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27 de abril de 2024

Mira Milosevich en la redacción de El Debate

Mira Milosevich, en la redacción de El DebatePaula Argüelles

Mira Milosevich: «Rusia no va a parar hasta que no se la pare»

Autora de 'El imperio zombi. Rusia y el orden mundial', la investigadora del Real Instituto Elcano explica en una entrevista a El Debate las claves que han llevado a la deriva imperialista de Vladimir Putin y la guerra en Ucrania

Para Europa, y el mundo Occidental democrático, Rusia es como el «eterno retorno» en forma de amenaza que, periódicamente, siempre regresa para proyectar su sombra sobre las potencias europeas.
La investigadora del Real Instituto Elcano Mira Milosevich desgrana en su último libro El imperio zombi. Rusia y el orden mundial (Galaxia Gutenberg) la conducta de Rusia hacia el occidente europeo, sus relaciones con China e Irán y su naturaleza de postimperio, de Estado-nación fallido, de potencia revisionista que trata de disputar a EE.UU. la hegemonía mundial.
Milosevich aclara en una conversación con El Debate algunos de los conceptos que explican la deriva rusa de los últimos años que han llevado a la guerra de Ucrania.
–¿El atentado del viernes en Moscú muestra hasta qué punto Rusia es un gigante con pies de barro?
–Rusia ya había tenido antes experiencias de atentados terroristas. El último había sido en el Teatro Dubrovka (en Moscú), muy similar a este último, y anteriormente en una escuela (en Beslan, Osetia del Norte).
La gran diferencia entre este atentado y los anteriores es que los otros los habían ejecutado chechenos y este último lo ha reivindicado el Estado Islámico.

Rusia es un Estado que se basa en la apatía política de sus ciudadanos y en el temor al Kremlin

Los atentados terroristas han ocurrido en todos los países del mundo, y muchos de ellos en países europeos. Yo no diría que Rusia sea un gigante con pies de barro por este atentado. También ha ocurrido en Bataclán (París) y no decimos que Francia sea un gigante con pies de barro.
Cubierta del libro 'El imperio zombi'

Cubierta del libro 'El imperio zombi'Galaxia Gutenberg

Pero sí se podría decir que Rusia es un gigante con pies de barro por otras razones: porque es un Estado que se basa en la apatía política de sus ciudadanos y en el temor al Kremlin, que el régimen se ocupa de inculcar en la población.
Volviendo al atentado, creo que es importante preguntarse por qué el Estado islámico atenta ahora contra Rusia. Primero, porque puede.
Y segundo, porque Rusia es un actor muy activo que lucha contra el islamismo radical en África, por medio del Grupo Wagner, y en la guerra de Siria, done lucha junto con el régimen de Bacher al Asad contra el Estado Islámico. Por lo tanto, el Estado Islámico tiene sus razones para atacar a Rusia.
–¿Estamos en la antesala de una desestabilización general de Rusia?
–No estoy de acuerdo en que Rusia esté cerca de una desestabilización. Atentados terroristas han ocurrido en muchos países. El Estado Islámico atenta donde puede y porque puede. Donde ve vulnerabilidad, que puede actuar.
No creo que la guerra de Ucrania esté desestabilizando a Rusia, al contrario. Los rusos se han adaptado a la guerra.
Rusia presenta esta guerra como una guerra contra Occidente, no contra Ucrania. Rusia está en este momento ganando la guerra a nivel táctico. No ha cumplido sus objetivos políticos, que son convertir a Ucrania en un Estado fallido y alejarla de Occidente. Pero a nivel estratégico y a nivel táctico, Rusia en este momento está ganando.
–Su libro se titula El imperio zombi, en referencia a Rusia. ¿Puede explicar el concepto?
–Si miramos el diccionario de la RAE, un zombi es un cadáver que quiere volver a la vida a través de la brujería o de la magia. He cogido este concepto para describir a Rusia porque a lo largo de su historia siempre ha mostrado la constante de la imperialización. Esto queda consagrado con Catalina la Grande que dijo que «la única manera de defender mis fronteras es expandiéndolas».
Por lo tanto, en el concepto de seguridad nacional de Rusia desde su creación, desde el Principado de Moscovia, está el concepto de expandir el territorio para protegerse.

