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Aquilino Cayuela
AnálisisAquilino Cayuela

Xi Jinping, en los márgenes de Europa

China es el mayor inversor en Serbia en los últimos cinco años, la visita de Xi ha sido un éxito, un baño de masas y un crecimiento exponencial en contratos y relaciones económicas

Actualizada 04:30

El presidente chino Xi Jinping, acompañado por el presidente serbio Aleksandar Vucic,

El presidente chino Xi Jinping, acompañado por el presidente serbio Aleksandar Vucic,AFP

La memoria y el gran relato de Xi Jinping es implacable. Hace 25 años las fuerzas aéreas de la OTAN bombardearon la embajada china del Belgrado. Se vieron afectadas más de veinte personas y murieron tres.

La Alianza Atlántica, tras un largo periodo de pasividad en la guerras de la antigua Yugoslavia se decidió a atacar el corazón de Serbia. Entre marzo y septiembre de 1999 se llevaron a cabo bombardeos selectivos en la operación, llamada, «Fuerza Aliada». Se pretendía así frenar al régimen de Slobodan Milosevic, en conflicto, en ese momento, con Kosovo.

Los bombardeos fueron lo que los liberales de Norteamérica y Europa, en su neolenguaje de religión imperial, denominan una «guerra humanitaria». Pero aquellas cinco bombas que cayeron en el recinto de la embajada China, Xi no las ha olvidado, por mucho que EE.UU. se disculpase en su día atribuyendo el impacto a un error de cálculo.

Por eso es muy significativo en el contexto geopolítico de hoy que Xi haya visitado en ese día, veinticinco años después, Belgrado y que en la prensa serbia haya afirmado: «La amistad entre China y Serbia ha sido forjada con la sangre de nuestros compatriotas, que permanecerán en la memoria compartida de nuestros dos pueblos». Porque aquel bombardeo provocó en China un resurgir de sentimiento nacionalista y rechazo de Occidente que con el paso del tiempo ha crecido y que, al presidente chino, le da simbólicamente toda la razón en su relato de una gran China milenaria y marxista como alternativa del decadente mundo occidental.

China es el mayor inversor en Serbia en los últimos cinco años, la visita de Xi ha sido un éxito, un baño de masas y un crecimiento exponencial en contratos y relaciones económicas y comerciales, hasta el punto que Xi ha dicho: «Serbia se convirtió desde hace ocho años en el primer socio estratégico de China en Europa central y oriental, y es el primer país europeo con el que construiremos una comunidad de futuro compartido».

La diplomacia china sabe muy bien que el afianzamiento de este puente comercial y económico con Serbia geopolíticamente les hace tener un pie firme dentro de Europa occidental. Geoestratégicamente el estrechamiento de relaciones políticas entre Xi y Aleksandar Vucic un gobernante muy cercano a la Rusia de Putin, le ha llevado a comunicar que piensan reforzar su comunicación estratégica en un futuro compartido entre ambas naciones.

Ambos tienen deudas pendientes con la OTAN y la elección de las fechas para este encuentro no es casual, Vucic calificó las conversaciones que acababa de sostener con el presidente Xi Jinping como profundas, amplias e inspiradoras. Él y el presidente Xi Jinping firmaron una declaración conjunta sobre la construcción de una comunidad de futuro compartido Serbia-China en la nueva era.

Aunque Xi no había logrado mucho en Francia (y era esperable) en Serbia si encuentra un fiel aliado para su desarrollo de la Nueva Ruta de la Seda, con la construcción del ferrocarril que une Belgrado con Budapest, a finales de año, bajo el plan de unirse con el puerto del Pireo, en Grecia, controlado por China, generando al sur, una entrada formidable para los productos chinos hacia Europa del Este y Europa Central.

Xi ha obtenido su triunfo en los márgenes de Europa. En Hungría, donde ha acabado su gira, el país ya ha recibido miles de millones en inversiones chinas y alberga la mayor base de Huawei fuera de China y se han ampliado sus relaciones.

Pero es en Belgrado donde Xi ha dado un mensaje al mundo, recordemos que en su momento la influencia rusa en los Balcanes fue «el cuchillo en el estómago» del imperio Otomano. En los últimos años la influencia rusa en los Balcanes es «el cuchillo en el estómago» de Europa occidental, pero la influencia China da a ese cuchillo un doble filo y unas dimensiones contundentes y peligrosas en un contexto geográfico que ha sido decisivo en la historia europea.

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