Elon Musk y nosotros
Musk ha demostrado como se derrochaban, malversaban y directamente robaban miles de millones dirigidos a chiringuitos ideológicos
En España hoy resulta casi tan difícil leer una noticia política sobre Estados Unidos que no esté cuajada de falsedades y manipulaciones como escuchar una verdad sobre la auténtica catadura de Pedro Sánchez en Televisión Española. Por ello lo más útil que puede hacerse cuando se lee información sobre la administración de Donald Trump y su política es adivinar entre líneas qué pudiera aproximarse a la verdad en ese puré de prejuicios, descalificaciones, suposiciones erigidas en realidades incuestionables, teorías maledicentes y conclusiones gratuitas.
Es ciertamente vergonzoso pero nadie crea que es mucho mejor por ejemplo la prensa alemana que desde el nefasto reinado de Angela Merkel tiene una unanimidad como nunca desde la primavera de 1945. Tampoco crean que son mucho menos tendenciosas esas fuentes europeas que en principio tienen el deber de esforzarse por serlo. Como todo el espectro interminable de los medios que alimentan la Comisión Europea y sus tentáculos para intentar convencer a los europeos que todo lo que ven con sus ojos que va rematadamente mal, en realidad va divinamente.
Y lograr hacerles ver que lo único que deben hacer los buenos europeos es seguir aplaudiendo al equipo triunfador de la gran alianza entre populares, socialistas, liberales, verdes y comunistas. Y pagar impuestos por supuesto, sin quejarse mientras aguantan el deterioro de sus condiciones de vida en el trabajo, la cuenta corriente, el colegio de sus hijos, la seguridad en las calles.
Pero volvamos a la capacidad de desfigurar la realidad hasta niveles cómicos de los medios españoles. Resulta que Elon Musk ha hecho ahora realidad su anuncio de hace tres meses de volver a dedicar más tiempo a sus empresas después de haber estado los cien días prometidos volcado totalmente en las ingentes y épicas tareas de la dirección del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE).
Con DOGE, Elon Musk y su equipo han hecho una labor que nadie habría creído posible antes que es analizar de forma urgente y exhaustiva los gastos de la administración federal de los EE.UU. y aplicar virtualmente la sierra mecánica real que Javier Milei, el presidente argentino, le regalo en enero.
Elon Musk ha recortado del gasto cientos de miles de millones de dólares que le ha ahorrado al contribuyente. Y además ha sacado a la superficie todo un mundo de abusos, fraudes, malversaciones y agujeros negros por los que se iban del presupuesto federal directamente fortunas, en muchos casos desde hace décadas y en algunos de hasta siglos.
Musk ha demostrado como se derrochaban, malversaban y directamente robaban miles de millones dirigidos a chiringuitos ideológicos, miles de organizaciones supuestamente no gubernamentales (ONG) que vivían del gobierno, asociaciones, empresas y particulares que han vivido incrustados como parásitos permanentes en las estructuras federales.
Musk ha sacado a la luz el criminal escándalo de USAID, el fondo para ayuda al desarrollo que dedicaba miles de millones que disfrazaba de ayuda humanitaria en organizaciones, medios y grupos de presión todos ellos globalistas, izquierdistas y woke que ejercían sus actividades de injerencia, presión y propaganda en todo el mundo.
Mucho ha llorado por supuesto toda la trama progresista porque les han quitado a la gallina de los huevos de oro. Que se haya cometido alguna injusticia es probable en esta masiva tala de urgencia de la selva de subvenciones. Ya se enmendarán. Pero ha demostrado para la historia que se puede hacer frente al monstruo de la corrupción institucionalizada de forma pacífica y simplemente por vía administrativa.
