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03 de mayo de 2024

Vìktor Orbán en un Consejo Europeo en 2015

Vìktor Orbán en un Consejo Europeo en 2015GTRES

La Unión Europea tienta a Hungría con un nuevo oleoducto para que rompa con Rusia

Bruselas trata de alcanzar un acuerdo con el gobierno húngaro para que no vete el nuevo paquete de sanciones contra Moscú

La Unión Europea no tira la toalla en sus planes de imponer duras sanciones a los hidrocarburos rusos y trata de encontrar soluciones al veto de Hungría.
No sólo de Hungría, también de la República Checa y de Bulgaria. Sin embargo, el principal escollo es el gobierno del primer ministro Viktor Orbán. Si él cede, las soluciones aplicadas a Hungría servirían también para despejar las dudas de checos y búlgaros.
Los tres países tienen características comunes: su fuerte dependencia energética de Rusia y la falta de salidas al mar que les permita recibir gas licuado y derivados del petróleo por vía marítima.
La excepción es Bulgaria, que tiene costa en el Mar Negro, pero la guerra en Ucrania hace de esta vía una de las más peligrosas del mundo ahora mismo.
Otros países, como Eslovaquia y Croacia, también han puesto objeciones, aunque se muestran más predispuestas a alcanzar una solución que permita sacar el paquete de sanciones adelante.
En este contexto, la Unión Europea ha emprendido una fuerte negociación con el gobierno de Orbán. Según publica el diario El País, Bruselas ha ofrecido a Hungría una importante inversión en infraestructuras de gas y petróleo que le permita romper amarras energéticas con Moscú.
En concreto, la propuesta de la Unión Europea consiste en construir una nueva red de oleoductos que lleven petróleo a Hungría, y a otros países del este europeo con fuerte dependencia de Rusia, desde el sur y el occidente europeos.
Es precisamente el petróleo el gran escollo, pues Europa ya cuenta con una amplia infraestructura en gasoductos que permite, de forma paulatina, encontrar alternativas viables al gas ruso.
El objetivo de la Comisión Europea es alcanzar el consenso sobre el plan de sanciones al petróleo y gas rusos propuesto por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, en su plan expuesto a principios de mayo.
El plan pretende bloquear de forma gradual el 100% de las importaciones de petróleo de Rusia con un plazo de transición de seis meses. Sin embargo, para que entre en vigor, el plan debe aprobarse por unanimidad por parte de todos los Estados miembro de la Unión Europea.
El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, insistió tras la reunión del G7 en Alemania que «el acuerdo es necesario y lo alcanzaremos».
Sin embargo, en una comparecencia este mismo lunes, reconoció que las negociaciones con Hungría serán complejas: «No puedo garantizar» que se desbloquee la situación, afirmó durante el Consejo de ministros Exteriores de la Unión Europea.
«Tenemos que convencer a veintisiete. Entre ellos algunos tienen más problemas que otros. Es una situación objetiva que algunos Estados miembros afrontan más dificultades», señaló.
Pese a esas dificultades, no cerró la puerta a la propuesta de sanciones: «Si podemos entender la situación particular de algunos Estados miembro y hacemos un esfuerzo para presentar un frente común contra Rusia, tendremos éxito».
La cuestión de las infraestructuras no es la única que preocupa a la Unión Europea sobre la fórmula para cortar la dependencia energética con Rusia.
El continente europeo debe encontrar nuevas fuentes de hidrocarburos con las que sustituir los suministros rusos.
Ante ese panorama, el continente africano se presenta como una alternativa cada vez más fuerte.
Según una información de la BBC, Argelia, Nigeria, Egipto, Libia, Guinea Ecuatorial, Angola y la República del Congo se presentan como las grandes oportunidades.
No obstante, no será fácil. Los tres principales exportadores, Argelia, Nigeria, Egipto tienen una capacidad de menos de la mitad de las exportaciones rusas.
Para poder aumentar sus exportaciones, los países africanos deberán mejorar sus infraestructuras y ampliar su red de gasoductos y oleoductos, un proceso costoso que podría extenderse en el tiempo y que chocaría con el calendario de objetivos para reducir las fuentes de energía procedentes de combustibles fósiles.
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