Fotografía del paso de Nathu La en 1939 con un lhapsa
Picotazos de historia
La leyenda del paso de Nathu La: el fantasma que protege a los soldados del Himalaya
Poco tiempo después de haber recuperado el cadáver y haberlo incinerado, empezaron a circular, entre los soldados de guarnición en Nathu La y Cho La, extrañas historias
En el Himalaya, en la cordillera del Dongkya, que separa la provincia china de Yadong del Tíbet y del estado hindú de Sikkim, se encuentra el estratégico paso o desfiladero de Nathu La. Este desfiladero está situado a más de 4.000 metros de altitud. Su nombre viene de la palabra tibetana Nathu, que significa «oídos atentos», y La, paso o desfiladero.
Al ser un punto de elevado valor estratégico, también lo es de fricción, en especial con los vecinos chinos del norte y del este, ya que el Tíbet está ocupado por China. Durante la guerra chino-hindú de 1967 se produjeron fieros combates por controlar los desfiladeros de Cho La y Nathu La. Terminados los combates, cada bando intercambió los cuerpos de los soldados caídos, pero no cesó la violencia, y la tensión continúa viva, al punto de que, de tanto en tanto, se producen incidentes en estos dos sitios.
El soldado Harbhajan Singh (1946–1968) nació en la aldea de Browndel (actual Sadrana), hoy en Pakistán, en el seno de una familia de religión sij. La familia se trasladó a las proximidades de Patti, en el Punyab, donde Harbhajan terminó sus estudios. Sin una idea clara de qué hacer y con el servicio militar por delante, pasó por la caja de recluta de Amritsar y fue encuadrado en el prestigioso Regimiento Punyab, el más antiguo del moderno Estado de la India, cuyos orígenes se pueden rastrear hasta el año 1705, en un regimiento de punyabíes creado por orden del marajá de Patiala. Este principado estaba considerado como el principal del Punyab y líder de la comunidad sij, teniendo derecho a un saludo de diecisiete cañonazos, según el sistema de honores y precedencias del Raj británico en la India. Pero me estoy desviando.
Como les estaba contando, Harbhajan Singh ingresó en el Ejército en el año 1965, en concreto en el mencionado Regimiento Punyab. Demostró ser un soldado voluntarioso y eficiente, aunque no destacó por dotes de mando u otro motivo, pues tras dos años era soldado de primera.
En 1968, la unidad de Harbhajan Singh fue destinada al poco agradable servicio de guarnecer el paso de Nathu La. Era un puesto alejado de todo, expuesto a una climatología extrema y peligroso; no solo por ser una zona de tensión política, sino por lo difícil del terreno, y porque un accidente en esas condiciones podría ser mortal. Y eso fue lo que ocurrió.
El 4 de octubre de ese año, el cipayo (palabra que significa soldado y viene del persa sipahi) Harbhajan Singh perdió la vida mientras escoltaba una columna de mulas que transportaban suministros. El soldado fue arrastrado por la corriente, que venía crecida, de un río que estaban vadeando. Ese fue el inicio de la extraña historia de su leyenda.
Durante tres días se buscó, infructuosamente, el cuerpo del compañero al que habían arrastrado las aguas. Durante la noche del tercer al cuarto día, uno de los compañeros del desaparecido soñó con él. Durante el sueño, el soldado muerto indicó a su compañero dónde podían encontrar su cadáver. También le hizo saber que deseaba que su cuerpo fuera incinerado en ese mismo lugar y que se levantara una pequeña capilla.
El compañero comunicó a su superior, a la mañana siguiente, el extraño sueño que había tenido y su deseo de buscar el cuerpo de Harbhajan en el lugar que le había mostrado. El oficial al mando no puso pega alguna. Para sorpresa de todos, el cuerpo del ahogado apareció exactamente donde les había indicado el sueño.
Placa en el santuario de Baba Harbhajan Singh
Este hecho causó una gran impresión entre los soldados que, unánimemente, decidieron cumplir el deseo expresado por el muerto de que su cuerpo fuera incinerado en el lugar. También erigieron una pequeña capilla, que con el tiempo se convertiría en el santuario de Baba (padre, tratamiento respetuoso para personas de autoridad religiosa o santos) Harbhajan Singh.
Poco tiempo después de haber recuperado el cadáver y haberlo incinerado, empezaron a circular, entre los soldados de guarnición en Nathu La y Cho La, extrañas historias. Todas ellas tenían como protagonista al soldado Harbhajan, a quien ya empezaban a referirse respetuosamente como Baba. La tropa afirmaba que podían sentir la presencia del soldado y que esta les avisaba de peligros o les prevenía de algún incidente; también sentían que les reprendía por faltas de disciplina y que los golpeaba para despertarlos si se quedaban dormidos durante una guardia.
La historia del soldado que seguía cumpliendo con su deber después de muerto captó la imaginación popular y fue honrada por el Ejército. La pequeña capilla se transformó en punto de peregrinación. En el acantonamiento de Nathu La se conservan su camastro, equipo y pertenencias, como si aún siguiera de servicio. De hecho, sigue cobrando su sueldo, que es religiosamente enviado a su familia.
Como lleva años de servicio, se le han aplicado los bonus y ascensos por antigüedad a los que tiene derecho. Actualmente es capitán honorario del Ejército indio. Como oficial, está autorizado a tener su propia habitación, cuya cama se hace diariamente, y vacaciones. Cuando llega el tiempo de tomar estas últimas, se empaquetan todas sus pertenencias y se envían al distrito de Kapurtala, donde reside su familia. Para su traslado se le reserva un asiento de primera clase en el tren, tanto a la ida como a la vuelta.
La figura del fantasma o espíritu del soldado que continúa cumpliendo con su deber ha calado tan poderosamente en la imaginación popular que, cada vez que tiene lugar alguna reunión entre los mandos de las guarniciones de la zona fronteriza para tratar cualquier punto, las autoridades chinas e hindúes hacen hincapié en que debe habilitarse un asiento para que sea ocupado por el espíritu del capitán Harbhajan Singh. Y ambas partes se lo toman muy en serio, pues nadie puede sentarse en esa silla y ambas delegaciones saludan respetuosamente a la silla al principio y final de la reunión.
La pequeña capilla levantada en el lugar donde fueron incinerados los restos del soldado ahogado es, en la actualidad, un importante centro de peregrinaciones, donde se han constatado varias curaciones milagrosas.