hacia Francia, por lo que el dirigente comunista Santiago Carrillo, consciente del inexistente apoyo popular encontrado, procedió a ordenar la retirada.
Los invasores tuvieron más de 700 bajas, de ellas 129 muertos. Un significativo número consiguió eludir el cerco e integrarse en el maquis. Por su parte las fuerzas gubernamentales sufrieron 32 muertos.
Aunque la operación se saldó con un rotundo fracaso, el PCE sacó provecho de ella presentándola como un glorioso combate de la resistencia antifranquista. Sin embargo, su buró, repartido entre la URSS y Méjico tenía clara la realidad de lo sucedido y atribuyó el fiasco a la equivocada estrategia de Jesús Monzón, al que so ordenó salir de España.
Monzón se negó, consciente del destino que solía esperar a los dirigentes fracasados en el siniestro mundo del estalinismo. Su lugar fue ocupado por Carrillo, que dirigió una sanguinaria purga de los dirigentes monzonistas. Los supervivientes de la aventura fueron desarmados por los franceses y, en gran parte, obligados s enrolarse en las aventuras coloniales galas en años posteriores.