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05 de mayo de 2024

José María Ballester Esquivias
José María Ballester Esquivias

Las monarquías europeas se hacen más administrativas y menos místicas

La tendencia a la abdicación se consolida a lo largo y ancho de Europa

Actualizada 12:12

La reina Margarita II de Dinamarca ha puesto fin a su largo reinado

La reina Margarita II de Dinamarca ha puesto fin a su largo reinadoEmil Nicolai Helms / Ritzau Scanpix / AFP

«Es realmente un punto de inflexión en la Historia danesa. En Dinamarca existe una larga tradición de que los monarcas permanezcan en el cargo hasta su muerte. La última vez que no fue así fue en el año 1523», explica a El Debate el historiador y politólogo danés Lars Hovbakke Sorensen al ser preguntado por la inesperada abdicación de la Reina Margarita II.
Sin embargo, añade a continuación que la decisión de la Soberana de 83 años «también forma parte del proceso de modernización de la monarquía que la reina ha seguido durante muchos años. Probablemente piense que, en una época en la que el promedio de vida de los europeos occidentales aumenta cada vez más, es importante romper la tradición de ‘no abdicar’. «De lo contrario», concluye Hovbakke Sorensen, «tendremos príncipes y princesas herederos muy viejos, antes de que se conviertan en reyes y reinas, en todas las monarquías europeas».
El paso dado por Margarita II, que se marcha después de 52 años en el trono más antiguo de Europa, se inscribe en la tendencia iniciada por Beatriz de los Países Bajos y Alberto II de Bélgica en 2013, Juan Carlos I de España al año siguiente, y hasta por el Emperador de Japón Akihito en 2019. Pero no por Isabel II del Reino Unido y, por lo menos hasta la fecha, por Carlos XVI Gustavo de Suecia –primo hermano de Margarita II, que empezó a reinar un año después de ella– y Harald V de Noruega.
Hay otros casos, como el de Liechtenstein, en el que el Príncipe mantiene la titularidad formal de la Corona, si bien deja el despacho de asuntos de Estado y las tareas de representación en manos de su hijo mayor. Una regencia voluntaria, si se quiere.
Varias son las razones que han consolidado la tendencia a la abdicación. En primer lugar, la práctica de cada país: en los Países Bajos, y también en Luxemburgo, la renuncia a la Corona para dejar paso a la siguiente generación es un hecho comúnmente aceptado. En segundo lugar, una de las principales razones de ser de las monarquías en la era contemporánea es su visibilidad pública por parte de la ciudadanía y su presencia masiva tanto en los diferentes puntos de los territorios sobre los que reinan como fuera.
Unas premisas, que exigen un importante esfuerzo físico que la biología termina por no permitir: sin ir más lejos, cuando hace dos meses, Margarita II recibió a los Reyes de España, Felipe VI y Letizia, en Visita de Estado, sus dificultades para caminar eran evidentes, fruto de varias intervenciones quirúrgicas, una de ellas, muy delicada en la espalda. A nadie le gusta, en una época de mediatización a ultranza, que le vean con las capacidades limitadas.
Hay un antecedente en la época contemporánea: en 1955, Haakon VII de Noruega (1872-1957), tío abuelo de Margarita II, desapareció de la vida pública sin abdicar a raíz de un accidente acaecido en su bañera. Fueron dos años -hasta su muerte- en los que siguió desempeñando sus funciones constitucionales sin salir del Palacio Real. Impensable hoy en día.
Sin percances, Gustavo VI Adolfo de Suecia (1882-1973), abuelo materno de Margarita II -con el que compartía excavaciones arqueológicas- se fue retirando paulatinamente de sus compromisos públicos hasta su fallecimiento a la provecta edad de 90 años. Mas en ninguno de esos casos había, como ocurre en la actualidad, unos medios de comunicación exigentes que someten a las personas reales a un escrutinio constante.
Con todo, hay especialistas en la materia que discuten la oportunidad de la tendencia a la abdicación. Preguntado por este diario, Miguel Ángel Aguilar Rancel, autor de «Juan Carlos Rex, monarquía prosaica», un ensayo sobre el ceremonial en tiempos del anterior Rey de España, opina que la generalización de las abdicaciones «son un peligro para la institución porque los soberanos dan la impresión de ser funcionarios públicos que se retiran cuando ya están cansados, o cuando quieren dedicarse a la vida privada: semejantes decisiones le quitan mística a la Monarquía porque un soberano lo es para toda la vida».

Persisten las tensiones entre hermanos

Algunos han pensado que con la abdicación de Margarita II, su hijo menor, el Príncipe Joaquín, podría retomar su agenda de compromisos oficiales. Una opción que descarta Jakob Steen Olsen, cronista real del Berlingske, el principal diario de Dinamarca: «sería bastante improbable. Ha quedado bastante claro que la relación de trabajo de la familia real en el futuro se centrará en la línea directa [Federico X, Mary y sus hijos] en suelo danés. Definir una nueva interpretación del servicio real con el hijo menor de la Reina destinado en el extranjero es una de ellas [Joaquín es agregado militar danés en Washington]. Despojar a sus hijos de sus títulos reales es otra».
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