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MontecassinoHermann Tertsch

La senda de los mazazos


Los partidos populares europeos se han metido en una trampa tan evitable como letal al encadenarse a una izquierda que se hunde irremisiblemente

Actualizada 04:30

El Partido Popular Europeo está de los nervios por muchas razones. La primera es, por supuesto el pánico, de su componente alemán, la CDU/CSU, que va con un candidato ya fallido a unas elecciones que creía ganadas de calle y se acercan el 23 de febrero como una pesadilla. La CDU creía que podría controlar bien la situación surgida al caer el gobierno tripartido de socialistas, verdes y liberales, el peor gobierno de la historia de la RFA que ha agravado brutalmente las ya muy precaria situación de todos estos años de consenso socialdemócrata y verde bajo Angela Merkel, la canciller ha sido a la postre ya pocos aparte de ella lo discuten, una maldición para Alemania y para Europa.

En todo caso, Friedrich Merz ha demostrado ser tan débil ahora como lo fue cuando Merkel lo machacó como rival en la sucesión de Helmut Kohl. Si por los fracasos del gobierno tripartido del inepto socialdemócrata Olaf Scholz su partido gozaba de una cómoda ventaja y mayoría de casi veinte puntos sobre el segundo partido más votado, esa diferencia hoy con el segundo es de siete puntos.

Lo terrorífico para ellos es que ese segundo es la Alternativa para Alemania, el único partido que tiene un programa de cambio de política para Alemania. A Merz no le preocuparía que se le acercaran los socialistas o los verdes porque ya ha dicho que va a gobernar con uno de estos dos partidos cada vez más de izquierdas y ambos rotundamente fracasados. O con ambos, si no dan los números. La alianza con los socialistas y los verdes atraería la misma política que el gobierno que se acaba de hundir por causar la peor crisis económica, política, social y de seguridad que sufre Alemania desde 1949.

En todo caso Merz ha anunciado solemnemente que no pactará con Alice Weidel, la candidata de la Alternativa (AfD) que con su dirección colegiada ha hecho una excelente campaña, han ordenado y disciplinado al partido y no han permitido que les volvieran a montar alguna operación los servicios secretos o las mentiras de la prensa en campaña concertada por un panorama mediático aún más monolítico y sumiso a las órdenes de la política del consenso socialdemócrata que el español. Así las cosas, el mensaje de la AfD lo ha lanzado la propia CDU: Si quieres un cambio en Alemania tienes que votar a la Alternativa por Alemania. Porque todos los demás van a acabar gobernando juntos haciendo lo mismo que hasta ahora.

Si quieres un voto para que se acabe la invasión incentivada, que se abran espacios de libertad y desregulación para la gente y para las empresas, que se restablezca la libertad de opinión, que se expulsen del país a quienes viven de forma masiva parasitaria y son los protagonistas de la principal delincuencia y violencia, para que se reinstale el sentido común como está sucediendo en otros países y en especial en EE.UU., no tienes más remedio que votar a Alice Weidel. Y el mensaje suicida de la CDU está cuajando y ya está claro que aunque le gane por unos puntos y forme gobierno, cuando este fallezca de forma ignominiosa como el anterior, la AfD estará cerca de la mayoría absoluta.

De ahí el pánico en Europa que se plasma en todo tipo de disparates como ahora en una inaudita resolución sobre Venezuela en la que los populares se han quedado prácticamente solos con los cómplices de Maduro que son los socialistas españoles.

El Partido Popular en España es experto en caer en estas trampas que ahora atenazan a todos los partidos de su grupo y a la CDU en especial. Ya se dejó meter en una trampa por los socialistas y por sus propios miedos, complejos y fantasmas que le costó a Alberto Núñez Feijóo la jefatura del gobierno. Eso fue en ese malhadado julio en que los adivinadores y consejeros en sondeos y radios le convencieron de que podía destruir a Vox y quedarse con todos sus votos para un gobierno en solitario. La ambición rompió el saco y eso abrió la puerta al gobierno criminal que hoy tenemos bajo Pedro Sánchez.

Más allá de la tragedia nacional que supone tener un gobierno exclusivamente dedicado a su supervivencia en el poder para prolongar su impunidad con el encubrimiento delictivo de sus delitos anteriores, el PP fracasó en su pulso por destruir Vox. Eso ha tenido un alto precio porque supone el fracaso total de la en sí patética estrategia de Feijóo de querer destruir a la única fuerza conservadora de España desde posiciones cada vez más socialdemócratas y afines a la izquierda. El mazazo que para el PP es el auge imparable de todos los partidos que están a su derecha y que más pronto que tarde lo pondrán ante el dilema existencial de la división se ha redoblado con el mazazo de la victoria de Donald Trump al que han atacado, difamado y despreciado igual de los socialistas y comunistas.

Y otro mazazo simultáneo y terrible es la gran victoria en Austria del Partido de la Libertad (FPÖ) socio de Vox en PATRIOTAS. Después de un intento de toda la tropa del consenso de hacer entre tres partidos un gobierno contra el ganador de las elecciones que fue el FPÖ, han tenido que reconocer su fracaso y el jefe del Estado, el sectario verde Alexander Van der Bellen no ha tenido más remedio que cumplir esta vez con la constitución y encargar la formación de gobierno al líder el FPÖ, Herbert Kickl.

En pocas semanas tendremos previsiblemente en Austria un gobierno en el que FPÖ será líder y muy mayoritario y el Partido Popular será el socio menor que tendrá, por los resultados, pero ante todo por los sondeos posteriores poca posibilidad de frenar una política de cambio real. El FPÖ que ganó las elecciones con el 28 % ya está rozando el 40 %. El PP sigue cayendo. Este mazazo de Viena, como todos los demás, deberían recomendar a los miembros del Partido Popular Europeo reconsiderar su actitud ante sus catastróficos resultados. Como no sucede, hay que suponer que continuarán por esta senda de los mazazos que se imponen al haber encadenado su suerte a los partidos de la izquierda que se están yendo ya por el sumidero de la historia.

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