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21 de mayo de 2024

Rebeldes armados secuestrando el carguero 'Galaxy Leader'

Rebeldes armados secuestrando el carguero 'Galaxy Leader'

¿Quiénes son los hutíes, el grupo de Yemen que ataca a Israel con drones?

El grupo secuestró el buque británico Galaxy Leader, pensando que era israelí, en aguas del mar Rojo en un espectacular asalto

Con el estallido de la guerra entre Israel y Hamás en Gaza, un inesperado actor ha resurgido en Oriente Medio como nueva amenaza terrorista.
Se trata de los rebeldes hutíes del Yemen. Financiados y armados por Irán y Rusia, este grupo terrorista chií, que ha logrado dominar parte del Yemen tras años de guerra civil, han mostrado el pasado domingo su enorme capacidad a la hora de ejecutar ambiciosas acciones.
Fuertemente armados, con equipos de alta tecnología y ataviados como grupos de fuerzas especiales de Ejércitos regulares, los hutíes han sido capaces de asaltar y capturar un buque mercante en el mar Rojo.
Lejos de la imagen de terroristas sin oficio ni beneficio armados con vetustos AK-47 de la campaña soviética en Afganistán y vestidos con harapos, el comando hutí se descolgó desde un helicóptero Mi-8 sobre la cubierta del barco, asaltaron el puente y en pocos minutos tomaron el control del buque tras reducir a la tripulación.
Según los hutíes, el buque pertenecía a Israel. El grupo había declarado la guerra a Israel por la operación contra Hamás en Gaza. Incluso lanzaron varios ataques contra territorio israelí con misiles balísticos y drones suicidas salvando los más de 2200 kilómetros que separan Israel de Yemen.
Sin embargo, el primer ministro israelí negó que el carguero fuera suyo. De hecho, era un buque británico, operado por una naviera japonesa y bajo bandera de Bahamas. Ni uno solo de los tripulantes era israelí.
Los hutíes erraron en el objetivo, pero, la espectacularidad del asalto –ilustrado en un vídeo del asalto difundido por el mismo grupo rebelde– refleja las grandes capacidades alcanzadas por el grupo.

El Partido de Dios

El «Partido de Dios», o Ansar Allah –conocidos desde 2004 como «hutíes» por su líder Hussein Badr al Din al Huti–, surgió en los años 90 del siglo XX como brazo armado de los zaidíes, una rama del islam chií que, tradicionalmente, ha sido el grupo dirigente del norte del Yemen.
Al igual que la rama principal del chiísmo, el zaidísmo hunde sus raíces en los orígenes mismos del islam. Toman su nombre de Zayd ibn Ali, quien se alzó en armas contra el califato omeya en el siglo VII y que descendía del califa Ali.
Por lo tanto, los zaidíes llevan en su razón de ser la rebelión frente al poder suní desde sus orígenes.
Acantonados en las montañas del norte de Yemen desde que perdieron el poder en 1962, Ansar Allah ha mantenido una alianza con el Irán de los ayatolás por afinidad religiosa y por objetivos geoestratégicos.
A Irán le interesaba promocionar este grupo y devolverles el poder en Yemen como contrapeso al creciente poder de los saudíes wahabíes –principal potencia suní del mundo musulmán y gran rival de los iraníes– que han extendido su visión del islam por todo el mundo.
Por su radicalismo y sadismo, los hutíes son un grupo que aplica prácticas similares a las de organizaciones terroristas como Al Qaeda o Estado Islámico, aunque ideológica y teológicamente sean opuestas, al ser los hutíes chiíes y Al Qaeda y Estado Islámico Suníes.
Su ideología está impregnada de preceptos fundamentalistas, odio al sunismo saudí, antisemitismo y odio a la cultura occidental.
En sus proclamas se suelen mezclar los llamamientos a la destrucción de Israel y la lucha contra los cruzados junto con llamamientos a la destrucción de la monarquía Saudí, su gran enemigo.
En Yemen han sido acusados de crímenes de guerra como la destrucción de escuelas y hospitales, asesinatos masivos, torturas y agresiones sexuales.

Guerra en Yemen

Hussein Badr al Din al Huti protagonizó un primer alzamiento contra el gobierno del Yemen en 2004 para obtener autonomía para las provincias norteñas.
Enfrentados con el presidente Ali Abdulá Salé, también chií zaidí y en el poder durante 30 años, los hutíes lanzaron una nueva rebelión en 2011, cuando, en el contexto de las revoluciones de las llamadas primaveras árabes, estalló una nueva guerra civil en Yemen.
Víctima de varios intentos de asesinato, Salé no aguantó más la presión y renunció al poder en 2012. Le sustituyó en el poder el vicepresidente Abd Rabbuh Mansur al Hadi, musulmán suní.
El descontento social por la miseria extrema del país, la corrupción y la violencia abonaron el terreno para un nuevo alzamiento de los hutíes.
En 2014 los hutíes establecieron una alianza con su otrora enemigo a muerte, el expresidente Salé, y promovieron un golpe de Estado contra al Hadi. En una ofensiva relámpago se hicieron con el control de la capital, Saná, a principios de 2015.
Desde entonces, Yemen quedó dividido en dos territorios, uno controlado por los hutíes con el respaldo de Irán, y otro bajo control gubernamental respaldado por Arabia Saudí.
El 25 de marzo de 2015 una coalición de países árabes encabezada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos declaró la guerra a los hutíes. Estallaba una nueva guerra en Yemen, ahora con implicación directa de terceros países.
La entrada en el conflicto de Arabia Saudí y Emiratos hizo que Irán y los hutíes estrecharan su alianza y se replantearan su estrategia.
Irán aumentó su ayuda militar a los rebeldes, entrenó a sus milicianos y les proporcionó modernas armas y asesoramiento militar.
Los hutíes decidieron romper de nuevo su alianza con el expresidente Salé, ansioso por regresar al poder, al que asesinaron en 2017.
Durante años, la guerra no dejó de agravarse con bombardeos masivos de la coalición árabe, la expansión de los combates a nuevas provincias y la fragmentación de los bandos en nuevos grupos armados enfrentados.
La sensación era que la guerra en civil en Yemen se había convertido en una guerra de todos contra todos provocando una crisis humanitaria de dimensiones titánicas.
Según ACNUR, la guerra ha provocado 4,5 millones de desplazados internos. Dos tercios de la población vive bajo el umbral de la pobreza y 17,3 millones de personas necesitan ayuda humanitaria. Más de 7,4 millones de personas están en riesgo de hambruna.
En ese río revuelto, el pescador que se llevó todas las ganancias fue el grupo de los hutíes, que han logrado construir un seudo Estado en la región noroccidental del país.
En este momento, Yemen está dividido en tres entidades: la zona noroccidental controlada por los rebeldes hutíes. La zona central y oriental controlada por el Ejército gubernamental, y la zona sur controlada por un grupo independentista autodenominado Consejo de Transición del Sur.
La guerra ha dejado un saldo de cerca de 400.000 muertos y se encuentra en este momento en una situación de bloqueo tras la frágil tregua alcanzada el año pasado a la espera de un resultado de las conversaciones de paz en curso.
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