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Carga de Taxdirt, obra de Augusto Ferrer-Dalmau

Carga de Taxdirt, obra de Augusto Ferrer-Dalmau

Cavalcanti, el general que desobedeció tras Monte Arruit y salvó Tizza con 65 jinetes frente a 1.500 rifeños

El militar impetuoso, valiente y aguerrido como se supone que deben ser los militares en tiempos de guerra no se paró ante la dificultad, hizo tres cargas consecutivas, la última con solo veinte caballeros

El prestigio tiene su origen en la carga de caballería que mandó en Taxdirt. En la campaña de Melilla de 1909, los españoles trataban de asegurar la posesión de la península de Tres Forcas, enfrentándose a enemigos marroquíes muy numerosos y combativos. En un momento dado, las fuerzas españolas se vieron rodeadas por un contingente de unos 1.500 rifeños.

El general Tovar, en una acción un tanto desesperada, pidió al teniente coronel Cavalcanti que cargara contra el enemigo. Solo tenía sesenta y cinco monturas del Regimiento de Alfonso XII. El militar impetuoso, valiente y aguerrido como se supone que deben ser los militares en tiempos de guerra no se paró ante la dificultad, hizo tres cargas consecutivas, la última con solo veinte caballeros. Puso en fuga al enemigo. La gesta le valió la Cruz Laureada de San Fernando.

Vista del pórtico de entrada del fuerte de Monte Arruit tras la reconquista española en octubre de 1921

Vista del pórtico de entrada del fuerte de Monte Arruit tras la reconquista española en octubre de 1921Dominio Público

En julio de 1921, inmediatamente después de la rota de Annual, Cavalcanti fue nombrado comandante general de Melilla. Participó en la junta que decidió que no era posible socorrer a los sitiados en Monte Arruit, pero fue uno de los que apoyaron una acción salvadora a pesar del riesgo.

Este hombre osado, genio y figura, poco amigo de componendas y partidario de la acción con pocos frenos no era un estricto observador de las ordenanzas y los reglamentos cuando la ocasión le dictaba actuar sin cortapisas.

Hay un episodio muy importante en su vida castrense que muestra su controvertida conducta. Una acción heroica que, por otra parte, ejecutó de manera imprudente y contra las leyes militares. El socorro a Tizza en Marruecos en septiembre de 1921. El puesto, situado a unos doce kilómetros al suroeste de Melilla dependiente de la posición principal de Zoco el Had, se había ocupado el 25 de julio para tratar de contener a la cabila de Beni Sicar después del desastre de Annual. Y tenía las mismas dificultades de suministro que casi todas las posiciones.

La aguada había que hacer a diario y para los bastimentos dependían de Zoco el Had y Melilla. No se pudo contener a los cabileños que se unieron a Abd el Krim y Tizza fue pronto atacada por los rifeños. Los ataques se reprodujeron cada vez que un convoy trataba de llevar agua, munición o provisiones a los sitiados. Las operaciones se reproducían en cada intento. Durante agosto, los defensores sufrieron cinco muertos y cincuenta y dos heridos. Los sitiadores trataban de vencerlos por el hambre y la sed.

En septiembre, el alto comisario Berenguer había decidido que la posición debía mantenerse como cabeza de lanza para la recuperación del territorio. Para conseguirlo, el general de brigada Tuero debía dirigir una operación de abastecimiento el 16 de septiembre. La niebla impidió que se desarrollara según lo previsto y no pudieron llegar a todos los puestos: no llegaron ni a Gareb ni a Tizza. El general Tuero, al mando de la operación, consulta a Cavalcanti como comandante general de Melilla, que le autorizó a suspender la operación.

El día 20 se volvió a repetir. El convoy de mulas no logró entrar en Tizza en un primer intento y vuelve a fracasar en el segundo. Tuero no consigue imponer a sus subordinados una actitud temeraria y se tienen que retirar. El general vuelve a Melilla con muchas bajas. En Tizza, apenas tienen nada. A Cavalcanti no le gustó nada esa vuelta sin lograr el objetivo. Creyó que había fallado la planificación, que Tuero no dirigió a sus hombres desde cerca, aunque el ataque rifeño fuera nutrido y efectivo.

En primera fila: Primo de Rivera, Alfonso XIII y Cavalcanti

En primera fila: Primo de Rivera, Alfonso XIII y CavalcantiBundesarchiv / Wikimedia Commons

Berenguer ordenó que se socorriera Tizza prioritariamente y Cavalcanti fijó para el 29 de septiembre la nueva acción. Se formó una nutrida columna y vuelve a poner a Tuero al frente. Pero esta vez, Cavalcanti se acercó al lugar de las operaciones e hizo parte del camino conversando con Tuero. Las columnas llegaron a Zoco el Had con relativa facilidad y se prepararon para abordar los altos de Tizza. A partir de ahí, el avance se ralentizó y el comandante general comenzó a pensar que no se iban a alcanzar las posiciones previstas.

Cuando Cavalcanti se dio cuenta de que el convoy había fracasado y no lograrían llegar a su destino, montó a caballo, se puso temerariamente al frente de unas tropas a las que arengo con pasión y logró que los socorros entraran en la posición. Cavalcanti había entrado, con su estado mayor y unos ingenieros que iba a reforzar las defensa. Tuero, con su columna, seguía afuera.

A partir de aquí comienza la polémica. Cavalcanti era el comandante general, no un oficial al mando de una sección. Se comportó de manera irreflexiva y no supo imponer ese mismo ímpetu a Tuero y sus coroneles. Cavalcanti había entrado, pero es verdad que tenía muy bien protegidos los flancos por cuatro batallones. Quizás otro también lo hubiera conseguido. A Cavalcanti se le elogiaba en voz baja y se le hacían reproches en los documentos oficiales.

En junio se abre causa contra Tuero y otros de sus oficiales y, en julio, se incluye entre los procesados al mismo Cavalcanti por los hechos de Tizza, acusado de extralimitarse en sus funciones. Tuero aprovechó para criticar la impaciencia de Cavalcanti. Para él, «prueba ineludible de valor, fue una violencia peligrosa, innecesaria y que pudo traer graves consecuencias». Fueron condenados Tuero y otros.

Cavalcanti fue absuelto porque en esos momentos en España no había nadie capaz de condenar esos hechos. Estaban frescos los recuerdos de Monte Arruit y otras tantas posiciones obligadas a rendirse por no querer mandar fuerzas de socorro ante el temor a una derrota y que acabaron con los defensores, una vez desarmados, masacrados sin piedad ni derecho por los atacantes.

Como señalaba Maradona Adiego, lo que ocurrió en Tizza aquella jornada es un buen ejemplo de lo que sucedía en Marruecos. En una sola acción encontramos todo aquello que definía aquella guerra. Valentía mezclada con incompetencia, dejadez junto a impotencia y desconcierto con desidia.

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