Rusia intenta volver a ser un imperio, aunque el Kremlin es consciente de que no tiene dinero ni capacidad de recrear, por ejemplo, la URSS

Eso tiene su raíz en la misma palabra. En ruso no existe la palabra «seguridad», sino que emplean la palabra «bezopasnost», que literalmente significa «sin peligro». Rusia siempre ha tratado de crear zonas militarmente neutrales, «buffer zones», para protegerse.
Volviendo al concepto de «zombi», la obsesión de Rusia por su seguridad siempre ha consistido en alejar al enemigo potencial, crear una zona neutral entre el enemigo potencial y Rusia. Durante la Guerra Fría esta zona la constituyeron los países del Pacto de Varsovia.
Hoy Rusia está luchando en Ucrania para tener esta «buffer zone». Ya ha anexionado ciertos territorios. Rusia quiere controlar territorios para protegerse. Esto ya se vio cuando, después del imperio zarista, Rusia construyó rápidamente el imperio comunista.
Hubo un proceso de reimperialización, aunque bajo diferente ideología, porque Lenin estaba en contra del imperio zarista, pero no del imperio como tal.
En 1991 se desintegró la URSS, Rusia reconoció las fronteras internacionalmente reconocidas de otros 14 estados, pero a partir de la llegada al poder de Vladimir Putin, Rusia entró rápidamente en un proceso de reimperialización que se visibilizó con la intervención rusa en la guerra de Georgia en 2008.
El concepto de «compatriotas», que es el instrumento de reimperialización, aparece ya durante el gobierno de Boris Yeltsin y Putin es el que lo pone en práctica.
Rusia intenta volver a ser un imperio, aunque el Kremlin es consciente de que no tiene dinero ni capacidad de recrear, por ejemplo, la URSS. Donde se ve la ambición imperial de Rusia es al tratar de mantener las zonas buffer, las zonas de influencia rusas como parte de su concepto de seguridad nacional.
–Los problemas para establecer una identidad rusa se encuentran en el origen de la actual guerra en Ucrania. ¿Qué es Rusia hoy?
–Rusia es un postimperio euroasiático que ha fracasado al convertirse en un estado-nación normal. Este fracaso se hizo visible cuando Boris Yeltsin nombró a Vladimir Putin como sucesor. Eso fue un tácito reconocimiento del fracaso de Rusia en su transición a la democracia, a la transición de un postimperio al estado-nación, a la transición de un mercado centralizado comunista al mercado libre capitalista.
Rusia también ha fracasado a la hora de convertir un sistema político totalitario en un sistema pluripartidista de verdad. Lo que tenemos en Rusia es una imitación de democracia.
La democracia no se ha desarrollado porque las instituciones en la sombra tienen una gran influencia. Instituciones en la sombra como los servicios de inteligencia, la guardia nacional, el círculo pequeño de amigos alrededor de Putin.
–¿Necesita la Rusia de Putin un permanente enemigo occidental para dar sentido a su régimen autocrático?
–Lo necesita desde la guerra de Crimea de 1853, que es donde está la raíz del antioccidentalismo político ruso, cuando Francia y Reino Unido apoyaron al Imperio Otomano en la guerra de Crimea contra Rusia. Para los rusos era absolutamente incomprensible cómo dos potencias cristianas apoyaron a un imperio musulmán en contra de otro cristiano.
–Putin acaba de resultar reelegido presidente en unas elecciones de dudosa legitimidad. ¿Hacia dónde va su régimen?
–Desde 2011, tras las manifestaciones por el supuesto fraude electoral, el régimen de Vladimir Putin ha ido perfeccionando la eliminación, a través de leyes, multas y castigos, cualquier atisbo de sociedad civil o de oposición política.
En este caso, todos sabíamos que iba a ganar y, por mucho que nos parezca un ritual vacío, para el Kremlin y para la gente que apoya a Vladimir Putin tiene muchísimo sentido, porque es una especie de referéndum sobre la guerra en Ucrania. Ha ganado, supuestamente, con más del 87 % de los votos.

La guerra en Ucrania ha producido una ruptura entre Rusia y occidente mucho mayor que la que provocó la revolución rusa

