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01 de mayo de 2024

Manifestación propalestina en Londres durante el Día del Armisticio

Manifestación propalestina en Londres durante el Día del ArmisticioAFP

Muertos de primera y de segunda: la guerra de Gaza deja al descubierto el cinismo de la izquierda occidental

Gobiernos, organizaciones humanitarias y grupos de izquierda aceptan sin rechistar las cifras de muertos proporcionadas por la organización terrorista Hamás

Gobiernos, medios de comunicación, agencias de noticias y, por supuesto, organizaciones internacionales y humanitarias, la ONU y su Agencia para los Refugiados Palestinos, los primeros.
La cifra de 31.726 muertos por los bombardeos israelíes en Gaza desde el 7 de octubre de 2023 ha sido aceptada por unanimidad.
Sin embargo, hay un detalle que, pese a ser obvio, nadie parece querer tener en cuenta: la cifra la proporciona el grupo terrorista Hamás, sin ofrecer documentación alguna y sin discriminar en esa cifra entre quiénes son civiles y quiénes combatientes del grupo terrorista.
Lo cierto es que, en Occidente, y los partidos y grupos de izquierda los que con más entusiasmo, se ha aceptado el dato –siempre acompañado por la coletilla «proporcionado por el ministerio de Salud de Gaza» que, obviamente, controla Hamás– se ha aceptado sin rechistar los datos.
Es decir, se ha aceptado los datos de una organización que el 7 de octubre de 2023 asaltó ciudades y asentamientos israelíes del sur de Israel y asesinaron a 1.200 personas, la mayoría de ellos civiles de los kibutz y jóvenes que asistían a un festival de la paz.
Los integrantes de ese grupo terrorista, cuya información todo el mundo da por buena, asesinaron, torturaron a civiles inocentes, incluidos niños. Violaron a las mujeres de forma sistemática como un arma de guerra y secuestraron a 240 personas, 130 de ellas permanecen aún en su poder en algún punto de Gaza.
La causa palestina ha sido la excusa para la organización de multitudinarias manifestaciones capitalizadas por la izquierda en varias ciudades de Europa y Estados Unidos. Manifestaciones que en muchos casaos han terminado con altercados violentos.
Se ha visto acoso en las universidades estadounidenses y europeas por parte de grupos propalestinos. La guerra de Gaza se ha utilizado como excusa para alimentar el renacimiento de un antisemitismo que retrotrae a las peores décadas de la historia europea del siglo XX.
Incluso se ha llegado a negar que la masacre de Hamás del 7 de octubre hubiera tenido lugar.
Ante esta crítica, planteada en varios ámbitos, la Organización Mundial de la Salud, que da por buenos los datos de Hamás, ha salido al paso y ha asegurado que el ministerio de Salud de Gaza, es decir, la organización terrorista Hamás, tiene «una buena capacidad de recopilación de datos», y aseguró que, en ocasiones anteriores sus informes han sido «creíbles y bien elaborados».
En cualquier caso, la credibilidad de Hamás, por sus antecedentes y por la naturaleza de su organización, es nula. No es un organismo estatal legítimo. Es una organización terrorista que ejerce funciones pseudoestatales en un territorio donde ha impuesto una férrea dictadura teocrática.
De hecho, sorprende la vehemencia con la que el mundo se ha posicionado con Hamás y la relativa neutralidad cuando no indiferencia ante los conflictos citados.
Por poner en contexto, entre 2011 y 2022 murieron en la guerra civil siria 306.887 civiles, de los cuales más de 30.000 murieron en la batalla de Alepo bajo las bombas rusas durante el asedio al que las fuerzas del Kremlin aliadas del dictador sirio Bacher al Asad sometió durante cuatro años a la ciudad.
En Ucrania, desde el inicio de la invasión rusa el 24 de febrero de 2022 los bombardeos y ataques rusos han dejado un reguero de 30.000 civiles muertos o heridos.
Tanto en el caso sirio como ucraniano son cifras recogidas por la ONU, del mismo modo que la ONU ha asumido como propias las cifras de Hamás. Ni en un caso ni el otro se ha despertado el movimiento internacional de solidaridad popular que ha despertado la guerra en Gaza desatada por la masacre de los terroristas de Hamás.
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