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27 de abril de 2024

Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad y vencedor de las elecciones de este pasado miércoles en Países Bajos

Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad y vencedor de las elecciones de este pasado miércoles en Países BajosAFP

Elecciones Países Bajos

La Comisión Europea no está preocupada por el momento con la victoria de Wilders

A pesar de los vientos de cambio en el país y su histórica posición antiUE, el momento internacional corre a favor de Bruselas

Los 37 escaños conseguidos por el líder del Partido por la Libertad (PVV)holandés liderado por Geert Wilders sentaron como un jarrón de agua fría este miércoles por la noche al bloque de izquierdas liderado por el exvicepresidente de la Comisión Frans Timmermans pero, según fuentes del Ejecutivo comunitario, no es algo que preocupe en Bruselas por el momento.
En la Unión Europea ha imperado la socialdemocracia durante décadas, pero en los últimos años se ve un cambio hacia posiciones más conservadoras como respuesta a la progresiva islamización del continente y al radical invierno demográfico.
Esta realidad no se ve reflejado en el electorado de manera simétrica en todos los países, pero es un hecho innegable. Es más, la comisaria de Interior Ylva Johansson está trabajando mano a mano con los Estados miembros para elevar los estándares inmigratorios y, al menos en apariencia, endurecer los procedimientos en comparación con los años anteriores.
Se podría decir que a Bruselas le «crecen los enanos» pero hay una gran diferencia entre las posiciones antieuropeas de las décadas anteriores y las euroescépticas del presente. Si antaño los partidos más radicales de un lado a otro del espectro ideológico proponían la salida y la ruptura con la UE, muchos de ellos o sus sucesores han modificado sus posturas.
Aceptan que el futuro está dentro del bloque comunitario y que se debe trabajar para que cambie de rumbo. Es decir: el problema no es el barco, sino el capitán de este. Los grumetes han aprendido que no se gana nada escapando en botes de emergencia, sino ganando el puente de mando. «Ya nadie habla de salir, sino de cambiar desde dentro», aseguran funcionarios de la Comisión.
Ejemplos son el antiguo Frente Nacional de Marine Le Pen (hoy Agrupación Nacional) o Liga de Matteo Salvini (antes Liga Norte, partido separatista que en su momento apoyó al secesionismo catalán).

Nuevos tiempos, nuevas estrategias

Durante los años 90 y principios del nuevo milenio el antieuropeísmo fue la tónica general entre los partidos más extremistas. El descontento social se pagaba con unas instituciones que, a diferencia de hoy en día, estaban muy lejos del ciudadano medio. Es cierto que hoy Bruselas tiene mucho más poder que antes, pero los mecanismos también son mucho más transparentes que entonces.
La ventana de Overton se ha movido a posiciones de centro-centroizquierda y todo lo que antaño era sentido común hoy es radicalismo o populismo de extrema derecha. Los políticos de esas esferas han adaptado sus propuestas para conectar con la gran masa de votantes.
Otro factor que ha influido en la transformación de los partidos más exigentes es el peso cada vez mayor de sus grupos parlamentarios europeos. Desde el inicio de la Unión Europea ha existido una alternancia sin obstáculos entre populares y socialistas, un bipartidismo a la europea. Eso ya ha terminado. Hay un espacio creciente a la derecha.
«Si el EPP puede conseguir mayoría con ECR e ID tendremos un cambio importante en las próximas elecciones europeas; si, en cambio, el EPP necesita a los socialistas y verdes, habrá continuidad», aseguran desde Bruselas.
Por esta razón desde la Comisión no ven posible que se de un ‘Nexit’ como ocurrió en su momento con el Brexit. Hay elecciones a la vuelta de la esquina y ninguno de los partidos del ECR e ID quieren debilitar a sus respectivos grupos. Es más, pueden hacerlos crecer hasta puntos nunca vistos.
«La bandera antiUE se utiliza para atraer el descontento, para visibilizar que la UE es la principal causa de los problemas, pero en la práctica no ocurrirán cambios en ese sentido porque se están dando a nivel de control de las instituciones», explican las fuentes.
Los encajes postelectorales no son tantos. Una coalición entre populares, socialistas y liberales tendría una clara mayoría, pero la postura que ha tomado el EPP con Mandfred Weber a la cabeza frente a la ley de amnistía de Pedro Sánchez da a entender que el matrimonio histórico entre unos y otros ha terminado.
«Lo que ocurre en España no es ajeno a las instituciones europeas», explican, «después de las elecciones las negociaciones entre unos y otros se verían afectadas porque el EPP está haciendo bandera del Estado de derecho».
Hasta que saltó al ruedo la ley de amnistía, se hablaba de un posible presidente de la futura Comisión de los verdes apoyado por socialistas y populares. Esa posibilidad es ahora inviable.
El mismo electorado popular en todo el continente ha virado hacia la derecha tras unos años de transición centrista. Las políticas ideológicas de una izquierda desatada han despertado a masas de votantes y ahora aceptarían sin complejos gobernar con partidos situados más a la derecha.

