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Castillo de Eilean Donan

Castillo de Eilean Donan

Picotazos de historia

Eilean Donan: la historia del castillo escocés que defendió un puñado de soldados españoles

En el año 1719 se desembarcaron allí pólvora y municiones, dejando una guarnición para la defensa de unos cincuenta soldados y oficiales

En la zona occidental de Escocia existe un territorio histórico conocido como el señorío de las Islas. Como suele suceder, los orígenes se hunden en la leyenda. Históricamente está vinculado, desde el siglo XII, con el poderoso clan Donald o MacDonald, y en su máximo apogeo se extendió por las penínsulas de Ardnamurchan, Kintyre y Knoydart, parte de Argyll y las islas de Arran, Man, Bute y las Hébridas. El conjunto formaba un extenso territorio fácil de defender, lo que hacía de los MacDonald y de sus septs (linajes asociados por alianza o por vínculos de sangre con el clan principal) el clan más poderoso de Escocia.

Al norte del señorío de las Islas, los MacDonald lindaban con el condado de Ross. Allí, en la confluencia de los lagos Long, Alsh y Duich, hay una pequeña isla mareal (conectada a tierra firme por medio de un istmo que aparece con la bajamar) llamada Donan. Ya que en gaélico isla se dice eilean, a la isla se la conoce como Eilean Donan.

Esta isla era desde antiguo un lugar estratégicamente valioso, tanto por el área de control que le permitía como por la dificultad de ser tomada. No es de extrañar que fuera inmediatamente fortificada por el clan Mackenzie, que controlaba el condado de Ross, para proteger su frontera con los MacDonald. Los Mackenzie hicieron de la fortaleza en la isla residencia principal de su clan. Posteriormente, la entregaron a dos septs del clan Mackenzie que vivían en esa zona, con el encargo de guarnecerla y defenderla. Los clanes serían los MacLennan y los MacRae.

Kenneth Mackenzie, tercer conde de Seaforth, fue criado en Eilean Donan por el reverendo Macrae de Farquhar

Kenneth Mackenzie, tercer conde de Seaforth, fue criado en Eilean Donan por el reverendo Macrae de FarquharWikimedia Commons

Los MacRae acabarían protegiendo el castillo durante las infinitas disputas, odios y venganzas que trufaron las relaciones entre los diferentes clanes de las Tierras Altas de Escocia durante los siglos XV, XVI y XVII. Tan efectivos demostraron ser los MacRae en el encargo de defender las tierras fronterizas que se les encomendaban, que fueron conocidos como «la cota de malla de los Mackenzie». Durante estos revueltos tiempos, los MacRae rechazaron numerosos ataques de los MacDonald y Eilean Donan jamás cayó en sus manos.

En el año 1689 perdió su trono el rey Jacobo Estuardo, II de Inglaterra y VII de Escocia, siendo sustituido por su hija Ana, última Estuardo reinante. A su muerte, sin hijos, el trono pasó a la línea protestante de los Hannover. La línea católica de Jacobo II continuaría fomentando levantamientos y revueltas, así como manteniendo sus aspiraciones al trono hasta el año 1745.

En el año 1719 se produjo uno de estos levantamientos a favor de la causa jacobita. Los líderes escoceses de esta sublevación fueron: los Condes Mariscales del reino (clan Keith), el marqués de Tullibardine (clan Murray) y el conde de Seaforth (clan Mackenzie). Los sublevados contaban con ayuda militar de España, en concreto con el regimiento de La Coruña, bajo el mando del coronel don Nicolás Bolaños.

El 11 de abril de 1719, fuerzas jacobitas apoyadas por infantería de marina española desembarcaron cerca del lago Alsh. Ocuparon los alrededores y tomaron por sorpresa Eilean Donan. El castillo de la isla les pareció un lugar apropiado para un depósito y base de las futuras operaciones en Escocia.

Se desembarcaron allí pólvora y municiones, dejando una guarnición para la defensa de unos cincuenta soldados y oficiales. El resto de las fuerzas se internaría en Inverness, para terminar siendo derrotados en la batalla de Glenshiel (10 de junio).

Batalla de Glenshiel

Batalla de Glenshiel

El domingo 10 de mayo, por la mañana, fondearon cerca de la isla tres barcos de guerra de la flota británica: el HMS Worcester, de cincuenta cañones; el HMS Enterprise, de cuarenta y cinco cañones; y el HMS Flamborough, de veinte cañones.

Los británicos enviaron parlamentarios bajo bandera blanca, que fueron rechazados por la guarnición. Quedando claro que los españoles no tenían intención alguna de negociar, el comandante de la flota —capitán del Worcester, Chester Boyle— organizó el ataque para el día siguiente.

Al amanecer del día 11, los barcos británicos tomaron posiciones e iniciaron el cañoneo sobre el castillo, que no contaba apenas con piezas de artillería. El cañoneo se prolongó durante todo el día, continuándose en la oscuridad de la noche. El continuar con el cañoneo durante las horas de oscuridad fue para ocultar a las barcas que alcanzaban la orilla, de las que salían tropas prestas al asalto de las ruinas.

La lucha fue breve y, al albor, los ingleses eran dueños de lo que quedaba del castillo. Se hizo cómputo del resultado: habían capturado a un teniente y un sargento españoles, junto con treinta y nueve soldados del regimiento de La Coruña. A estos los embarcaron y acabarían en el castillo de Edimburgo.

Los ingleses también encontraron a un número de rebeldes irlandeses y escoceses, que fueron debidamente ejecutados. Se capturó un rico botín de 343 barriles de pólvora y otros 52 que contenían proyectiles para fusiles.

La flota inglesa dedicó los siguientes días a destruir lo poco que quedaba útil, no solo en la isla, sino en los alrededores.

El castillo permaneció en ruinas durante mucho tiempo, hasta que en 1919 se inició su restauración. Esta la llevó a cabo el nuevo propietario de la isla, el coronel John MacRae-Gilstrap, que había sido reconocido oficialmente como el nuevo jefe o mormaer del clan MacRae. El castillo terminó abriéndose al público en 1955, y desde entonces es uno de los lugares más pintorescos y más visitados de Escocia.

Es un lugar tan reconocible que se ha querido que aparezca en numerosas películas y series de televisión.

El castillo de Eilean Donan, por supuesto, tiene sus fantasmas, y el más conocido de todos es el de un soldado español. Se cree que este soldado debió de morir durante el bombardeo previo al asalto del castillo. Hay historias, absolutamente apócrifas, que hablan de que camina con su cabeza bajo el brazo. Estas son tonterías que confunden a los irlandeses y escoceses ejecutados tras la captura del castillo. Sí es verdad que hay bastantes testimonios de visitantes que oyen pasos, como si alguien estuviera patrullando por las antiguas murallas.

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