Elon Musk ha sido y es un héroe de nuestro tiempo por mucho que se le quiera difamar o ridiculizar. No solo hizo y hace los únicos coches eléctricos que tienen sentido junto a los minicoches chinos. No solo lanza cohetes que bajan y aparcan que es un primor. Él se gastó una fortuna en acabar con el monopolio izquierdista en las redes. Compró una plataforma digital Twitter que estaba en manos de una izquierda cada vez más totalitaria y que intervenía brutalmente contra todas las fuerzas conservadoras y en especial contra Donald Trump. Y fue Musk quien hizo posible que esta vez en mensaje de Trump triunfara contra el coro unánime y falsario de la casta globalista y mentirosa que orquestaba la función con el anciano senil y ausente.
Musk, que venía como todos los grandes magnates del Silicon Valley, de la progresía cómplice sin otros principios que la ambición, tuvo un desarrollo personal que le llevó a posiciones de defensa de valores conservadores y una hostilidad muy sana contra toda la peste woke. Y desde entonces ha sacrificado una inmensa cantidad de dinero propio en ayudar a EE.UU. y también al resto de Occidente a recuperar algo de libertad de expresión.
Él ya dijo que estaría en la administración para ayudar a Donald Trump el tiempo justo, porque lo que quiere es ir a Marte. Es sin duda la persona que más ha ayudado a Trump a llegar a la presidencia y para ello, lo sabía como empresario y visionario, era necesario hacer enemigos. Sabía que serían muchos y que esto también sería inmensamente costoso para los negocios propios y de sus accionistas. Lo asumió como ha asumido que la izquierda siempre violenta cuando pierde se lanzara a incendiar los concesionarios y fábricas de Tesla bajo el aplauso de algunos y la satisfacción apenas disimulada de la mayoría de los medios de la casta globalista.
Esta ingente labor de patriotismo en beneficio exclusivo del contribuyente norteamericano es un colosal acto benefactor que el sabía muy bien que le saldría muy caro. «This is an expensive job».
Mientras tanto, en los medios españoles se han montado una maravillosa película sobre la ruptura, sobre el hundimiento y sobre el fracaso de lo que, en realidad, ha sido un trabajo soberbio y perfecto. Un fenómeno político y cultural de primera magnitud en el que lo único que desentona es la criminal venganza de una izquierda desposeída de los canales para robar a los contribuyentes y financiar desde posiciones de absoluta ventaja su lucha por un régimen sin alternativa. Le desean todos la quiebra por ello. No creo que Musk tema la quiebra de sus empresas y si quebrara es joven para triunfar con otras. Pero ha entrado en la historia no por su dinero sino por el uso que ha hecho de él y su compromiso con un proyecto contra el robo y sobre todo la mentira.
Por tanto, aprovecho para expresar mi infinita gratitud a quien ha asumido que salvar la civilización bien vale caer mucho en la bolsa. Y desde luego él ha contribuido a que al menos en las redes se ha roto el monopolio de las versiones interesadas de la realidad que dicta la izquierda globalista y cada vez más abusadora y totalitaria de nuevo.
Especialmente lo valoramos muchos aquí en España, donde las grandes fortunas y los empresarios poderosos -con escasísimas y honrosísimas excepciones- siempre son sumisos al poder hasta la vergüenza y náusea y solo muestran patriotismo si hay negocio que hacer en el mismo. En los últimos 40 años, las únicas naciones que han tenido grandes donantes y mecenas en España son las que no existen. A la Nación Española los ricos solo le han dedicado desprecio.
Con la calderilla de unos cuantos se podría crear una alternativa mediática nacional poderosa para acabar con el cuasi monopolio -escribo desde una excepción- de un panorama mediático corrupto, mentiroso y despreciable en su sumisión a un gobierno ya abiertamente delincuente, ilegitimo, abusador y anticonstitucional que no tiene mayorías para presupuestos desde hace dos años, pero sigue teniendo dinero para comprar su supervivencia, su impunidad y su continuidad en el saqueo del erario. Por eso agreden tanto a Elon Musk. Porque su ejemplo podría ayudar mucho a acabar con la pesadilla en la que vive y se degrada sin cesar nuestra patria.