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26 de abril de 2024

Un barco ruso de la Flota del Pacífico dispara un misil de crucero Moskit en el Mar de Japón

Un barco ruso de la Flota del Pacífico dispara un misil de crucero Moskit en el mar de JapónMinisterio de Defensa Ruso

Asia

Rusia desafía a Japón y pone en «alerta máxima» a su Flota del Pacífico

Moscú inicia unas maniobras militares que incluye a las islas Kuriles, territorio en disputa con Tokio

Rusia ha decretado este viernes el estado de «alerta máxima» para su Flota del Pacífico, en el contexto de unos ejercicios militares, para incrementar su capacidad de reacción ante un posible ataque, según ha anunciado el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú.
Las maniobras se llevarán a cabo entre el sur del mar de Ojotsk y el sur de las islas Kuriles. Entre otros objetivos, buscan «repeler un desembarco en Sajalín». Sajalín es la isla más grande de la Federación Rusa, además de un valioso enclave geoestratégico, situado a escasos kilómetros de la costa de Japón.
La región de Sajalín incluye las islas Kuriles, en disputa con Tokio. De ahí el creciente interés de Moscú por realizar unos ejercicios militares en esta zona, sobre todo, ante la tendencia de su vecino nipón, cada vez más proclive a avanzar en el rearme de su Ejército y capacidades militares.
Rusia ansia volver a ser el gran imperio de antaño. Las aspiraciones expansionistas del presidente ruso, Vladimir Putin, empujaron al país a iniciar una guerra contra Ucrania o, en sus palabras, una «operación militar especial».
La falsa creencia de que un conflicto en el corazón de Europa dividiría a los países occidentales y por tanto Rusia daría la estocada final a la OTAN y, de paso, a la Unión Europea, se ha tornado en todo lo contrario.
Moscú ha contribuido a que la Alianza Atlántica se haya reforzado y se encuentre muy lejos de la «muerte cerebral» que pronosticó el presidente francés, Emmanuel Macron. Putin ha empujado a Finlandia a la OTAN y ha provocado que la organización duplique sus fronteras con la Federación Rusa.
Acción-reacción, pero muy contraria a la deseada por Putin. Las fuertes alianzas formadas en Europa han hecho descarrilar los planes de Kremlin que, ahora, necesita reafirmar su fuerza en numerosos frentes. Los pocos avances en el frente ucraniano han dejado una pésima imagen de uno de los Ejércitos más poderosos del mundo.
Una imagen de debilidad que desde Moscú no se pueden permitir. Por ello, este año han redoblado el número de maniobras militares. La última en el Pacífico donde el Kremlin también tiene un conflicto sobre la soberanía de las islas Kuriles con Japón.
El Ministerio de Defensa ruso ha señalado que estas nuevas maniobras buscan «aumentar la capacidad de las fuerzas armadas para resolver tareas de repeler la agresión de un probable enemigo desde direcciones oceánicas y marítimas».
Los ejercicios, ha detallado el jefe del Estado Mayor ruso, constarán de tres etapas: la primera incluye la puesta a punto de la flota para el combate; la segunda, el despliegue de las fuerzas en disposición constante y la tercera, la ejecución efectiva de las tareas de adiestramiento y combate.
El grueso de la simulación se basa en acciones defensivas ante ataques con misiles y aéreos masivos, ensayos de búsqueda y destrucción de submarinos, practicas de tiro con torpedos, artillería y misiles.
El propio ministro de Defensa ruso ha ordenado a las unidades que participan en los ejercicios que utilicen nuevos tipos de acciones, «acordes al desarrollo y a los armamentos modernos que posee el enemigo».
El Kremlin no ha especificado la duración de estas nuevas maniobras, que mandan un claro mensaje al país nipón. Rusia se prepara para una «amenaza inmediata de agresión», no señala directamente de quién o por qué, pero el modus operandi del Kremlin se repite.
La Federación Rusa vende la idea de ser víctima de una amenaza, para, posteriormente, justificar el despliegue de sus fuerzas, en este caso, la Flota rusa del Pacífico.
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