Julio, agricultor en Almería
Los problemas de mano de obra en los cultivos más productivos del mundo: «Los españoles no quieren trabajar»
Los agricultores ahondan en que lo realmente complejo es que esos trabajadores duren en la explotación
Los invernaderos de Almería se distinguen como una de las grandes fuentes de producción de frutas y hortalizas del mundo.
Las instalaciones, cuyo precio se sitúa en torno a los 500.000 euros por hectárea, sirven de cuna para una importante cantidad de alimento que posteriormente se distribuye por todo el bloque comunitario principalmente.
Los productores de Almería son punteros en el panorama mundial de cultivos como los tomates, pimientos o calabacines. El perfil del agrario medio ha cambiado sustancialmente en los últimos años, ya que la pujanza agroalimentaria nacional se sustenta en métodos de aprovechamiento del agua, control de la humedad y las corrientes de viento y, en definitiva, de maximizar la producción empleando el menor volumen de recursos económicos posibles.
Este sistema sorprende a aquellos que desconocen la realidad del campo. La creadora de contenido rusa, Irina Mikhovich, viaja al epicentro de la producción hortícola de España para conocer desde dentro los detalles que hacen de Almería la huerta de Europa.
Tal y como apunta en su descripción del canal @SpanishSaga, se sumerjo en la cultura del país, «explorando sus particularidades, tradiciones y gente», gracias a la colaboración de Julio y Germán, dos agricultores que detallan desde el invernadero cómo es el oficio.
Los agrarios explican los ciclos rápidos de producción, el proceso de comercialización a través de cooperativas y los criterios para determinar la calidad de los productos frescos. Spanish Saga se sorprende con la eficiencia agrícola en la zona, donde el principal problema se encuentra en la dificultad para encontrar mano de obra duradera.
«¿Tienes más trabajadores españoles o extranjeros?», pregunta la creadora de contenido, que se sorprende con la respuesta de Julio: «Españoles ninguno, los españoles no quieren trabajar en este negocio», asevera.
El almeriense explica a Spanish Saga que los españoles no están dispuestos a asumir algunas de las circunstancias propias del trabajo en el invernadero: «No quieren sudar, no quieren pasar calor», por lo que optan por empleos con sueldos similares –55 euros al día por 8 horas– en otra parte de la cadena alimentaria: «Prefieren trabajar en almacenes, cobran lo mis y no pasan frío ni calor».
Germán, el otro anfitrión de Irina en su visita a los invernaderos de Almería, subraya los beneficios de trabajar en contacto con la naturaleza: «No hay que aguantar ni a un jefe idiota ni a clientes pesados», aunque advierte de que es una profesión dura en el aspecto físico: «Vas a sudar, vas a pasar frío y calor y vas a estar sucio. Si te compensa, está genial. Si no, no es para ti».
Los agricultores ahondan en que conseguir mano de obra no es tan difícil y que lo realmente complejo es que esos trabajadores duren en la explotación. «Normalmente no echamos a la gente, se van porque no aguantan el trabajo», concluyen.