La gesta de Ponzano: los Leones, la Libertad y un mágico cañón
Grandes gestas españolas
La gesta de Ponzano: los Leones, la Libertad y un mágico cañón
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Probablemente las esculturas más famosas de España, compitiendo con la Cibeles, el Giraldillo y alguna más, sean los emblemáticos Leones de las Cortes. Son un símbolo político e histórico del Estado español que flanquean el Congreso de los Diputados y tanto ellos, como su autor, atesoran una curiosa historia.
Isabel II celebraba su mayoría de edad poniendo la primera piedra del edificio en 1843 que se inauguraba siete años más tarde. La fachada principal exhibía el actual aspecto neoclásico con la gran escalinata y el pórtico de columnas corintias, proyectado por Pascual Colomer. En el diseño original, la entrada iba a ambos lados enmarcada con dos farolas que la iluminaban, pero la idea no acababa de convencer y se ordenó que en su lugar se ubicasen unos leones, emblemas históricos de la nación y de la monarquía española.
Congreso de los Diputados
Los primeros y segundos leones
La pareja de felinos se encargó al escultor de cámara de la reina Isabel II, de apellido Ponzano, cuyos padres tuvieron la feliz o irónica idea de ponerle de nombre Ponciano dando como resultado la aliteración y curioso nombre de Ponciano Ponzano. Profundamente neoclásico, se había formado en Roma, y ya había esculpido –tras ganar el concurso pertinente– el frontón del pórtico de las Cortes donde representó una alegoría de España abrazando la Constitución. Aparecía rodeada de figuras que representaban la Fortaleza, Justicia, las Bellas Artes, el Comercio, la Agricultura, y entre ellas una original mujer que encarnaba la Libertad.
Frontón del Congreso de los Diputados. Bajo la bandera, a la izquierda, la Libertad
Los leones se encargaron en una época no demasiado boyante por lo que se le pidió al artista que los hiciera en yeso, y por ello, les dio un recubrimiento de betún para imitar el bronce. Pero la debilidad del material no resistió las condiciones meteorológicas, y con el paso de los meses los leones se deterioraron tanto que optaron por encargar unos nuevos de más calidad, en este caso, de mármol.
Ponciano Ponzano
Pero los segundos leones, ejecutados por José Bellver, aunque se hicieron nada menos que a semejanza de los Leones de Médici no gustaron a nadie. Porque como el presupuesto tampoco era muy alto fueron de tamaño diminuto para el lugar donde iban destinados. Protestaron desde parlamentarios al pueblo llano que pronto haría escarnio llamándoles «dos pequeños perros rabiosos» o directamente «los gatos del Congreso». Incluso les bautizaron como Benavides y Malospelos, que era un personaje de Azorín. Estas esculturas acabaron siendo retiradas a un almacén y hoy todavía pueden verse en los Jardines de Monforte en Valencia.
Leones de Valencia en los Jardines de Monforte
Se acometería un tercer intento. Esta vez no fallarían: los leones tendrían que ser grandes y de material noble, pero el problema es que tampoco no había dinero en las arcas del estado para fruslerías.
La gesta bélica sería la solución
Sin esperarlo, una victoria bélica solucionaría el problema. La Primera Guerra de África enfrentaba a España y al Sultanato de Marruecos por los continuos ataques a Ceuta por parte de bandas rifeñas. El 4 de febrero de 1860 los generales O’Donnell, Prim y Ros de Olano asediaban las puertas de Tetuán. Para tomarla atacaron por un flanco mientras que por otro voluntarios catalanes al mando de Prim hacían una torre humana, un castell. Aupándose, conseguían alzarse a la muralla de la alcazaba y en lo más alto izar la bandera española. Con ello facilitaron el paso de las tropas, que victoriosas, incautaban los cañones marroquíes.
Orgull. Toma de la Alcazaba de Tetuán
Poco más de un mes más tarde, el 23 de marzo, acontecía una de las batallas más decisivas y la fuerza española volvía a vencer en el valle de Wad-Ras y también capturaron todos sus cañones. En el tratado de paz, llamado también de Wad Ras, se estipuló que Marruecos debería ceder a España un territorio adicional alrededor de Melilla y Ceuta y la dimensión estaría determinada por el alcance de un disparo de cañón. No se eligió al azar. Algunas piezas de artillería son tan singulares que se acaban bautizando como los famosos Tigre, El Abuelo, o El de los Dardanelos. Pues bien, el cañón elegido fue el conocido como «El Caminante», de 24 libras y alta tecnología, cuya capacidad de disparo, alcance y precisión lo convirtieron en el perfecto para la importante cesión. A diferencia de otras piezas históricas que se conservan en museos nadie sabe qué pasó después con «El Caminante». No hay rastro alguno en los registros.