Temas ganadores

La inmigración y sus profundas transformaciones es un caballo ganador para los grupos conservadores e identitarios, sin duda lo ha sido para Wilders en Países Bajos. Los debates entorno a este tema ocuparon toda la campaña y, como está ocurriendo en Francia, incluso forzó a otros partidos a tener que abanderar aquello a lo que antes se oponían.
Holanda es país pequeño pero densamente poblado. Su población es de 17.350.000 habitantes. El número de crímenes registrados ha pasado de 1.127.872 en 2012 a 797.735 en 2022. Entre las 20 nacionalidades que más crímenes cometen solo se encuentra la búlgara, en última posición. El orden de mayor a menor es: Angola, Somalia, Sierra Leona, República Dominicana, Marruecos, República Democrática del Congo, Argelia, Túnez, Cabo Verde, Surinam, Sudán, Guyana, Irak, Siria, Nigeria, Egipto, Colombia, Líbano, Gana y Bulgaria.
La islamización también ha sido un factor determinante. Wilders es un líder que está amenazado de muerte desde 2004 por su posición contraria al Islam y a la aplicación de la Sharía en suelo europeo. Tras los resultados de este miércoles ha suavizado sus ataques señalando que “no vamos a hablar de mezquitas, coranes y escuelas islámicas". Se entiende esta postura en un contexto de cercana formación de gobierno.

Los húngaros celebran la victoria

El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, no tardó en felicitar a Geert Wilders al conocerse los primeros resultados. Publicó este mensaje en su perfil de la red social X.
Aunque todavía no se ha formado gobierno en Países Bajos, fuentes cercanas al primer ministro reconocen que es un alivio. Wilders ha frenado en seco a la coalición de izquierdas y verdes liderada por el exvicepresidente de la Comisión Frans Timmermans aunque alcanzó el segundo puesto con el 15,6 % de los votos.
Timmermans, el ‘loco del clima’, como se le conoce en algunos corrillos de la UE, dejó sus cargos en Bruselas para hacer frente a una derecha que ya se sabía desde el principio que iba a ganar mucha más fuerza respecto a las anteriores elecciones pero que ha sorprendido a todo el mundo alcanzando el primer puesto y con gran diferencia respecto al segundo.
Países Bajos es un país que participa activamente en la financiación de campañas y organismos supranacionales, así como en proyectos intergubernamentales de clara ideología izquierdista. Si Wilders se hace con la presidencia del Ejecutivo, puede que se acabe una vía de financiación muy importante a nivel europeo.
Desde Budapest confían en que se tenderán puentes como anteriormente se tenían con Polonia antes de la victoria del popular Donald Tusk. Países Bajos no tiene peso demográfico en la UE pero sí económico. Orbán perdió a un importante aliado pero está a punto de ganar uno nuevo.
El fruto de esa alianza se desconoce, aún más si se tiene en cuenta que Fidesz todavía sigue como partido no adscrito en la Unión Europea tras salir del EPP. Puede que esta victoria le sirva de motivación a Hungría para inscribirse cuanto antes en uno de los grupos parlamentarios y comenzar a trabajar de cara a las elecciones europeas de junio de 2024. Unas elecciones que pueden cambiar la UE tal y como la conocemos.
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