Navío San Juan Nepomuceno apresando a la fragata británica Ellis. Pintura de Carlos Parrilla
La gesta del San Juan Nepomuceno, el buque español que luchó contra seis navíos británicos en Trafalgar
«Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto», escribió Churruca, brigadier y comandante del navío, a su hermano antes de combatir en Trafalgar
«Por su defensa gloriosa, no solo fue el terror, sino el asombro de los ingleses. Estos necesitaron refuerzos. Necesitaron seis contra uno», escribe Galdós sobre el Nepomuceno en su Episodio Nacional dedicado a la batalla de Trafalgar.
El navío San Juan Nepomuceno y su comandante, el brigadier Cosme Damián Churruca, «son tan inseparables que da la impresión de que no tuvo otro comandante y que, en sus más de cuarenta años de servicio activo, no participó en ninguna otra batalla ni realizó otra campaña que no fuera la de Trafalgar», considera Santiago Gómez Cañas, autor del libro Historiales de los navíos de línea españoles, 1700-1850.
Sin embargo, cuarenta años de servicio dieron para mucho: «Participó en varios combates y campañas navales, realizó innumerables patrullas y escoltas de convoyes; en definitiva, tuvo una vida activa llena de hechos sobresalientes y situaciones merecedoras de ser contadas y conocidas por todos», advierte Gómez en el portal especializado en Historia Naval Todo a babor.
El San Juan Nepomuceno fue el primero de una serie de seis navíos ideados por el ingeniero François Gautier, quien introdujo técnicas constructivas pioneras. Con «el ingeniero tolonés con la misión de seguir mejorando los buques de la Armada, hacerlos más rápidos y resistentes», según explica el historiador y colaborador de El Debate Fernando Cevallos Fresneda, se inicia el llamado sistema francés.
Con dos puentes y 74 cañones, sus dimensiones fueron de 56 metros de eslora, una manga de 14,75 y un puntal de 7,20. Fue botado el 18 de octubre de 1766 y entró en servicio transportando un gran número de jesuitas desde España a la Santa Sede. Tras aquella primera travesía, el Nepomuceno participó activamente en la independencia de las Trece Colonias, vigilando desde el Caribe el tráfico comercial y llevando tropas y pertrechos a la campaña de ocupación de las plazas de Mobile y Pensacola de Bernardo de Gálvez (1781).
Años más tarde, en junio de 1785, y al mando del capitán de navío Pedro de Lana, el buque zarpó de Cartagena con la escuadra dirigida por José de Mazarredo, llegando a la rada argelina a finales de julio para tratar de acordar la paz con Argel. En dicho viaje, el San Juan Nepomuceno demostró ser uno de los navíos más veleros de la Armada, aunque inferior al San Ildefonso, que acababa de entrar en servicio.
En febrero de 1793, ante la inminente entrada en guerra contra la Francia revolucionaria, el buque fue armado en Ferrol y puesto al mando del capitán de navío José de Escaño y García de Cáceres para la campaña de Tolón. «Durante la campaña de Tolón el navío 'San Juan Nepomuceno' tuvo una actuación destacada, sobre todo en los bombardeos a partir del 19 de septiembre, cuando la madrugada de ese día abren fuego contra los aliados [Gran Bretaña, España, Nápoles y Piamonte-Cerdeña] varias baterías instaladas cerca de La Seyne», señala Gómez Cañas en un artículo sobre el buque en el portal Todo a babor.
A aquel ataque francés contestaron los navíos españoles San Juan Nepomuceno, San Ildefonso y el inglés Saint George, logrando desmontar la batería. «El 'Nepomuceno' había sido blanco principal de las baterías de tierra, causándole muchos destrozos en casco y arboladura, pero no dejó de disparar […] y solo cesó su fuego cuando lo hicieron los republicanos franceses», detalla el autor de Historiales de los navíos de línea españoles, 1700-1850.
Tras Tolón y el consiguiente tratado de San Ildefonso (1796), España cerró un conflicto, pero entró en una nueva guerra, esta vez contra Gran Bretaña. Aliado y enemigo habían intercambiado papeles y, en 1805, el Nepomuceno formó parte de la flota hispano-francesa que le llevaría hasta Trafalgar, su campaña final.
Navío de la Armada Española San Juan Nepomuceno. Dibujo realizado por Alejo Berlinguero (1750-1810), museo naval de Madrid
El choque se produjo la mañana del 21 de octubre de 1805 en aguas gaditanas. La escuadra ordenada por Horatio Nelson avanzaba en formación de dos columnas paralelas hacia la medialuna de la escuadra combinada del español Federico Gravina y del francés Pierre Villeneuve, quien, a pesar de tener el viento y el tiempo en contra, ordenó virar en redondo, lo que provocó un desorden completo en la escuadra, dejando vendidos muchos de los navíos al enemigo.
Uno de ellos fue el navío que capitaneaba Churruca —el San Juan Nepomuceno pasó de estar en vanguardia a ser el último de la retaguardia del grupo—, que dio orden de romper fuego, atrayendo a los británicos como hienas sobre él. Churruca y su dotación plantaron cara a los cañonazos del HMS Defiance, con los mismos cañones que el buque español, y a otros cinco buques más, entre ellos el HMS Dreadnought, de 98 cañones, y el HMS Tonnant, de 80.
En el fragor del combate, una bala de cañón alcanzó la pierna del brigadier, que se negó a abandonar su puesto, así como a arriar el pabellón español, arengando a sus hombres a seguir contestando la metralla de la escuadra inglesa. La herida le causó una hemorragia fatal: «Bajó herido a las cuatro y media y murió a las ocho; no me separé un minuto de la vera suya», describió Manuel, el criado del comandante del Nepomuceno.
'Muerte de Churruca en Trafalgar', de Eugenio Álvarez Dumont, Museo del Prado
«Ante tal gesto, los británicos redoblaron el castigo, haciendo caer sobre el barco del de Motrico un manto de fuego circular proveniente de seis navíos que, atacando como perros, no cesaron la carnicería hasta dejar el 'Nepomuceno' raso como un pontón, escupiendo litros de sangre por sus amuras y sin gobierno. Era la viva estampa del furor en la barbarie», relata el portal Legado Hispánico.
Tras una heroica resistencia, fue vencido por el fuego circular de los seis navíos ingleses, que provocaron más de 150 heridos y 100 muertos a bordo, entre estos el propio Churruca, cumpliéndose lo que advirtió a su hermano en una carta antes de combatir en Trafalgar: «Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto».
El San Juan Nepomuceno fue capturado y conducido a remolque hasta Gibraltar. Incorporado a la Royal Navy bajo el nombre de HMS San Juan, permaneció allí como buque de alojamiento hasta su desguace en 1816. Según la tradición, el respeto de los ingleses hacia el bravo Churruca fue tal que, en la cámara que había ocupado el brigadier —señalada con una placa con su nombre—, los oficiales británicos debían descubrirse al entrar.