Trazado de los límites de Melilla por el Caminante
Volviendo a los leones, todos los cañones incautados eran de bronce y se decidió que en homenaje a los vencedores y en recuerdo a los caídos en esta guerra los nuevos leones de las Cortes se esculpieran con ellos. Hoy en los pedestales de las piezas se puede leer: «Fundido con cañones tomados al enemigo en la Guerra de África en 1860». ¿Con los de Tetuán? ¿Con los de Wad Ras? Las fuentes difieren pero lo importante es que fueron fundidos en la Real Fábrica de Artillería de Sevilla en 1865, con operarios también de Trubia para realizar las más de 2.000 piezas de 25 milímetros de espesor del molde de Ponzano. A día de hoy el «vaciado» de los leones puede contemplarse en la Capitanía General de Sevilla, ciudad en la que, por tanto, nacieron.
Leones de Capitanía de Sevilla
Los leones definitivos
Se dice que Ponzano mostró reticencia al encargo, ya que en el mundo artístico se considera de mal augurio esculpir animales, pero al final aceptó. Los dos nuevos felinos, majestuosos y con empaque, posaban una de sus garras sobre una esfera que simboliza el orbe. Fueron llamados por el pueblo Daoíz y Velarde, en honor a los héroes artilleros del 2 de mayo de la Guerra de la Independencia.
A día de hoy la identidad de los leones y su simbología es discutida. Ponzano abrazó con fervor el neoclasicismo y la vuelta a la estética clásica y por ello encaja la teoría de que pudieran representar a Hipómenes y Atalanta de la mitología griega. El padre de Atalanta estaba resentido por haber tenido una niña y no el niño que deseaba, y la había abandonado en un bosque. Pero la niña tuvo suerte y la salvó una osa que la amamantó y crio y se convirtió en un mujer luchadora, salvaje, y hermosísima. Tanto que cautivó a Hipómenes, y fue correspondido. Los amantes yacieron con pasión en el templo de Cibeles lo que ofendió a la diosa que los transformó en leones condenados eternamente a tirar de su carro y no poder volver a mirarse. Serían por tanto los mismos leones que portan el carro de la vecina Fuente de la Cibeles madrileña. De hecho uno mira hacia la Plaza de Neptuno y el otro hacia la Puerta del Sol.
Los leones del Congreso
Supuestamente aunque fueron convertidos en leones, por lo que lucían ambos la melena leonina de los machos, la diosa había respetado sus respectivas identidades. Ponzano dio a la masculina 2,668 kilos y es el que levanta el rabo y la femenina Atalanta con 2,219 kg.
El uso político
Pero en 1985 los leones se retiraban provisionalmente para restaurarlos y se descubría que uno carecía de los atributos propios de la virilidad masculina. ¿Entonces uno de ellos era hembra? Era imposible, por la melena y de la falta de testículos se dieron varias razones: desde un error en la fundición en Sevilla, a la pérdida de una pieza (ya dijimos que eran más de dos mil), o incluso a la falta de material que el artista habría disimulado enroscando su cola para que estuvieran pero no se vieran. Pero la bolsa testicular del león es bastante pequeña, por lo que esto último no se sostiene mucho. Curiosamente en la línea de que los dos machos, tenían que parecerlo, pero también serlo, en 2012 se iniciaba una campaña publicitaria para pedir que se pusieran los testículos al que le faltaban. Campaña que hasta obtuvo un premio Iberoamericano.
Leones con y sin testículos.
Por su visibilidad, el uso de los leones como soporte de reivindicaciones políticas no es nuevo. Recién colocados un grupo de diputados los usaron como protesta antibelicista denunciando el origen militar y guerrero del bronce, e incluso quisieron promover su destrucción. En 2014, la organización ecologista Greenpeace ató una cinta amarilla en el hocico de uno de los leones como protesta contra la conocida como Ley Mordaza. Y, con motivo de la celebración del Día Internacional de la Niña, los acompañaron de una leona azul para pedir más oportunidades para las mujeres.