¿Hacia dónde va el régimen? La guerra en Ucrania es una de las cuestiones más urgentes. Rusia se está preparando para una guerra larga. Después del primer fracaso, cuando pensaban que en tres semanas iban a conquistar Ucrania, Rusia se ha ido adaptando muy bien a la guerra, y ha empezado a ganarla en términos tácticos.
Por lo tanto, creo que este quinto mandato presidencial va a estar marcado por el supuesto apoyo de los rusos a la guerra y por un aumento del control del régimen sobre cualquier atisbo de oposición a Vladimir Putin y a la guerra.
La guerra en Ucrania ha producido una ruptura entre Rusia y occidente mucho mayor que la que provocó la revolución rusa, porque la revolución rusa fue en 1917 y en 1922 Reino Unido ya había reconocido a la URSS. Esta ruptura yo creo que es mucho más amplia. Rusia tiene que apañarse, tiene que seguir ofreciendo a su población un relativo bienestar económico. Por ahora, pese a las sanciones económicas, le está funcionando, porque los rusos todavía dicen que viven muchísimo mejor que en 1998 cuando el Estado entró en bancarrota.
El detonante de la revolución rusa fue la inflación y la movilización general por la Primera Guerra Mundial. Estos dos elementos son lo que el régimen tiene que evitar, y el nuevo mandato de Putin estará enfocado en ello, en evitar una posible revolución que le derroque como gobernante.
–Si Rusia gana la guerra, ¿continuará su expansión hacia otros países? ¿Dónde está el límite territorial de la Rusia de Putin?
–Por un lado, tenemos la pauta histórica del expansionismo ruso. Desde Catalina la Grande, forma parte del concepto de seguridad nacional. En los últimos tres o cuatro siglos Rusia se comporta de esta manera y lo más probable es que se siga comportando de esta manera. En este sentido, Rusia no va a parar hasta que no se la pare.
Pero, por otro lado, Rusia no es capaz de conquistar a Ucrania. Si Rusia no es capaz de vencer a un Ejército como el ucraniano, ¿cómo podemos imaginar que sea capaz de conquistar un país de la OTAN?
En este momento Rusia representa una amenaza, pero no tiene capacidad de atacar a un país de la OTAN.
–Hace tan solo unas semanas moría Alexei Navalni en prisión en circunstancias oscuras. ¿Existe relevo a lo que él simbolizaba? ¿Hay disidencia real y eficaz en Rusia?
–No hay disidencia real y eficaz en Rusia, pero hablando de Alexei Navalni él es muchísimo más popular en Occidente que en la propia Rusia. Es muy conocido en Moscú, donde consiguió el 13 % de los votos en unas elecciones a la alcaldía, es conocido en San Petersburgo y en otras grandes ciudades, y es conocido en internet, por sus programas en YouTube sobre corrupción.
Hablamos de población urbana y de población joven que usa internet, que se informa a través de internet. Pero el resto de la población que usa medios de comunicación estatales para informarse, más del 60 %, y en Siberia, más del 90 %, en los pueblos y en este enorme espacio ruso donde no llega ni el 4G ni la fibra óptica, no se sabe quién es Navalni.

Cuando Navalni fue envenenado, alrededor del 53 % de la población dijo que no sabía quién era

De hecho, cuando fue envenenado, alrededor del 53 % de la población dijo que no sabía quién era Navalni. Les preguntaban: ‘¿Cree usted que Navalni ha sido envenenado por el régimen, o que fue envenenado por los servicios secretos occidentales como defiende el Kremlin?’, y la gente decía: ‘Pero ¿quién es Alexei Navalni?’.
En Rusia no ha existido nunca una oposición política fuerte por el sistema político y por la ley de partidos. Desde 2001, el Kremlin se ocupa de ahogar cualquier oposición política. Las leyes en Rusia impiden la consolidación de cualquier oposición política.
–El régimen de Putin está muy centrado en su persona. ¿Habrá transición después de Putin o habrá un relevo que perpetúe el sistema autocrático?
–Después de Putin habrá putinismo sin Putin, si no ocurre una revolución violenta que le derroque del poder, que dudo mucho que se produzca, aunque, bueno, en Rusia hemos visto que no ocurre nada durante 200 años y luego ocurren muchas cosas en 20 días.

Por su historia en los servicios de inteligencia, las guerras, Putin es percibido por los rusos como el salvador de Rusia

En segundo lugar, Putin es insustituible en el sentido de que no hay una figura como él. Se ha rodeado de figuras mucho más mediocres para que se pueda lucir. Si la salud le acompaña, estará hasta 2036, sino ocurre algo extraordinario. Creo que la persona que le suceda será de un perfil tecnócrata, más que de un carisma político.
Yo creo que le sucederá una figura más tecnócrata e intentará mantener el putinismo como sistema político, es decir, un sistema híbrido que cumple criterios de democracia formal, pero que no llega a desarrollar la democracia sustancial, porque continuamente, las instituciones en sombra controlan el sistema político.
–¿Es Rusia un país incompatible con la democracia?
–No creo que los rusos tengan en el ADN un gen que diga que no pueden ser demócratas. Pero sí creo en el poder de la historia, de la tradición.
Desde la creación de Rusia se ha creído, otra vez volvemos a Catalina la Grande, en el argumento de Montesquieu, que dijo que el gran tamaño de un país hace que solo se pueda gobernar a través de un poder centralizado y autócrata. Ese ha sido siempre el argumento de todos los autócratas rusos.
Rusia siempre ha sido gobernada por un poder vertical y centralizado y todos sus gobernantes han creído que es el mejor modelo para un país de este tamaño, que sigue siendo el país más grande del mundo, a pesar de perder las repúblicas de la URSS.
A largo plazo la democracia es posible en Rusia. Pero creo que no será suficiente con cambiar el régimen en Rusia para que todo se arregle, la guerra en Ucrania, la democratización del país… Eso no es posible.
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