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18 de abril de 2024

Boris Johnson, primer ministro británico, y Vladimir Putin, presidente ruso

Boris Johnson, primer ministro británico, y Vladimir Putin, presidente rusoAFP

Reino Unido

Boris Johnson cancela su llamada con Putin para salvar el tipo en los Comunes

El primer ministro británico «pierde una oportunidad diplomática» en la pugna por conservar su puesto

Tras semanas atrincherado en Downing Street para huir de sus escándalos, Boris Johnson decidió por fin involucrarse en la crisis de Ucrania. Le habían llovido críticas. Los principales reproches apuntaban a que el líder de Reino Unido estaba «distrayendo a su Gobierno» con el alboroto de las fiestas de su gabinete, en vez de apoyar en la defensa de Ucrania. Por eso, programó un viaje al país amenazado, y una llamada telefónica con su homólogo ruso y posible invasor, Vladimir Putin. Pero las buenas intenciones de Johnson se truncaron al publicarse el incriminatorio informe de Sue Gray, que delata sus «fracasos de liderazgo». Sobrepasado, ha cancelado abruptamente su llamada con el ruso.
El primer ministro británico tendría que haber telefoneado a Putin a las 4 de la tarde del día de ayer. Sin embargo, la llamada se canceló cuando, en su lugar, fue obligado a comparecer ante la Cámara de los Comunes para disculparse públicamente con sus diputados, y justificar los actos que denuncia el informe de la funcionaria Sue Gray.
En él, Gray analizó una seguidilla de 16 fiestas en el Número 10 de Downing Street, y encontró al gabinete culpable de, «consumo excesivo de alcohol», impropio de un lugar de trabajo, «fallos de juicio y liderazgo», y fiestas que no tendrían que haberse celebrado.
Ante las acusaciones, Boris Johnson prefirió defenderse en los Comunes antes que enfrentarse a Vladimir Putin.
«Lo que voy a decirle al presidente Putin, […] es que creo que todos debemos dar un paso atrás», había contado Johnson a reporteros, de cara a la llamada abortada. «Una invasión sería un desastre absoluto para el mundo», añadió, ya que la gente ucraniana «resistiría agria y sangrientamente». Un comunicado de Downing Street insistió en que el premier subrayaría la obligación de que Rusia, «se involucre diplomáticamente».
Es Johnson quien, una vez más, opta por no involucrarse, y antepone su crisis personal a la posible invasión a Ucrania. La ironía ha sido rápidamente señalada por la oposición. David Lammy, Secretario de Exteriores en la sombra del Partido Laborista, criticó al premier: «En medio de una peligrosa crisis que amenaza la paz en Europa, Boris Johnson pierde una oportunidad diplomática mientras suda la gota gorda para conservar su puesto».

[Johnson es] un primer ministro distraído, y no capacitado para administrar un Gobierno desordenadoDavid Lammy, Secretario de Exteriores en la sombra del Partido Laborista

Haciendo eco de las continuas críticas a la gestión  de Boris en cuanto a Ucrania, Lammy recordó que «Un primer ministro distraído, y no capacitado para administrar un Gobierno desordenado, trae consecuencias reales».
El portavoz oficial de Johnson alegó que, más que cancelarse, la reunió se había pospuesto (sin fijar aún su próxima fecha).
«No es raro que cambien las agendas de los líderes mundiales, y todos pueden ver que el compromiso del premier era, apropiadamente, con Sue Gray y su equipo», se excusó el portavoz. En principio, la visita de Johnson a Ucrania sigue en pie.
Con todo, Reino Unido espabiló la semana pasada; su ministra de Exteriores, la ambiciosa Liz Truss, viajará a Rusia para reunirse con su homólogo, Sergei Lavrov. Además, el Gobierno ha decidido duplicar su ejército de apoyo a Ucrania, lo que suma 3.000 soldados más a las fuerzas de la OTAN. Por su parte, Rusia tiene a casi 130.000 militares postrados ya en la frontera ucraniana, y eso sin contar a los de Bielorrusia. 
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