Las gatas fueron confinadas en pequeñas cajas como parte de su entrenamiento
Cuando Francia entrenó a 14 gatas callejeras para una misión espacial en 1963
Algunos de los miembros más reconocidos de los primeros programas espaciales pertenecieron al reino animal. Antes que nosotros, ellos conocieron el espacio. Uno de esos casos es el de Félicette, una gata astronauta francesa
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial y durante los primeros años de una complicada posguerra, Occidente se vio inmerso casi inmediatamente en una nueva lucha, en este caso contra un enemigo diferente a los temidos totalitarismos ya derrotados. Es el inicio de un nuevo tipo de guerra, una guerra fría.
Una de las formas físicas que asumió este formato es la conocida como «carrera espacial» entre Estados Unidos y la Unión Soviética, a la que se fueron incorporando progresivamente diferentes Estados tanto en uno como en otro bando. Ahora, el objetivo era lanzarse a la conquista del espacio, que era percibido como «la última frontera», tal y como recoge la famosa frase de Star Trek.
Esta transformación de la carrera armamentística, llevada a un plano radicalmente distinto, comenzó en 1957 con el lanzamiento del Sputnik 1, el primer satélite artificial que logró ser puesto en la órbita terrestre. Este fue el primer movimiento soviético en el gran tablero de ajedrez que iba a ser esta competición, culminada en 1969 con la llegada del Apolo 11 a la Luna.
Dentro de este marco de avance tecnológico, uno de los lanzamientos más desconocidos es el puesto en marcha por Francia el 18 de octubre de 1963, donde se envió al espacio por primera vez en la historia a un gato. Estamos hablando de una hembra de gato tuxedo, inicialmente sin nombre, numerada como «C 341».
Este espécimen formó parte de un programa de intenso entrenamiento felino, supervisado y financiado por el gobierno francés a principios de los años 60. En él, 14 gatas callejeras fueron seleccionadas y compradas a un distribuidor de mascotas de la época por parte del CERMA (Centro de Enseñanza e Investigación de Medicina Aeronáutica). Los científicos decidieron optar por hembras, que se consideraban más tranquilas por naturaleza. Cada una de ellas fue cuidadosamente escogida por su temperamento y carácter, siendo C 341 la más apacible de todas.
Cohete sonda francés similar al que lanzó a Félicette
Este particular equipo gatuno fue monitorizado a través de electrodos implantados en su cerebro, que permitían estudiar sus comportamientos neurológicos ante las diferentes pruebas de su programa espacial. Entre ellas se encontraron: el ruido de un cohete simulado, el uso de cápsulas centrífugas de Fuerza G y la tolerancia a cámaras de compresión.
El día del lanzamiento, que tuvo lugar a las 8:09 a.m, C 341 fue bautizada como Félicette, en honor a «Félix el gato», una conocida caricatura de dibujos animados del momento. Desde una base en Argelia, la astro-gata fue instalada en el cohete sonda Véronique AGI 47 y lanzada a la ionosfera. En su viaje, la tuxedo alcanzó una altura de entre 152-157 km, llegando a desplazarse a un ritmo superior a 6 veces la velocidad del sonido.
La totalidad del vuelo fue de entre 13 y 15 minutos, 5 de los cuales Félicette vivió la experiencia de flotar dentro de su cohete, sufriendo ingravidez total. Su estado de salud, respiración y pulsaciones fueron en todo momento monitorizados desde la Tierra, a la que regresó sana y salva después de que la cápsula que la contenía se separara del cohete y fuera lanzada de vuelta en paracaídas.
Felicette, la gata espacial
Desafortunadamente, su destino final no fue tan feliz como nos gustaría. El equipo de científicos responsable del proyecto decidió sacrificarla unos meses después, con la idea de poder estudiar su cerebro y los cambios ocurridos en él durante todo el proceso.
Esta pequeña hazaña gatuna tendió a pasar desapercibida entre los otros grandes logros del momento, como el envío de Laika o la puesta en órbita de los primeros astronautas humanos. Su logro apareció recogido en algunos periódicos de la época, y todos los que trabajaron en el proyecto espacial recibieron una foto autografiada de Félicette con su huella, en la que se podía leer «Gracias por participar en mi éxito. 18 de Octubre de 1963».
En el año 1997, el Chad decidió crear una serie de sellos para el correo con la temática «animales en el espacio», uno de los cuales fue dedicado a la astro-gata. Desafortunadamente, su representación no fue fiel a la realidad, puesto que el sello la identificaba como «Félix», y la memoria popular la recordaba como un macho tuxedo.
Finalmente, en 2017, el director creativo de una agencia publicitaria británica, Matthew Serge Guy, dio a conocer la historia de Félicette en internet mediante el hashtag #AstrocatStatue. Su objetivo fue una campaña de crowdfunding para financiar una estatua dedicada a la gata, que finalmente se ubicó en el Vestíbulo de los Pioneros del Espacio (Universidad Internacional de Estrasburgo, Francia). Igual que Laika o Ham, Félicette obtuvo por fin su merecido reconocimiento en la participación de nuestro camino hacia el espacio.