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La Degollá, carga de los Dragones de Almansa 1809. Obra de Augusto Ferrer-Dalmau

España, nación de soldados: una historia militar contada desde Tartesos hasta la OTAN

Sin negar las sombras y tragedias de tantos siglos, nuestra historia militar debe ser un referente ineludible para comprender nuestro pasado, cimentar nuestro presente y encarar nuestro futuro

Nuestra Patria, España, se encuentra entre las naciones del mundo que han sido protagonistas de una de las historias más gloriosas en el contexto mundial; una historia que, en varios de sus periodos, puede considerarse como sobrehumana.

España no puede olvidar su historia y, dentro de ella, como parte intrínseca, su historia militar. Sin negar las sombras y tragedias de tantos siglos, nuestra historia militar debe ser un referente ineludible para comprender nuestro pasado, cimentar nuestro presente y encarar nuestro futuro con la convicción de que tanto sacrificio, tanta sangre, tanto valor no pueden dejarse caer en el olvido, que es quizás el peor de los recipientes en el que puedan depositarse.

Los cuatro rincones del planeta han sido testigos del heroísmo, la abnegación y el valor de nuestros soldados. Es nuestro deber honrarlos y recordarlos, porque nada muere si se mantiene vivo en nuestra memoria. Se lo debemos. Debemos mantener viva la llama de su presencia entre nosotros.

Para ello, su historia, nuestra historia militar, debe ser conocida y difundida sin complejos ni tapujos; debemos ser conocedores de nuestro glorioso legado para poder así transmitirlo a todos los estamentos de nuestra sociedad, y de esa manera lograr que la tan necesaria cultura de defensa germine desde sus raíces y así poder seguir enorgulleciéndonos de las glorias de los que nos precedieron en el sagrado oficio de las armas, en el ejercicio de esta «religión de hombres honrados», tal y como se refería a ella nuestro insigne soldado de Infantería Pedro Calderón de la Barca.

Durante muchos años, la historia militar parecía no ser atractiva. Hoy en día, ese desinterés ha cambiado radicalmente y de la mano de una mayor pujanza de la cultura de defensa. La Polemología (ciencia que estudia las guerras, sus formas, causas y efectos como fenómeno social) es actualmente una ciencia que atrae sobremanera el interés de los investigadores e historiadores, al reconocer que la guerra y sus consecuencias forman parte constitutiva e indisoluble de las sociedades modernas y la han abierto al estudio de las bases económicas, la estructura social y la organización administrativa, hasta llegar a una auténtica socialización de la historia militar.

En la actualidad, vivimos una verdadera eclosión del interés por ella, que abarca desde el mundo académico, en el que muchas universidades la han incluido en sus programas docentes, hasta el editorial, con multitud de ediciones, a las que se le añade una fuerte presencia en los medios de comunicación y redes sociales.

España es heredera de su historia militar; nuestra Patria es un viejo soldado marcado por mil heridas que nunca cicatrizaron. En las épocas de vigor y fortaleza, cuando la fortuna le sonríe, las cicatrices parecen cerrarse y el dolor se mitiga hasta no percibirse, pero cuando el viento sopla en contra y el casco de la nave hace agua, las heridas vuelven a abrirse sin remisión.

Nuestra sufrida piel de toro ha sido, desde sus orígenes, escenario de las luchas libradas por nuestros primeros pobladores: tartesios, íberos y celtas; de las luchas entre romanos y cartagineses en las Guerras Púnicas para hacerse con la supremacía peninsular; de los sucesivos intentos de la gran potencia vencedora Roma, hasta su total conquista como provincia romana; de las guerras civiles de su imperio y de su romanización hasta convertirse en Hispania.

De las invasiones bárbaras, con la victoria final de estos y la implantación del reino visigodo de Toledo; de los ocho siglos de ocupación árabe y la reconquista final por parte de los Reyes Católicos hasta lograr la reunificación de los reinos peninsulares y la proyección exterior de los reinos de Castilla y Aragón y de la inigualable conquista del Nuevo Mundo.

De las campañas gloriosas del Gran Capitán en Italia y las no menos brillantes de nuestros Tercios en Europa, que dieron a España la pujanza en el mundo a lo largo de más de un siglo.

De nuestra Guerra de Sucesión, con las disputas al trono de España entre los pretendientes de las casas de Borbón y de Habsburgo, que supusieron el comienzo del deterioro del poder mundial para nuestra nación, con la pérdida, entre otros territorios, de Gibraltar, Menorca, los Países Bajos, el Milanesado, Nápoles, Cerdeña y Sicilia, y lo que fue más grave, la ruptura de la unidad de ese gran proyecto de integración que hasta entonces había sido España.

De la Guerra de la Independencia contra el invasor napoleónico, lo que además provocó a España la pérdida de parte de su imperio entre 1808 y 1826.

De las tres Guerras Carlistas, entre 1833 y 1879, nuevamente por aspectos dinásticos entre partidarios de D.ª Isabel II y D. Carlos María Isidro, que sumieron a España en una época de zozobra que tuvo continuidad en la trágica realidad del final del siglo XIX, que nos trajo la guerra contra los Estados Unidos de América, con la pérdida definitiva de las últimas perlas de nuestro imperio: Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

Casi sin solución de continuidad, entre los años 1859 y 1860, mantuvimos la denominada Guerra de África.

El comienzo del siglo XX trajo para España la aventura como potencia protectora en el norte de África, circunstancia a la que se vio empujada por Gran Bretaña, de la mano de Francia, y para la que no estaba preparada ni social, política, económica ni militarmente, y que, tras el Desastre de Annual, supuso un cambio de política del Gobierno hasta lograr la pacificación total del protectorado en 1927, tras el Desembarco de Alhucemas en 1925.

La Guerra Civil supuso el enfrentamiento del bando nacional y republicano, con millones de muertos a lo largo de tres sangrientos años.

A pesar de su no beligerancia durante la Segunda Guerra Mundial, contingentes españoles participaron en apoyo tanto de las potencias del Eje como de los Aliados, llegando a tener una relevancia considerable en numerosos episodios de la contienda.

La campaña de Ifni-Sáhara supuso, a mediados de los años sesenta, un nuevo escenario de conflicto para España hasta el abandono del territorio, como consecuencia de la aplicación de los Acuerdos de Madrid en noviembre de 1975.

En la época contemporánea, nuestra España en la OTAN y la UE, y los compromisos adquiridos como consecuencia de ello, llevaron a España a una profunda revisión de su modelo de Fuerzas Armadas, con la suspensión del servicio militar de reemplazo, la plena incorporación de la mujer, la integración en las estructuras militares de las organizaciones internacionales y la participación en las misiones internacionales en el marco de la ONU, la OTAN y la UE.

Como puede observarse, la guerra y sus consecuencias están íntimamente ligadas a la historia de nuestra nación, formando parte consustancial de la misma. Por ello, el estudio de nuestra historia militar, como parte de nuestra cultura de defensa, nos ayudará a comprender nuestra historia y a fomentar nuestras percepciones en materia de seguridad y defensa, imprescindibles para poder afrontar los riesgos y amenazas que hoy nos acechan en un contexto global marcado por la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad.

Se debe, pues, conocer y comprender la historia militar a través de sus gestas, sus glorias y sus héroes, como la mejor manera de aspirar a conservar la paz como bien supremo de nuestra civilización.

  • Antonio Ruiz Benítez es general del Ejército de Tierra (Retirado)