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Escuadrón de combate mercenario en Bizancio, ilustración para un libro popular del siglo XIX

Escuadrón de combate mercenario en Bizancio, ilustración para un libro popular del siglo XIX

Picotazos de historia

Quién fue Roscelin de Bailleul, el normando que quiso fundar su propio reino en Bizancio

Desafió emperadores, fundó un principado y acabó traicionado por sus propios hombres

Si quieren divertirse y asombrarse, les recomiendo que lean acerca de los normandos en Italia. El diplomático e historiador John Julius Cooper, vizconde de Norwich, compendió sus escritos sobre esta materia en un volumen titulado The Normans in the South, en el que se recogen con detalle las diferentes campañas de estos individuos en el sur de Italia y Sicilia.

En relación con lo anterior, ahora me gustaría hablarles de un individuo llamado Roussel o Roscelin, de quien se cree que nació en la localidad de Bailleul, en el sur de Normandía, en fecha desconocida, pero entre los años 1020 y 1030 d. C. Dejó su tierra y viajó hasta Italia en busca de aventuras y fortuna, siguiendo el sendero marcado por la familia normanda de los Hauteville o Altavilla.

Se tiene la seguridad de que, en los primeros años de la primera década de 1060, estuvo al servicio de Roger de Altavilla, hermano del astuto Roberto Guiscardo, y que participó en la campaña de la conquista de Sicilia. Estuvo presente en la importante batalla de Cerami (1063). Tras la victoria, se estableció en Otranto, en la región de Apulia.

Roscelin debió de ser un espíritu inquieto, o tuvo mala suerte, y acabó enfrentado con los poderosos Altavilla. De una manera u otra, en torno al año 1070 lo encontramos al mando de una tropa mercenaria y ofreciendo sus servicios al emperador de Bizancio, Romano IV Diógenes. Ya les hablé de este desdichado emperador en un artículo anterior, en relación con la traición que sufrió durante la batalla de Manzikert y las graves consecuencias que supusieron para el Imperio. Roscelin no estuvo presente en este suceso, ya que lo habían enviado a forrajear, por lo que permaneció lejos durante la batalla.

El sucesor de Romano, Miguel VII Ducas, le nombró comandante de una fuerza de caballería pesada (normanda y catafractas, que era como se conocía a la caballería acorazada de Bizancio) y partió con la orden de acosar a los turcos selyúcidas a lo largo del interior de la península de Anatolia, territorios que recientemente habían perdido.

Roussel de Bailleul

Roscelin de Bailleul

El general Isaac Comneno, que estaba combatiendo a los turcos en la Galacia, fue contundentemente derrotado, y ello fue porque Roscelin no pudo reforzarlo a tiempo. En su lugar, Roscelin de Bailleul se estaba creando un pequeño principado propio y había decidido que la capital de su nuevo reino sería la ciudad de Ancira, actual Ankara.

La traición de Roscelin (o Phrangoupoulos, literalmente «hijo de franco», como empezaban a llamarle en la corte bizantina) sentó como una patada a Miguel VII, que envió un ejército contra el normando. Al frente de las tropas bizantinas puso a su tío, el césar (heredero nombrado) Juan Ducas. Para entonces, Roscelin ya había establecido relaciones con sus vecinos —miembros de diferentes facciones de los selyúcidas, armenios, etc.— y empezaba a acuñar su propia moneda, con la que pagaba los servicios de sus aliados. En definitiva, derrotó completamente a Juan Ducas en la batalla del puente de Zompos, sobre el río Sangorios.

Fue una magnífica victoria para Roscelin. No solo había hecho prisionero a Juan Ducas y a su hijo Andrónico, sino que además se habían pasado a su bando todos los mercenarios francos (franco era el nombre genérico que los bizantinos daban a todos los europeos no bizantinos). Reforzado, decidió pasar al ataque. Nombró a su prisionero nuevo emperador, con idea de ganarse seguidores —divide y vencerás— y avanzó hacia Constantinopla, llegando a saquear la ciudad de Crisópolis, hoy uno de los barrios de la moderna Estambul.

Representación de Miguel VII en la Corona de san Esteban

Representación de Miguel VII en la Corona de san Esteban

Un asustado Miguel VII negoció con el comandante de los selyúcidas en Anatolia, el general Artuk Bey —servidor de Tutush I, hijo del vencedor de Manzikert, Alp Arslan—, para que atacara el reino que se estaba forjando Roscelin de Bailleul en torno a Ancira.

Artuk Bey consiguió derrotar al levantisco normando cerca de la ciudad de Nicomedia y lo hizo prisionero. La esposa de Roscelin, de la que no se conoce nombre ni filiación, se adelantó a Miguel VII y se presentó ante el general turco cargada de joyas y dispuesta a pagar el rescate de su marido. Artuk Bey quedó admirado del valor de la esposa de Roscelin; además, valoraba a este como una fuente de problemas para los bizantinos. Decidió aceptar el rescate, con una considerable rebaja respecto a lo que habrían tenido que pagar, y quedaron en muy buenas relaciones.

Roscelin volvió a Ancira y reforzó las bases que tenía en el distrito de Armenia, donde contaba con sus principales ingresos y donde podía reclutar tropas. Y lo hizo bien, pues sabía que Miguel VII no tardaría en enviar otro ejército contra él. En esta ocasión, el emperador puso al mando a su más capaz general, de nombre Alejo Comneno. Este individuo crearía la dinastía Comneno y llegaría a ser emperador y padre de Anna Comnena, quien nos dejó una historia sobre su padre y que narra estos hechos: La Alexíada.

La campaña fue larga y desesperante para Alejo. Como se estaba alargando demasiado y el resultado se veía incierto, Alejo Comneno recurrió a la traición para capturar al normando. Lo curioso es que, ya en sus manos, se hicieron amigos. Y es que debía de ser una personalidad brillante, el normando.

Alejo Comneno veló por la vida y el bienestar de su prisionero, no permitiendo que Miguel VII lo tuviera en su poder. Hasta que, en el año 1077, otro general bizantino —este de nombre Nicéforo Botaniates— se declaró en rebeldía. Alejo Comneno señaló las aptitudes militares de Roscelin y convenció a Miguel VII para que le pusiera al mando de una tropa y lo enviara contra Botaniates.

Pues bien, Roscelin de Bailleul derrotó a Botaniates. Lo capturó... y se unió a él en su revuelta contra Miguel VII. Otra vez tuvieron que sobornar los bizantinos a quien fuera menester, usando la traición para conseguir lo que de otro modo no podían. Y por medio del oro consiguieron que, durante la batalla de Nicomedia de 1078, Roscelin fuera traicionado por los suyos. Esta vez decidieron no correr riesgos y mandaron ejecutar al peligroso normando.

Desde luego, bien se le puede aplicar el título de un libro de Rudyard Kipling y de la película de John Huston: El hombre que pudo reinar.

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