Nube de hongo sobre Hiroshima y Nagasaki producida por la bomba atómica
80 años
¿Por qué se lanzaron las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki?
Se ha especulado mucho sobre las razones que motivaron los dos únicos ataques nucleares de la historia, llevados a cabo contra población civil
Es comúnmente aceptado que fue el lanzamiento de las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki lo que llevó a Japón a rendirse a los estadounidenses. De hecho, la paz se firmaría a principio de septiembre de 1945, menos de un mes después de los ataques.
Pero cabe preguntarse cuál fue la motivación para llevar a cabo esta terrible acción y si la decisión de Harry S. Truman estuvo justificada. Entran aquí en juego consideraciones políticas, militares, geoestratégicas y morales.
Los ingenios nucleares
Little Boy y Fat Man fueron los nombres en clave de los dos primeros artefactos nucleares de fisión utilizados en la historia en el marco de una conflagración bélica. Little Boy se lanzó sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945 y tres días más tarde se liberó Fat Man sobre Nagasaki. Los resultados fueron devastadores.
Ambas bombas atómicas fueron el resultado del Proyecto Manhattan, una muy ambiciosa iniciativa de investigación y desarrollo de alto secreto liderada por Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. El proyecto fue oficialmente establecido el 13 de agosto de 1942. Su objetivo principal era crear armas atómicas de fisión en el menor periodo de tiempo posible, ya que se temía que la Alemania nazi estaría trabajando en un proyecto similar. Sin embargo, cuando terminó la Segunda Guerra Mundial en Europa, se pudo comprobar que los alemanes no tenían en marcha nada similar para la creación de armas atómicas.
De cualquier modo, Estados Unidos siguió adelante con su proyecto. Trinity, la primera prueba de un arma nuclear en la historia, tuvo lugar el 16 de julio. La guerra en Europa había terminado dos meses antes. La prueba fue todo un éxito. Desde ese momento la cuestión paso a ser ¿deben utilizarse en combate las nuevas armas?
Inducir la rendición de Japón
La guerra en el teatro de operaciones europeo había concluido a principios de mayo y, desde ese momento, Estados Unidos pudo destinar todos sus recursos industriales y militares a la campaña en el Pacífico. En esos tiempos no había duda de que Japón perdería la guerra. Pero, dada la extraordinaria acometividad de los soldados japoneses, se estimaba que los combates se prolongarían durante semanas o meses. Esto, indefectiblemente, implicaría una intensa campaña de bombardeos convencionales sobre el Imperio del Sol Naciente y una posterior invasión terrestre de sus islas principales.
Pero, si en el asalto a Okinawa habían muerto 13.000 soldados y marinos americanos, ¿qué pasarían cuando las fuerzas invasoras desembarcasen en Honshu, la principal isla del archipiélago? Por otra parte, los ataques aéreos estadounidenses sobre Japón habían causado, entre abril de 1944 y agosto de 1945, más de 303.000 muertos y casi medio millón de heridos.
En este contexto, los estadounidenses estaban decididos a detonar sus nuevos ingenios para demostrar a los japoneses que se enfrentaban a fuerzas abrumadoramente superiores. A éstos no les quedaría más remedio que rendirse y, por tanto, se salvaría la vida de numerosos militares estadounidenses y, también, de soldados y civiles japoneses.
De paso, la detonación de una o varias bombas atómicas también serviría de disuasión frente a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética de Stalin. Los soviéticos, quienes estaban ya empezando a perfilarse como enemigos de EE.UU., podrían ver la nueva y poderosa arma en acción.
Pero no era necesario lanzar los artefactos nucleares sobre población civil. Una de las alternativas pasaba por detonar una bomba en una zona despoblada, en presencia de militares y científicos japoneses. Éstos podrían entonces evaluar en primera persona su colosal poder destructor y, consecuentemente, pedir al emperador que Japón se rindiese antes de que el país fuera totalmente aniquilado.
Una nueva forma de hacer la guerra
Algunos de los asesores de Harry Truman consideraban que, puesto que Estados Unidos había invertido una ingente cantidad de recursos humanos y económicos para la puesta en marcha y ejecución del Proyecto Manhattan, lo lógico sería continuar hasta el final. Es decir, usar la nueva arma en una situación real.
Por tanto, Hiroshima y Nagasaki habrían formado parte de un plan para evaluar la potencia destructiva y los efectos sobre la vida humana de las bombas atómicas. En este caso, las dos localidades habrían sido utilizadas para llevar a cabo un experimento a larga escala de una nueva forma de hacer la guerra, cuyas implicaciones completas no se comprendieron en su momento.
Difícil de entender
De cualquiera de las maneras, lo que resulta difícilmente explicable es que la decisión final de Harry Truman fuese bombardear dos poblaciones japonesas de nulo valor militar o estratégico. Aquí suele esgrimirse el poco convincente argumento de que se eligieron zonas relativamente poco pobladas para minimizar los daños. Si se había decidido utilizar el arma atómica en combate, lo más lógico hubiese sido bombardear algún establecimiento militar.
Por otra parte, tampoco puede esgrimirse que se decidió utilizar un arma proporcional a la amenaza que suponía el enemigo. Japón no tenía en marcha ningún programa para la fabricación de bombas nucleares.
Truman nunca se arrepintió de su decisión. Pasado el tiempo, dijo que si se diesen las mismas circunstancias y tuviese las mismas opciones que en el verano de 1945, haría exactamente lo mismo. Sin embargo, aseguró que no usaría la bomba en futuras guerras. Aunque es cierto que, en el siguiente conflicto bélico en el que participó su país, la guerra de Corea (1950-1953), la URSS ya había detonado su primera bomba atómica (1949). Comenzaba la época de la doctrina de la destrucción mutua asegurada.