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26 de abril de 2024

El presidente ruso, Vladimir Putin, se reúne con Maria Lvova-Belova, comisionada rusa de derechos del niño

El presidente ruso, Vladimir Putin, se reúne con Maria Lvova-Belova, comisionada rusa de derechos del niñoAFP

388 días de guerra en Ucrania

Maria Lvova-Belova, la consejera de Putin que está detrás del secuestro de los niños ucranianos

La funcionaria del Kremlin ha construido una imagen de mujer que defiende valores como la familia, la religión o la caridad

Casada con un sacerdote ortodoxo ruso y madre de 23 hijos, incluido uno de la ciudad ucraniana de Mariúpol, Maria Lvova-Belova es la cazadora de niños del Kremlin. La Corte Penal Internacional emitió este viernes una orden de arresto contra ella y contra el presidente Vladimir Putin por «trasladar ilegalmente a menores» desde Ucrania a Rusia. Nada más conocer la noticia, Lvova-Belova aseveró que estaba «contenta» de que la comunidad internacional haya «apreciado» su trabajo para proteger a los niños. «Es especialmente agradable estar en el mismo equipo que el presidente ruso Vladimir Putin». Maria Lvova-Belova sigue con su mantra de rescatar desinteresadamente a niños del mal.
Detrás de esas facciones delicadas y de aspecto dulce está una antigua profesora de guitarra, a quien ya muchos definen como «monstruo» por cumplir a pies juntillas los dictados de Putin. Los designios de un líder para el que los niños son criaturas, según los expertos en análisis internacional, «a las que se puede secuestrar y reeducar». O lo que es lo mismo: rusificar.
Maria Lvova-Belova

Maria Lvova-Belova

Vladimir Vladimirovich Putin necesitaba un verdadero creyente, un adulador grandilocuente que cumpliera con sus ambiciones. Unos meses antes de invadir Ucrania, Putin comenzó a buscar a su enviado para asuntos de la infancia y ahí fue donde entró en juego Maria Lvova-Belova. Encajaba perfectamente en el papel y la nombró en 2021 comisionada presidencial para los derechos del niño.
A partir de ese momento, se ha convertido en la sombra del presidente. No es extraño verla junto a él durante sus discursos y mítines, y con su respaldo, consigue tener audiencia con quien sea necesario en la madre Rusia.
Lvova-Belova ha hecho propia la misión de Putin y está tan entusiasmada que hasta ha adoptado a un ucraniano de 15 años. «Ahora sé lo que significa ser madre de un niño de Mariúpol. Es un trabajo difícil, pero nos amamos», contaba con una sonrisa amable durante una conversación televisada. Filip, como los medios rusos han bautizado al adolescente, es el decimoctavo niño adoptado o tutelado por Lvova-Belova y su marido. El matrimonio también tiene otros cinco hijos biológicos.
Tampoco titubea al promover la política de secuestro de niños de la soberbia Moscú. Ella la define con un eufemismo: «Una misión de rescate rusa» y la justifica cuando aplaude casos como los de Nastya, una niña de Donetsk que hoy día canta y baila en un canal militar ruso. «Es uno de esos niños para los que encontramos padres adoptivos. Ahora tiene una gran familia y un gatito con el que siempre ha soñado», explica orgullosa Maria Lvova-Belova.
Su perfil en redes sociales pinta la imagen de una mujer enamorada del concepto de la Rusia arcaica. Una mujer modesta que defiende valores como la familia, la religión o la caridad. Así, no es raro que Lvova-Belova, de 38 años, suba, por ejemplo, imágenes suyas dentro de una iglesia ortodoxa rusa con un pañuelo tradicional en la cabeza.
Nacida y criada en Penza, una ciudad en el centro de Rusia, Lvova-Belova cambió las clases de guitarra por la política local. Rápidamente, ascendió en las filas del partido Rusia Unida para luego llamar la atención de los políticos rusos más destacados y, finalmente, del Kremlin.
Convertida en una de las mujeres más reconocidas en Rusia, disfruta de la atención de los medios de comunicación. De hecho, no desperdicia la ocasión para que la inmortalicen con alguna foto en la que juega con su pelo rubio mientras acuna al niño ucraniano de turno que parece asustado.
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