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La reina Julia de España y su hermana Désirée, princesa Bernadotte de Pontecorvo, pintadas por Robert Lefèvre en 1810.

La reina Julia de España y su hermana Désirée, princesa Bernadotte de Pontecorvo, pintadas por Robert Lefèvre en 1810.

Dinastías y poder

Las hermanas Clary: cómo dos hijas de comerciantes llegaron a ser reinas en la Europa napoleónica

Su historia constituye una muestra del contexto posterior a la Revolución Francesa, en el que la burguesía se integró en las altas esferas del poder monárquico europeo

En la Europa de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, las vidas de Julia y Désirée Clary representan un caso curioso de ascenso social: dos hijas de una familia de comerciantes marselleses que llegaron a convertirse, respectivamente, en reina de España y reina de Suecia y Noruega.

Su historia constituye una muestra del contexto posterior a la Revolución Francesa, en el que la burguesía se integró en las altas esferas del poder monárquico europeo. Una gran contradicción entre quienes habían predicado terminar con los privilegios de clase y, al mismo tiempo, creaban una nueva aristocracia: la suya.

Las hermanas Clary nacieron en Marsella. La mayor, Julia, futura esposa de «Pepe Botella», en 1771; la menor, Désirée, primera novia del general Bonaparte y reina de Suecia, en 1777. Eran hijas de François Clary, próspero comerciante de sedas y tejidos. Marsella era entonces una ciudad con intensa vida económica, que rondaba los 95.000 habitantes, en una Francia que ya superaba los veintisiete millones, según la estimación de André Soboul en su libro de referencia sobre la Revolución Francesa. Era la principal urbe del sur de Francia y uno de los puertos más activos del Mediterráneo, aunque muy alejada de lo que podían representar Lyon o, por supuesto, París.

La Revolución alcanzó en Marsella, como en el resto del país, episodios de radicalismo y mucha sangre, con un papel destacado de los comités locales: en 1792 se produjo una oleada de arrestos y ejecuciones de sacerdotes refractarios, nobles y realistas acusados de conspirar contra la República. Para las familias burguesas, como los Clary, esto podía representar un riesgo, pero también una oportunidad. Uno de los hermanos varones se convirtió en diputado del departamento de las Bocas del Ródano durante el Consulado, con cargos administrativos bajo el Imperio. El menor llegó a ser ennoblecido por Napoleón con el título de conde, en clara muestra de la conversión de la familia en esa nueva aristocracia imperial.

Las alianzas matrimoniales resultaron para ellos el instrumento perfecto de ascenso social. En 1794, Julia Clary se casó con José Bonaparte, hermano mayor de Napoleón. Fue reina de Nápoles entre 1806 y 1808, y posteriormente reina de España entre 1808 y 1813, aunque residió la mayor parte del tiempo en Francia. La «reina intrusa», como se la llamaba, pocas veces pisó suelo patrio, como tampoco lo hizo María Tudor al casar con Felipe II. Reservada y de carácter prudente, prefirió quedarse cerca de París, en Mortefontaine, y asistir a los bailes de las Tullerías. Agustín de Figueroa publicó en ABC (14 de abril de 1946) un curioso artículo sobre ella. Salvo esto, poca atención le hemos dedicado en España.

Su hermana Désirée tuvo un destino más romántico. De joven estuvo prometida con Napoleón, cuando este era solo un modesto oficial sin destino. La relación se rompió cuando Napoleón conoció a Josefina, cosmopolita, sensual y próxima a los círculos de Barrás, quien, en su enorme ambición, podría abrirle la puerta de la política. El general, gran conquistador de naciones, no quiso repudiar a su antigua novia y maniobró para que se casara con Jean-Baptiste Bernadotte, uno de sus mariscales más brillantes. En 1810, Bernadotte fue elegido heredero al trono de Suecia, y años después se convirtió en Carlos XIV de Suecia y Noruega. Así, Désirée, la antigua novia del emperador, se transformó en consorte de un reino nórdico.

De la unión de Désirée con Bernadotte nació la dinastía sueca que aún reina, mientras que la descendencia de Julia se integró en la nobleza francesa del siglo XIX. Su hija Zenaida se casó con su primo, el príncipe Canino, y fue aficionada a la literatura, dejando traducciones de Schiller, su poeta favorito. La menor, Carlota, se casó con otro primo suyo, hijo del rey Luis de Holanda y hermano de Napoleón III, «el segundo César» de la dinastía de los Bonaparte. Quedó viuda sin sucesión en 1831.

El ascenso de las hermanas Clary encarna el papel de la burguesía en la Europa postrevolucionaria. Como subraya Elinor Barber en La burguesía en la Francia del siglo XVIII, la Revolución no destruyó a la burguesía, sino que consolidó su hegemonía económica y política. El pueblo, los estratos más bajos del tercer estamento, permaneció como estaba. Las Clary representan esa clase cuya capacidad de adaptación, tan revolucionaria, permitió acceder al poder a través de las alianzas con el Imperio.

La vida de estas hermanas ha sido estudiada en obras como la de Gabriel Girod de l’Ain, Désirée Clary (1959), con acceso a la correspondencia de la futura reina con el emperador y su entorno, y en los estudios de L. Antonini, Las Clary. Una gran familia provenzal, donde se analiza cómo la familia se convirtió en símbolo del poder ascendente de la burguesía en Francia, dando paso a un nuevo modelo social.

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