La vicepresidente, Cristina Fernández de Kirchner, el presidente, Alberto Fernández y el ministro de Economía, Sergio Massa
Mundial Qatar 2022 Los otros goles a la Argentina
La ministra de Trabajo, Raquel Kelly, estará frustrada por el resultado. Convencida de que el Mundial es más importante que la economía, propuso olvidarse de la inflación (100 % a fin de año) y disfrutar de estas semanas de fútbol
Hay sentimientos que hacen daño en Argentina. El fútbol, como el peronismo, con frecuencia es uno de ellos. El gobierno de Alberto y Cristina Fernández soñaba con levantar el ánimo a una población que necesitaba, desesperadamente, una victoria de su selección nacional. La ilusión del triunfo duró poco. Arabia Saudí les sacudió con dos goles y uno de ellos, de campeonato.
Despertar amargo y mal comienzo de semana. La ministra de Trabajo, Raquel Kelly, estará frustrada por el resultado. Convencida de que el Mundial es más importante que la economía, propuso olvidarse de la inflación (100 % a fin de año) y disfrutar de estas semanas de fútbol porque, «un mes no va a hacer una gran diferencia. En cambio, desde el punto de vista anímico, de lo que significa para el conjunto de los argentinos, queremos que Argentina salga campeón.»
Sorprendente reflexión, en Argentina estas declaraciones no terminan de ser un escándalo monumental. Tampoco lo ha sido que el Gobierno declarase tres días de luto por la muerte de Hebe Pastor de Bonafini, una mujer que terminó convertida en delincuente, capaz de chulear a la justicia y hasta huir en camioneta cuando la iban a detener, con la complicidad del kirchnerismo.
Se olvidan ella y el resto, que entre la viuda de Néstor Kirchner y el brasileño, el único parecido es su ceguera frente a los abusos de los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela. El viejo sindicalista, un corrupto más elegante, dejó unas cuentas saneadas y prefirió terminar con millones de pobres en lugar de convertirlos en rehenes de sus dádivas.
El expresidente, rico por su casa y no por meterse en el bolsillo lo que era de todos como su antecesora, viajó a Catar con su familia. Desde la tribuna vio la derrota de una selección que, a estas horas, debe estar más hundida de lo que parecía.
En las redes sociales el mal humor empezó a acusarle de «mufa» (gafe). Al presidente, Alberto Fernández, los dardos le vinieron con más ironía que ira, sospechaban que habrá tenido un mal despertar. En otras palabras, significa que como tiene fama de poco trabajador y de no madrugar, ni siquiera habría visto el partido (allí era a las 7 de la mañana). Al superministro, Sergio Massa, le advertían que se pusiera pronto manos a la obra porque la calle iba a estallar.
El fútbol, ese sentimiento argentino del deporte, y negocio que inventaron los ingleses (sus enemigos), ha vuelto a poner en su sitio a todos. A los que se creen que son los mejores, al gobierno que prefiere pan y circo antes que gobernar por el bien común, a los corruptos y corruptas que sueñan con irse de rositas y a ese pueblo que no levanta cabeza y busca entretenerse con sus ídolos de barro corriendo sobre el césped. Una tristeza.
Dicho esto, Argentina y los argentinos, son capaces de hacer lo mejor y lo peor en situaciones difíciles y este Mundial no ha hecho más que empezar.
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