San Nicolás, vestido con su traje tradicional, recorre las calles festivas montado en su caballo blanco Amerigo, para deleite de los niños que lo esperan ansiosos a lo largo de su recorrido.
Cuando el santo que inspiró a Santa Claus llegaba desde España en barco para repartir regalos
En la tradición actual, en los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo, san Nicolás viene de España por razones históricas
La simbología navideña actual está plagada de curiosos mitos que, en general, poco tienen que ver con la Natividad. Así, se sueña con unas «blancas navidades», cuando Jesucristo nació rodeado de palmeras, en un clima muy seco y en unas latitudes en las que nunca nieva.
Lo mismo se puede decir de la figura de san Nicolás, a quien, en muchos países, le han variado o cambiado el nombre y le han enfundado un uniforme rojo y blanco, con un gorro a juego. Afortunadamente, como veremos más adelante, no en todos.
Así, se ha convertido en Santa Klaus en los países anglófonos o en distintas versiones del Padre Navidad: Papá Noel, tomado del francés Père Noël, o Дед Мороз en los países rusófonos. Pero existen tres países europeos donde, con muy buen criterio, mantienen el nombre de san Nicolás. Y no solo eso, sino que viene cargado con regalos para los niños, pero no en un trineo volador desde el Ártico, sino en barco desde España.
San Nicolás de Bari
El verdadero Nicolás nació a finales del siglo III en la parte oriental del Imperio romano y llegó a ser obispo. Se destacó por su especial protección hacia los más pequeños y por su costumbre de hacer regalos a escondidas, por lo que, en la mayor parte de los países herederos de un Imperio romano ya ampliamente cristianizado, su figura acabó siendo símbolo de la persona que trae los regalos en Navidad, en las distintas versiones que señalaba antes. Nicolás fallece en Myra en el 343.
Durante el reinado de Teodosio II se levantó en esa ciudad la iglesia de San Nicolás y se trasladaron allí sus restos, pero en el siglo XI, al verse amenazada la ciudad por los turcos, un grupo de mercaderes de Bari sacaron sus restos y los trasladaron a su ciudad, en donde se construyó otra iglesia para albergarlos. San Nicolás de Myra pasó a ser san Nicolás de Bari.
En la tradición actual, en los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo, san Nicolás viene de España por razones históricas. Con Carlos V se incorporan a la monarquía hispana los territorios herencia de su abuela paterna, María de Borgoña —entre ellos los denominados Países Bajos borgoñones (que, además del Benelux, comprendían regiones del norte de Francia y del suroeste de Alemania)— y, por parte de su abuelo materno, Fernando el Católico, también, entre otros territorios, el Reino de Nápoles, al que pertenecía la ciudad de Bari y en donde ya existía una enorme devoción, siendo considerado un importante lugar de culto.
Así que muchos de los nuevos súbditos de Carlos V se sentían orgullosos de pertenecer a la misma corona y territorio en el que estaba enterrado el santo. Ya con Felipe II, poco viajero a diferencia de su padre, Madrid pasó a ser considerada, en todos los dominios del rey, una especie de metrópoli; de ahí que en los territorios del norte se considerase que san Nicolás venía de España.
Ilustración del libro St. Nikolaas en zijn knecht (San Nicolás y su sirviente), de Jan Schenkman, 1850.
¿Pero por qué llegaba por mar? ¿Por qué no seguía el llamado «camino español», como los tercios? Es decir, saliendo de Milán, cruzando los Alpes, para continuar por el Franco Condado, Lorena, Luxemburgo y Lieja. Pues porque San Nicolás era patrón de los navegantes y, por tanto, era un santo muy popular entre marinos, mercaderes, tenderos y comerciantes, especialmente en ciudades portuarias.
Así, el día de san Nicolás, el 6 de diciembre, en Flandes y aledaños se empezó a teatralizar la llegada de Sinterklaas (San Nicolás en flamenco). Bueno, siendo precisos, las representaciones se hacían el día 6 en el sur de Flandes y la víspera en las Provincias Unidas.
A mediados del siglo XVII (1648), y tras la larga guerra de los Ochenta Años (que, por cierto, tuvo más de guerra civil entre neerlandeses que de guerra independentista), España reconoce la independencia de las Provincias Unidas (los actuales Países Bajos, ya que Bélgica y Luxemburgo permanecieron leales a la Corona). Las nuevas autoridades y los predicadores calvinistas hicieron todo lo posible para eliminar la festividad, acusándola de ser una superstición católica y una imposición cultural española.
Pero la tradición estaba ya tan arraigada en la sociedad flamenca que las familias la celebraban a escondidas; incluso algunos padres se disfrazaban con la casulla roja, la mitra, la cruz, el báculo y la barba blanca con la que se representaba al que fuese obispo de Myra y repartían regalos a los más pequeños.
Así, mientras en Bélgica y Luxemburgo se mantuvieron las cabalgatas y desfiles públicos del san Nicolás proveniente de España, en los Países Bajos no se retomaron hasta el siglo XIX, cuando la independencia y los prejuicios antiespañoles se empezaron a considerar cosas de un pasado relativamente lejano, y tampoco se podía seguir legislando contra una costumbre tan querida para la mayoría de sus ciudadanos. San Nicolás salió, finalmente, de la clandestinidad y se retomó la tradición con más fuerza que antes, sobre todo tras la publicación, en 1850, del libro de Jan Schenkman sobre Sinterklaas.
Así fue como comenzó a llegar en un vapor desde España a mediados de noviembre, desembarcando en una ciudad distinta cada año para recorrer, en su caballo, el país dejando caer por la chimenea de los hogares, el 5 de diciembre, regalos, galletas, letras de chocolate y mandarinas.
Llegada de Sinterklaas (el Papá Noel holandés) y los Black Peters al pueblo holandés de Winsum, con regalos para los niños del pueblo. Evento tradicional holandés.
La tradición de Sinterklaas, o san Nicolás, fue llevada a Estados Unidos por los emigrantes neerlandeses, y de ahí derivó el nombre de Santa Klaus. A partir de ahí, diversos escritores, caricaturistas y publicistas —como Washington Irving, Clement Clark Moore, Thomas Nast, Haddon Sundblom y la Coca-Cola— transformaron la bella tradición flamenca en la fantasiosa y caricaturesca versión del Padre Navidad que domina Occidente.
Hoy en día, incluso, la mayoría de los niños españoles desconocen que san Nicolás y sus ayudantes residen en España el resto del año, construyendo juguetes antes de repartírselos a los niños de algunos países europeos navegando en su barco de vapor.