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29 de abril de 2024

Emily Hand, una rehén israelí retenida por Hamás en Gaza durante 50 días, se reúne con su padre.

Emily Hand, una rehén israelí retenida por Hamás en Gaza durante 50 días, se reúne con su padre.Gobierno de Israel/EFE

Los rehenes israelíes revelan las duras condiciones del cautiverio de Hamás

Los familiares de los secuestrados han empezado a desvelar algunos detalles sobre los más de 50 días de secuestro de sus seres queridos

Israel y Hamás han acordado prorrogar la tregua dos días más, lo que supone la liberación de más rehenes en manos de la organización islamista, desde el pasado 7 de octubre, así como la excarcelación de nuevos presos palestinos. El alto el fuego, mediado por Qatar, Egipto y Estados Unidos, entró en vigor el pasado viernes, y en estos cuatro días de cese de hostilidades ya han sido liberados 69 rehenes y 150 prisioneros palestinos.
Aunque Hamás haya intentado vender una imagen amable a la comunidad internacional con la difusión de múltiples vídeos, donde se observa a los cautivos despedirse, con sonrisas en el rostro, de los milicianos de la organización fundamentalista que les entregan a la Cruz Roja Internacional, los testimonios de los liberados evidencian las duras condiciones a las que se han enfrentado durante más de 50 días.
Mujeres encerradas en jaulas, una dieta a base de arroz y pan y sillas para dormir son algunos de los detalles que los cautivos han hecho público de su cautiverio en la Franja de Gaza. A pesar de los esfuerzos del Gobierno y las autoridades israelíes para evitar que se filtren los detalles sobre la experiencia de los rehenes, las familias de los liberados han empezado a compartir las historias de sus seres queridos.
Merav Raviv, cuyos tres familiares fueron liberados por Hamás durante el primer día de la tregua, explicó que habían sido alimentados de forma irregular y que habían comido principalmente arroz y pan. Su prima y su tía, Keren y Ruthie Munder, volvieron mucho más delgadas, tras siete semanas de cautiverio, han perdido hasta siete kilos.
Para poder descansar, los rehenes no disponían de camas o colchones, por lo que tenían que dormir sentados en sillas, apiladas en filas «en una sala que parecía una recepción», detalló Raviv, según recoge el medio israelí The Times of Israel. Los testimonios de los rehenes son fundamentales para entender la crítica situación a la que aún se enfrentan 167 cautivos. En este sentido, Merav Mor Munder, primo de otro de los rehenes liberado el viernes, declaró que «hubo días en los que no había provisiones, así que sólo comían pan de pita. No los torturaron, pero hubo días en que apenas tenían comida, los últimos días sólo comieron muy poco arroz».
Una de las descripciones más detalladas fue la de Yocheved Lifshitz, de 85 años, liberada antes de la tregua pactada entre Hamás e Israel. Ya en el país hebreo, Lifshitz declaró que había estado retenida en túneles que se extendían bajo tierra en Gaza «como una tela de araña». En cuanto a sus captores, explicó que les aseguraron «que eran personas que creían en el Corán y que no nos harían daño».
Lifshitz, además, aseguró que los cautivos recibían un buen trato, así como atención médica, incluidos medicamentos. Según el testimonio de esta rehén, los guardias mantenían las instalaciones limpias, sin embargo tenían que esperar durante horas para poder ir al baño. En ocasiones se les permitía escuchar la radio. De esta forma, los cautivos descubrieron que algunos de sus seres queridos habían sido asesinados en la brutal masacre del 7 de octubre. Este fue el caso de Hannah Katzir, que se enteró de la muerte de su hijo mientras estaba retenida en Gaza.
Sin embargo, este testimonio contrasta con los horrores que ha descrito Eitan Yahalomi, de 12 años, liberado el lunes. «Unos civiles lo golpearon cuando llegó a Gaza» pese a que «es un niño de 12 años», reveló su tía Deborah Cohen a la cadena francesa BFMTV. «Hamás lo obligó a mirar» los crímenes que sus combatientes cometieron y grabaron durante el 7 de octubre en suelo israelí, aseguró. El adolescente confesó a su tía que «cada vez que un niño lloraba, lo amenazaban con un arma para que se callara».
A pesar de todos estos angustiosos testimonios, la mayoría de los rehenes han vuelto a Israel en buenas condiciones, lo que supone un alivio para cientos de familias que todavía esperan que sus seres queridos sean liberados. De los 58 rehenes israelíes entregados a las autoridades hebreas, dos de ellos han necesitado cuidados médicos intensivos. Una de las rehenes liberadas el domingo, Elma Abraham, de 84 años, fue trasladada de urgencia al hospital. El director del sanatorio explicó que padecía una enfermedad preexistente que no había sido tratada adecuadamente durante su cautiverio. Otra joven rehén, Maya Regev, de 21 años, que fue alcanzada por varios disparos en el festival de música Tribe of Nova, ha tenido que ser intervenida en varias ocasiones de la pierna.
Hamás, como parte de su propaganda, ha hecho pública una carta que atribuyen a una rehén israelí, Danielle Aloni, secuestrada junto con su hija Emilia, de cinco años, donde agradece al grupo islamista su «extraordinaria humanidad» brindada a su hija, quien «se sentía como una reina». Sin embargo, y según informes de varios medios israelíes, los rehenes fueron obligados a escribir este tipo de mensajes durante su cautiverio.
Pero, sin lugar a duda, de toda la información que se ha filtrado y conocido gracias a los rehenes es que el líder de Hamás en Gaza, Yahya Sinwar, el cerebro del atentado terrorista del 7 de octubre y el hombre más buscado en Israel, visitó a los cautivos. Según el testimonio de una mujer israelí allí presente, Sinwar apareció en el túnel donde ella y otros rehenes estaban secuestrados. El líder islamista comprobó cómo se encontraban y les aseveró, en un hebreo fluido, que no les harían daño. Sinwar es uno de los principales objetivos de la ofensiva militar israelí en Gaza, que busca acabar, de una vez por todas, con la organización islamista en el enclave.
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