El día más triste de Charles de Gaulle: la muerte de su hija Anne con síndrome de Down

En el año 2016, el Consejo de Estado de la República de Francia, por medio de una sentencia, avaló el dictamen de un tribunal de radiodifusión por el cual se prohibía un anuncio que mostraba a niños con síndrome de Down y los presentaba como personas alegres y queridas por sus familias. El tribunal, en una sentencia bastante demagógica e impulsada por un presidente Hollande ya en claro declive, decidió prohibir el anuncio que, según su opinión, podría generar angustia a quienes optasen por la interrupción del embarazo de un niño —o nasciturus— aquejado de alguna discapacidad.

Ahora me gustaría hablarles del militar y estadista francés Charles de Gaulle (1890–1970). Es una figura muy conocida, posiblemente el estadista francés más importante del siglo XX y una de las personalidades más relevantes de su tiempo. Sus biógrafos, subordinados y familiares, cuando hablaban de él, siempre mencionan su enorme sentido del patriotismo. Y usan esa palabra no en la acepción vulgar y manoseada que se le suele dar hoy en día, con la que se tapan defectos o se usa despectivamente, sino en la más elevada y pura.

La búsqueda de ese ideal —que juzgarlo ahora no viene al caso—, junto con la autodisciplina impuesta, le llevó a desarrollar una personalidad austera, rígida muchas veces. Él mismo fomentó un distanciamiento de las personas que a menudo se confundía con altivez. Con displicencia incluso. Su hijo Philippe, que llegaría a ser almirante de la Armada, recordaba en sus memorias que su padre jamás se presentó ante el resto de su familia sin estar perfectamente vestido (de civil o de uniforme). También menciona que no recuerda haber recibido un beso de su padre. Nunca. Ni ver besar a ningún otro miembro de la familia, con una notable excepción: su hermana pequeña Anne.

Anne de Gaulle nació el 1 de enero de 1928. Fue la menor de los tres hijos que tuvo el matrimonio De Gaulle (los otros dos son el mencionado Philippe y Élisabeth). La niña nació en la ciudad alemana de Tréveris, donde estaba destinado su padre como comandante de batallón en el 19.º Regimiento de Cazadores a Pie.

La pequeña Anne nació con síndrome de Down. Estos niños, entonces llamados «mongólicos» por los rasgos característicos que poseen, eran mirados con cierta aprensión por la mayor parte de la sociedad. Nada se sabía entonces de que su origen estaba relacionado con el cromosoma 21, por lo que la ignorancia dio en vincularlos con algún tipo de degeneración física o moral (alcoholismo, endogamia, incesto, etc.).

En definitiva, cuando se producían estos casos, lo mejor era ingresarlos en alguna discreta institución —donde se pensaba que los cuidarían bien— y olvidarse de ellos. Hace unos años hubo un escándalo en el Reino Unido en relación con unas primas hermanas de la Reina Madre que oficialmente no existían y estaban encerradas en una residencia psiquiátrica desde hacía décadas.

El matrimonio De Gaulle se negó a desprenderse de la niña. «Dios nos la ha dado. Debemos responsabilizarnos de ella, dondequiera que esta sea y lo que sea de ella» fue la respuesta del general. El distante militar organizó su familia de manera que Anne recibiera todo el amor posible y que jamás se sintiera menospreciada o apartada por el hecho de ser diferente. Esta sería una regla de oro en el hogar de los De Gaulle: que el hecho de ser diferente no alteraba ni el trato ni el cariño de la familia hacia la niña.

El seco De Gaulle, que no aceptaba familiaridades de nadie, no mostraba reticencia alguna en revolcarse por el suelo mientras jugaba con Anne, o en bailar y cantar con ella, o en dejar que la niña jugara con sus condecoraciones o con el képi, prenda militar que no permitía que nadie tocara. Excepto Anne. No podía existir mayor diferencia entre la figura pública y el padre de familia. Y es que el matrimonio fue siempre muy celoso de su intimidad.

Anne siempre acompañó a su padre en todos los destinos. Tanto Charles como Yvonne de Gaulle no querían separarse de la niña. Y lo cierto es que Anne devolvía tanto o más amor del que recibía de su familia. A su padre lo adoraba con una devoción absoluta, como se puede ver en las fotos en las que aparecen los dos.

Durante los años de la guerra, el militar encontró consuelo y extrajo fuerzas de ese amor de su pequeña. «Sin Anne, quizás nunca hubiera logrado lo que hice. Ella me dio el corazón y la inspiración para lograrlo».

Anne murió de bronconeumonía el 6 de febrero de 1948. Acunada en los brazos de su padre, pasó sus últimas horas hasta que se fue. De Gaulle, devastado, le comunicó a su esposa: «Ahora ella es una niña como las otras».

En 1945, el matrimonio De Gaulle compró el castillo de Vert-Cœur, donde establecieron la residencia principal de la Fundación Anne de Gaulle, dedicada a la atención y cuidado de personas afectadas con el síndrome de Down.

A lo largo del resto de su vida, el general De Gaulle siempre tuvo presente a la pequeña Anne, y en los momentos de tensión creyó sentir su presencia cerca de él. Esta idea se hizo más intensa tras el atentado sufrido el 22 de agosto de 1962. El coche en el que viajaba el matrimonio fue alcanzado por proyectiles disparados por miembros de la OAS.

Ni el militar ni su esposa recibieron herida alguna. Uno de los proyectiles —que, de continuar su trayectoria, habría herido mortalmente al general— quedó atrapado en el marco de la fotografía de Anne, que siempre colocaban en la bandeja trasera de los asientos posteriores. Charles e Yvonne de Gaulle están enterrados junto a su hija Anne en el cementerio de Colombey-les-Deux-Églises.