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Zapatero junto al canciller mexicano

Zapatero junto al canciller mexicanoEFE

Zapatero se deshace en elogios hacia Claudia Sheinbaum y Xi Jinping en una reunión con el canciller mexicano

El expresidente español elogió sin matices a China, asegurando que «en los últimos 30 años cambió el mundo», y apuntando a su modelo como ejemplo de transformación global

El expresidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero ha protagonizado una llamativa intervención en México que ha reabierto el debate sobre su papel en la política exterior informal del país. De visita en Ciudad de México, donde participó en actos académicos y se reunió con autoridades del Gobierno de Claudia Sheinbaum, Zapatero no escatimó en elogios hacia la mandataria mexicana —a quien destacó como ejemplo de legitimidad democrática— ni hacia China, al tiempo que evitó cualquier referencia crítica hacia los regímenes autoritarios o a las tensiones que atraviesa el orden internacional.

El encuentro con el canciller mexicano, Juan Ramón de la Fuente, sirvió como plataforma para que el expresidente —retirado de la política activa desde 2011, pero cada vez más presente en foros de la izquierda hispanoamericana— reforzara su discurso alineado con gobiernos del llamado sur global. La propia Secretaría de Relaciones Exteriores mexicana informó que ambos «intercambiaron opiniones sobre el contexto geopolítico mundial y los desafíos que enfrenta la comunidad internacional», en un tono marcadamente diplomático. Sin embargo, las declaraciones públicas de Zapatero fueron mucho más explícitas.

«No hay nadie en el mundo con esos índices de popularidad», dijo en referencia a Sheinbaum, cuya aprobación alcanza el 81 % según la última encuesta de El Financiero. «Hay gobernantes que generan gran confianza como es la presidenta de México», añadió, obviando las controversias internacionales que ha generado la mandataria en sus primeros meses de gobierno, como su insistencia en que España pida perdón por la conquista o su decisión de no invitar al rey Felipe VI a su investidura.

Zapatero también elogió sin matices a China, asegurando que «en los últimos 30 años cambió el mundo», y apuntando a su modelo como ejemplo de transformación global. Ni una mención al creciente autoritarismo del régimen de Xi Jinping, ni al deterioro de las libertades civiles, ni a su papel en las tensiones comerciales y militares con Estados Unidos.

No es la primera vez que Zapatero se sitúa lejos del consenso diplomático español o europeo. Cofundador del Grupo Puebla, foro de líderes de izquierda hispanoamericanos, ha respaldado abiertamente a figuras como Nicolás Maduro o Evo Morales, y ha mantenido posiciones más cercanas a La Habana o Caracas que a Bruselas o Washington. Su presencia en México se produce además en un momento sensible: en abril, el Congreso español aprobó enviar una delegación parlamentaria a China en el marco del 50º aniversario de relaciones diplomáticas, pese al veto del Parlamento Europeo a este tipo de misiones por el historial de derechos humanos de Pekín.

El contraste entre esa cautela institucional y el entusiasmo de Zapatero hacia China no ha pasado desapercibido, especialmente después del reciente viaje de Pedro Sánchez a Pekín, que generó malestar en la Casa Blanca.

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