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21 de mayo de 2024

Roman Abramovich Rusia Ucrania

El oligarca ruso, Roman AbramovichAFP

Día 34 de guerra en Ucrania

Agente químico o falsa alarma: cunde la psicosis en Ucrania por posibles envenenamientos

Los sectores más extremistas de Moscú estarían intentando hacer descarrilar las negociaciones y cerrar la puerta a cualquier acuerdo entre Rusia y Ucrania

Un agente químico, tal vez uno biológico, incluso podría tratarse de un ataque radiactivo. Las especulaciones sobre el presunto episodio de envenenamiento del oligarca ruso Roman Abramovich, cercano a Vladimir Putin, y de dos negociadores ucranianos, se han multiplicado tras conocerse la noticia del incidente.
Según publica The Wall Street Journal, el oligarca ruso dueño del Chelsea FC incluso se quedó ciego durante varias horas. Otros síntomas que padecieron tanto él como los negociadores ucranianos: descamación de la piel en la cara y en las manos, dolor de ojos y problemas para comer.
Los tres se recuperaron prácticamente del todo en los días posteriores e, incluso, se vio a Abramovich a la espera de embarcar en la terminal del aeropuerto de Tel Aviv.
Sin embargo, un funcionario del gobierno estadounidense consultado por la agencia Reuters afirmó que no existió tal envenenamiento, que los síntomas se debieron a factores «ambientales», como una alergia o una intoxicación alimenticia.
Por otro lado, un funcionario del gobierno ucraniano citado por la BBC, Ihor Zhovkva, aseguró que los mismos miembros de la delegación ucraniana habrían descartado cualquier posible caso de envenenamiento.
La psicosis ante posibles intentos de envenenamiento es absoluta. El ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, recomendó a los miembros de la delegación ucrania en Estambul, para participar en las negociaciones con Rusia que comienzan hoy, que «ni coman ni beban nada. Y, si pueden, mejor que no toquen ninguna superficie».
Según publica The Wall Street Journal, el intento de envenenamiento se produjo el pasado 3 de marzo en Kiev durante un intento de mediación de Abramovich con el gobierno ucraniano, en el que habría participado el parlamentario ucraniano Rustem Umerov y otro negociador cuya identidad no ha trascendido, los dos también envenenados.
Instantes antes, Abramovich habría conversado con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, que no se habría visto afectado.
Según The Wall Street Journal, los afectados únicamente comieron unos trozos de chocolate y habían bebido agua antes de comenzar a sentirse mal. Se desconoce quién está detrás del envenenamiento, aunque le gobierno ruso apunta al sector duro del Kremlin cuyo objetivo no sería asesinar a las víctimas, sino sabotear las conversaciones de paz.
El envenenamiento de Abramovich es especialmente llamativo por su cercanía a Vladimir Putin. El mandatario ruso se ha servido de su influencia para mantener línea directa con Kiev. Comprometido con la búsqueda de un alto el fuego y de una salida negociada a la guerra, Abramovich también ganó la confianza del propio Zelenski, que pidió al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que levantase las sanciones en su contra por su papel para trata de poner fin al derramamiento de sangre.
La agencia de inteligencia privada, Bellingcat, estudió el caso y, en un informe dirigido por el investigador Christo Grozev recogido por The Wall Street Journal, se confirmó que, por el tipo de síntomas, el ataque «no perseguía matar, sino lanzar una advertencia».
Grozev lamentó que, debido el excesivo tiempo que pasó desde los primeros síntomas hasta que los afectados pudieron someterse a un análisis imposibilitó la detección del agente empleado para envenenarlos.
Roman Abramovich está implicado de forma activa en las gestiones de mediación entre las partes rusa y ucraniana. Se le ha visto en las negociaciones en Bielorrusia, ha participado en mediaciones en Polonia y se encuentra en este momento en Estambul, donde desde hoy se celebra una nueva ronda de diálogo.
The Times narra uno de esos episodios de negociación protagonizados por Abramovich. Durante un encuentro con Zelenski en Kiev, el mandatario ucraniano le entregó una nota manuscrita dirigida a Putin con sus condiciones para la paz.
El oligarca ruso se trasladó, a continuación, a Moscú y, durante una audiencia privada con Putin, le entregó el mensaje. La respuesta del presidente ruso no dejó dudas de lo complicado que será encontrar una salida negociada a la guerra: «Dile que los aplastaré».
Este intento de envenenamiento es un episodio más en el largo historial de envenenamientos por parte de los servicios secretos rusos, y antes los soviéticos, como técnica para eliminar rivales políticos.
El expresidente ucraniano Viktor Yushchenko, sufrió un episodio de envenenamiento durante la campaña electoral de 2004. Sobrevivió y ganó las elecciones, pero quedó totalmente desfigurado.
Otros casos mediáticos de envenenamiento en los últimos años, el de la periodista rusa crítica con Putin, Anna Politkovskaya; el del ex agente del KGB, Alexander Litvinenko, envenenado con polonio en 2006; el del agente de inteligencia británico, Serguei Skripal, y su hija Yulia, envenenados en 2018 en Salisbury; y el más reciente, el intento de asesinato del opositor ruso y preso político, Alexei Navalny, en 2020.
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