Leones en el Día mundial de la niña
Recientemente decenas de activistas climáticos de ‘Rebelión Científica’ arrojaron pintura roja sobre ellos para protestar contra «la pasividad» del Gobierno ante la crisis climática. La menos lesiva fue cuando le pusieron gafas a unos leones el día de Cervantes. Y lo que vendrá ni lo imaginamos.
León con gafas por el homenaje a Cervantes.
El mal fario
Ponzano por su parte no tuvo buena suerte. Se dijo que el mal fario de haber retratado a los leones le pasó factura: la Corona pagaba tarde y mal, los encargos flojearon, la mujer le abandonó, falleció su hijo y se moría en 1877, sin dinero ni para enterrarse. Era tan pobre que la Real Academia de San Fernando tuvo que pagarle una digna sepultura, aunque otros cuentan que fueron sus hijos que tuvieron que vender sus dibujos para ello. Probablemente fue el mejor escultor español de su siglo, pero la vanguardia llegó arrasando y cual dictadura ideológica en el arte, se ha condenado al olvido a los grandes artistas figurativos.
Un gran legado
Pero aún así, el escultor dejó un gran legado. Si hablamos de que los leones son las esculturas más famosas de España, la del mundo es la Estatua de la Libertad de Nueva York que Francia encargó a Bartholdi y que regaló a los Estados Unidos en 1886.
Las tres Libertades: dos de Ponzano y la de Nueva York
Pero un cuarto de siglo antes, en 1857, Ponzano en el frontón del Palacio de las Cortes ya había concebido esa misma imagen de la Libertad – que comentamos- y la volvió a repetir para el Panteón de Hombres Ilustres en Madrid (hoy Panteón de España). Hasta su creación, todas las imágenes de la libertad, en cuadros, grabados y esculturas se representaba con gorro frigio. Pero Ponzano la coronó con una diadema de rayos solares que ilumina el mundo con un brazo alzado. No hizo una vez, sino dos, y con pequeñas diferencias la erigió Bartholdi para Nueva York... pero décadas después… En el mundo artístico europeo todo se sabía. Ponzano era una referencia, y lógicamente se inspiró en sus diseños. Vamos, que le copió.
Estatua de la Libertad de Ponzano en el Panteón de Hombres Ilustres de Madrid
Su última obra: máximo romanticismo
Pocos días antes de morir entregó su última obra para El Ferrol: la del marino Victoriano Sánchez Barcaiztegui. Recién fallecido, su ciudad natal quiso recordarlo con una gran estatua. Ponzano aparcó su neoclasicismo para legar una imagen rabiosamente romántica del héroe. El marino, mandando una fragata que recibiría 160 proyectiles en el Callao en la campaña del Pacífico, había dicho con sorna gallega a los que le pedían hundirla «Hoy no es día de mojar la pólvora». El escultor lo retrató mirando al cielo, ensimismado y en ligero «contraposto», contándonos que ni los mismísimos héroes son dueños de sus vidas, sino el fatum o el destino. Casualmente ambos morirían con apenas meses de diferencia, Ponzano atragantado con una uva y Sánchez Barcaiztegui, ametrallado en Motrico en la tercera guerra carlista.
Sánchez Barcaiztegui en El Ferrol
Muy vivo… y vuelve de «El Caminante»
Es cierto que Ponzano está olvidado, pero una bulliciosa calle madrileña lleva su nombre, de su diseño es la estatua más famosa del mundo, esculpió una de las esculturas militares más románticas del orbe español y sus leones llevan más de siglo y medio presidiendo la sede de la soberanía nacional viviendo repúblicas y monarquías, democracias y dictaduras. Y hay algo más…
La leyenda dice que los Leones de Ponzano algún día rugirán porque aquel potente cañón, «El Caminante», al que se adjudicó la decisiva misión española en Wad-Ras, no desapareció. Habría formado parte del contingente de cañones que tuvieron como destino la Fábrica de Artillería de Sevilla. Allí su bronce mágicamente se fundió en las fauces de ambos leones que rugirán con fuerza, volviendo a ser cañón, cuando la nación flaquee para alertar a los españoles de buena fe de que no dejen morir a la Patria. Como dicen los jóvenes: Parece que ya están tardando.