Agentes de policía de Kosovo evacuan a una persona herida a la entrada de la aldea de Banjska
Tensión en los Balcanes
Nuevo estallido de violencia en Kosovo: ¿qué está pasando?
El ataque y el posterior tiroteo, que ha tenido lugar este fin de semana, constituyen una de las escaladas más graves desde hace años, y se producen tras meses de creciente tensión entre Pristina y Belgrado
Las tensiones en Kosovo se han disparado tras los violentos enfrentamientos que siguieron a unas disputadas elecciones locales celebradas el pasado mes de mayo y el estancamiento de las conversaciones políticas mediadas por la Unión Europea para intentar estabilizar la situación.
Entonces, el norte de Kosovo sufrió fuertes disturbios tras la investidura de alcaldes albanokosovares en zonas de mayoría serbia, donde los residentes serbios boicotearon los comicios. La OTAN tuvo que intervenir y desplegar 700 soldados adicionales en Kosovo para hacer frente a los enfrentamientos en la ciudad septentrional de Zvecan.
La tensión se ha mantenido desde entonces y ha vuelto a alcanzar un nuevo pico durante el fin de semana. Ayer, un grupo armado de más de 30 personas, de origen serbio, atacó a la Policía kosovar en el norte del país, atrincherándose en un monasterio ortodoxo serbio de Banjske. El incidente acabó con la vida de al menos cuatro personas.
Belgrado y Pristina se han culpado mutuamente del ataque. El tiroteo comenzó sobre las tres de la tarde, hora local, después de que la Policía kosovar llegara a Banjska, donde se había informado de un bloqueo. Los agentes fueron atacados desde varias posiciones con «un arsenal de armas de fuego, incluidas granadas de mano y misiles disparados desde el hombro», aseguraron en un comunicado.
Posteriormente, un grupo de unas 30 personas entró en el complejo del monasterio de la cercana localidad de Leposavic, donde se alojaban peregrinos procedentes de la ciudad septentrional serbia de Novi Sad.
Al menos tres de los pistoleros murieron, así como un agente de Policía, mientras las autoridades kosovares organizaban lo que el ministro de Interior de Kosovo, Xhelal Svecla, describió como una «operación de limpieza».
Más tensión
El ataque y el posterior tiroteo constituyen una de las escaladas más graves en Kosovo desde hace años, y se producen tras meses de creciente tensión entre Pristina y Belgrado.
El primer ministro de Kosovo, Albin Kurti, culpó a «criminales patrocinados por Serbia» de la incursión, afirmando que se trataba de «profesionales con formación militar y policial» financiados y motivados por Belgrado.
Por su parte, el presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, contraatacó en una declaración televisada, culpando a Kurti de meses de «provocaciones».
Tras calificar de «absolutamente reprobable» la muerte del policía kosovar, afirmó que Kurti era el responsable del incidente.
Kurti es «el único culpable, el único que quiere conflictos y guerra. Ninguna otra persona quiere conflictos y guerra». «Su único deseo es arrastrarnos a una guerra con la OTAN y eso es lo único que hace en todo el día», añadió.
Kosovo declaró su independencia en 2008, pero Serbia –junto con China y Rusia, aliados clave de Belgrado– no la reconoce. Muchos serbios la consideran la cuna de su nación. Pero de los 1,8 millones de habitantes de Kosovo, el 92% son de etnia albanesa y sólo el 6% de etnia serbia.
La Unión Europea se ha pronunciado sobre este último incidente. El responsable de la política exterior de la UE, Josep Borrell, condenó lo que calificó de «horrible atentado» y afirmó que los responsables deben ser llevados ante la justicia.
Unas palabras que levantaron ampollas en Pristina. La ministra de Asuntos Exteriores de Kosovo, Donika Gervalla-Schwarz, criticó la declaración de Borrell, afirmando que no expresaba apoyo a la Policía ni utilizaba la palabra «terroristas» para describir a los atacantes.
Las últimas conversaciones mediadas por la UE fracasaron la semana pasada, y Borrell culpó a Kurti de no haber creado la asociación de municipios de mayoría serbia que les daría más autonomía.
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