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Trafalgar cuadro de Auguste Mayer

Tres héroes españoles de la batalla de Trafalgar que defendieron la honra de España

Sus nombres quedaron grabados en las páginas de los libros de historia de España por llevar como máxima aquello de «resistir es vencer»

Marcelo Gullo destacó del español del Siglo de Oro su espíritu de resistencia y su valentía inquebrantable, características que empujaron a muchos a conquistar el Nuevo Mundo y a otros tantos a defender su patria sin tenerle miedo a la muerte.

Eso fue lo que ocurrió en Trafalgar. Galdós puso en boca del protagonista de su novela dedicada a esta gran batalla naval las siguientes palabras: «Entonces percibí con completa claridad la idea de la patria, y mi corazón respondió a ella […]. En el momento que precedió al combate, comprendí todo lo que aquella divina palabra significaba, y la idea de nacionalidad se abrió paso en mi espíritu». Este pasaje no fue escrito al azar: refleja la importancia simbólica de aquella época y lo que aquella batalla representaba para esos marinos.

Solo comprendiendo ese espíritu se puede entender la acción de aquellos hombres en Trafalgar, donde, a pesar de ser una de las derrotas más amargas ante la Royal Navy, supieron mantener en alto la honra del Imperio al considerar que «resistir era vencer».

Cosme Damián de Churruca

«Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto», escribió Cosme Damián de Churruca, brigadier y comandante del navío San Juan Nepomuceno, a su hermano antes de combatir en Trafalgar.

Según comentó el coronel Santiago J. Acosta Ortega, director de Estudios e Investigación del Instituto de Historia y Cultura Naval de la Armada, a este medio, Churruca «era el arquetipo de marino ilustrado de su época; una combinación de científico eminente, de valía reconocida en España y fuera de ella, y un militar heroico, como demostró en varias ocasiones a lo largo de su carrera, y especialmente con su muerte en Trafalgar».

Muerte de Churruca en Trafalgar, óleo de Eugenio Álvarez Dumont, Museo del PradoCC

Aquel 21 de octubre de 1805, una bala de cañón destrozó la pierna derecha de Churruca, causándole una hemorragia fatal. No obstante, a pesar de su herida mortal, permaneció en su puesto y ordenó a su dotación que continuase combatiendo mientras él siguiera con vida. Tras combatir contra seis navíos ingleses a la vez, el capitán del Nepomuceno murió desangrado, dejando un legado difícil de superar en el combate y las ciencias.

Federico Gravina

El almirante Federico Gravina fue ejemplo de marino audaz, fiel a sus convicciones y leal a sus superiores. A bordo del Príncipe de Asturias, un coloso de 112 cañones, Gravina no abandonó su posición a pesar de haber sido herido seriamente en su brazo izquierdo. No solo fue un guerrero intrépido, sino también un estratega sagaz. En campañas anteriores, como en Menorca y Gibraltar, dejó brillar su genialidad táctica para admiración de compañeros y temor de enemigos.

Federico Gravina

Durante la batalla contra la Armada británica, Gravina lideró a su dotación con un valor inquebrantable, a pesar de las discrepancias tácticas con el oficial francés Villeneuve: horas antes del comienzo de la contienda, el francés ordenó formar línea de combate, mientras que Gravina propuso colocar sus barcos «a barlovento del cuerpo fuerte» para atraer a varios ingleses o bien caer sobre el alcance de los dos enemigos, cogiéndolos entre dos fuegos.

El español solicitó al francés poder maniobrar con independencia, pero esta fue denegada. En el choque con los ingleses, Gravina quedó gravemente herido, pero continuó luchando hasta perder el conocimiento como consecuencia de la pérdida de sangre.

Cayetano Valdés

«Lo que caracterizaba a un español —y todos en Europa lo sabían— era su valentía. Es decir, un español no se rendía nunca. Jamás», sentenció el politólogo argentino Marcelo Gullo en un encuentro organizado por la Fundación NEOS.

Cayetano Valdés también demostró su valentía durante la batalla de Trafalgar. A bordo del navío Neptuno y movido por el deber y el honor, Cayetano Valdés se lanzó hacia el corazón del enfrentamiento, en dirección a los maltrechos buques insignia Santísima Trinidad y Bucentaure, que ya estaban siendo atacados por los ingleses.

Cayetano Valdés

Pero fue interceptado por dos navíos ingleses de 74 cañones. La resistencia de Valdés fue tal que la flota enemiga necesitó reforzar el ataque con dos barcos más. Pese a la bravura de Valdés, la superioridad inglesa fue mermando el Neptuno: cañones desmontados, mástiles partidos, velas destrozadas y múltiples impactos de bala dejaron al navío en ruinas.

En el clímax del combate, un mástil del Neptuno cayó e hirió a Valdés en la cabeza, perdiendo el conocimiento tras haber sufrido 117 heridas de metralla durante el «vigoroso combate», tal y como lo describió en su informe. Aunque ya no pudo seguir luchando, sus oficiales le informaron que el Neptuno, aislado y acosado por fuerzas superiores, siguió combatiendo hasta quedar completamente inutilizado. Se rindió finalmente a las cinco de la tarde con 42 muertos y 47 heridos, pero con el honor intacto.