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14 de mayo de 2024

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, durante una conferencia de prensa en Bruselas

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, durante una conferencia de prensa en BruselasLudovic Marin / AFP

La cumbre de la UE e Hispanoamérica se empaña por la incertidumbre sobre la presencia de Zelenski

Varios países hispanoamericanos se han mostrado contrarios a la asistencia del presidente ucraniano al foro que tendrá lugar la próxima semana en Bruselas

La posible presencia del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea, que tendrá lugar los próximos días 17 y 18 de julio, en Bruselas, ha caldeado el ambiente previo.
A menos de una semana de que tenga lugar esta cita clave, sobre todo, para la presidencia española del Consejo de la UE Pedro Sánchez abanderó la celebración de esta cumbre bajo su liderazgo de la institución comunitaria– muchos países se han mostrado contrarios a la presencia de Zelenski.
El propio presidente ucraniano explicó que Sánchez le había invitado a formar parte de la cumbre pero que varios países hispanoamericanos –sin entrar a aclarar cuáles– habían «bloqueado» su asistencia al foro de julio. Aunque Zelenski no haya querido hacer público que Estados se opusieron a su presencia, se puede intuir que los lazos con Rusia tienen todo que ver en este asunto.
Hispanoamérica ha optado, en términos generales, por tomar una posición de aparente «neutralidad». Muchos de estos países mantienen excelentes relaciones con la Federación Rusa, por lo que condenar la guerra en Ucrania les habría provocado múltiples problemas.
Países como Cuba, Venezuela o Brasil poseen jugosos acuerdos económicos con Moscú, por lo que un encuentro cara a cara con Zelenski, el mayor enemigo del presidente ruso, Vladimir Putin, no sería muy bien visto en el Kremlin. Algo de lo que da buena cuenta el presidente brasileño, Lula da Silva, que llegó a ignorar al presidente ucraniano hasta tres veces durante la última cumbre del G7, el pasado mes de mayo.
Da Silva ofreció a Zelenski seguir trabajando «en una iniciativa para acabar con la guerra» pero, a la hora de verdad y en los márgenes del encuentro del Grupo de los Siete, rehuyó mantener un encuentro con el mandatario ucraniano. No solo, el presidente brasileño no quiso recibir a Zelenski si no que ignoró su presencia a lo largo de toda la cumbre. Ojos que no ven, corazón que no siente.
El presidente brasileño, junto con otros mandatarios hispanoamericanos, se niega a repetir ese incómodo momento durante el foro en Bruselas. Sánchez pensó que esta cumbre podría ser una buena oportunidad para que la región comprendiera la versión ucraniana del conflicto y, con ello, conseguir un mayor respaldo económico. Sin embargo, los Estados hispanoamericanos no están por la labor.
Argentina se ha mostrado también bastante tibia ante la presencia de Zelenski en la cumbre de la CELAC y ha pedido que se decida, de una vez por todas, si el presidente ucraniano asistirá a la cita de la próxima semana. La exigencia de Buenos Aires surge después de que el mandatario uruguayo, Luis Lacalle Pou, expresara su respaldo a que el ucraniano participe en la reunión de la Unión.
Para Zelenski, Argentina y Ucrania aún necesitan unas «relaciones más estrechas; yo no veo esas relaciones tan estrechas entre Argentina y Ucrania». Durante una videoconferencia en la Universidad de Buenos Aires, el líder ucraniano subrayó que su país quiere que América Latina se pueda unir a la fórmula de la paz, incluyendo a Argentina, «porque es importantísimo».
Ante estas palabras, la portavoz de Presidencia argentina, Gabriela Cerruti, aseguró que el presidente argentino, Alberto Fernández, «ha condenado la invasión rusa a Ucrania cada vez que debió hacerlo y ha llevado su postura de buscar la paz y finalizar la guerra a todos los foros internacionales, llevando la voz de los países del sur, de la CELAC, del Mercosur».
Así las cosas, y en medio de un ambiente tenso por no saber qué hará finalmente Zelenski, fuentes diplomáticas aseguran que no sería «anormal» que no asistiera al foro de Bruselas y que no hay que «desvirtuar» la cumbre que debe centrarse en las relaciones entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
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