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19 de abril de 2024

Tanque abandonado por las fuerzas de Tigré en Etiopía

Tanque abandonado por las fuerzas de Tigré en EtiopíaAFP

La guerra en Etiopía amenaza con desestabilizar todo África Oriental

Estados Unidos se esfuerza en contener un conflicto interno que puede derivar en otra crisis masiva de refugiados

Con miles de muertos, dos millones de desplazados y el temor de una marcha rebelde sobre Adís Abeba, la guerra en Etiopía amenaza con una desestabilización a gran escala que puede repercutir en todo el este de África.
La situación preocupa a los países vecinos y a la comunidad internacional, que tratan de poner fin al conflicto que enfrenta desde hace un año a las fuerzas gubernamentales con los rebeldes de la región septentrional de Tigré.
El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, insiste en poner en marcha una mesa de negociación que, en caso de fracasar, «llevaría a la implosión de Etiopía, que se desbordaría hacia otro países en la región».
Blinken acude a Kenia, uno de los muchos países colindantes con Etiopía, para tranquilizar a unas autoridades que temen la llegada masiva de refugiados.
Decenas de miles de personas ya huyeron hacia el oeste, a Sudán, tensando todavía más unas relaciones bilaterales envenenadas por el proyecto etíope de la Gran Presa del Renacimiento levantada en el Nilo.
Campo de refugiados etíopes en Sudán

Campo de refugiados etíopes en SudánAFP

En el extremo sur, Kenia anunció este mes que reforzaría la seguridad a lo largo de la frontera y pidió a los ciudadanos denunciar cualquier intento de entrar en el país de forma ilegal.
El norte de Kenia acoge desde hace décadas algunos de los campos de refugiados más poblados del mundo, con más de 400.000 personas, mayoritariamente somalíes.
El presidente keniano, Uhuru Kenyatta, se muestra muy implicado en la mediación del conflicto etíope e insiste en pedir un alto el fuego.

Un año de conflicto

La guerra comenzó en noviembre de 2020 cuando Abiy Ahmed envió al Ejército a la región norteña para destituir a las autoridades surgidas del Frente de Liberación del Pueblo de Tigré (TPLF), a las que acusaba de haber atacados bases militares.
En su ofensiva, las fuerzas federales recibieron apoyo de las tropas de la vecina Eritrea, país enfrentado a los líderes de Tigré por sus políticas pasadas en la región.
Ahmed declaró su victoria el 28 de noviembre, pero los rebeldes recuperaron en junio la mayor parte de Tigré y avanzaron hacia las regiones vecinas de Afar y Amhara.
Aliados con un grupo armado de la etnia oromo (OLA), a finales de octubre reivindicaron conquistas territoriales estratégicas en estas dos regiones y no descartan dirigirse a la capital.
Niñas en una zona destinada a acoger un campamento de refugiados

Niñas en una zona destinada a acoger un campamento de refugiadosAFP

Al este de Etiopía, Yibuti vigila de cerca la evolución de los acontecimientos, especialmente después de los enfrentamientos de agosto, tachados de «comunitarios» por las autoridades de este pequeño país mayoritariamente poblado por las etnias issa y afar.
El territorio del pueblo afar se extiende entre Yibuti, Etiopía y Eritrea.

Efecto domino

La Unión Africana, cuya sede se encuentra en Adís Abeba, redobló los esfuerzos para acabar con los combates a través de su emisario para el Cuerno de África, el antiguo presidente nigeriano Olusegun Obasanjo.
El conflicto amenaza toda la región, puesto que «afecta la capacidad de las organizaciones regionales de concentrarse en otros aspectos importantes, como la seguridad», explica Hassan Khannenje, director del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos del Cuerno de África.
«Hay muy poca atención a la amenaza planteada por organizaciones terroristas como Al Shabab y esto ha permitido cierto reclutamiento y radicalización desde Congo hasta Cabo Delgado», en el norte de Mozambique.
Según Khannenje, la decisión de Etiopía de retirar tropas de mantenimiento de la paz en Somalia para concentrarlas en su conflicto interno acentúa el riesgo de seguridad en el país más inestable del Cuerno de África.
A finales de octubre, Uganda, en la frontera entre Sudán del Sur, Kenia y la República Democrática del Congo, fue escenario de ataques con bombas reivindicados por el grupo Estado Islámico de África Central.
Si los rebeldes tumban a Ahmed, las implicaciones a largo plazo pueden ser todavía más peligrosas, añade Khannenje, advirtiendo de un «efecto dominó» que podría alentar a otros grupos a levantarse contra los gobiernos de la región.

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