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Los presidente Volodimir Zelenski y Vladimir Putin

Los presidente Volodimir Zelenski y Vladimir PutinPaula Andrade

Por qué Rusia es Occidente y está condenada a entenderse con los países europeos

Tras 3 años de conflicto y algunos más de tensiones diplomáticas, parece poco probable una reconciliación entre Rusia y los países europeos

El conflicto de Ucrania, relegado a un segundo plano desde que la Administración americana comenzase su ofensiva arancelaria, parece que no tardará en recobrar el protagonismo, ya que la guerra podría estar cerca de su fin. Desde el momento en que se firme un acuerdo definitivo habrá ver cuánto tiempo lleva el que se comiencen a retomar las relaciones, ya que tras 3 años de conflicto y algunos más de tensiones diplomáticas, parece poco probable una reconciliación entre Rusia y los países europeos.

Lejos quedan ya aquellos tiempos en los que Gorbachov hablaba de la «casa común europea», de una Europa, que como soñó De Gaulle, fuese desde el Atlántico hasta los Urales. Es decir, una Europa unida y soberana que no dependiese de EE.UU. Tras la caída de la URSS, muchos rusos (y muchos europeos) soñaron con esa Europa, ya que una vez rechazado el comunismo aspiraban a volver a la Rusia previa a la revolución, una Rusia con vocación europea y occidental. Pero estaba claro que al imperio americano eso no le interesaba.

Rusia es un país completamente occidental y por ello está condenado a entenderse con Europa

La continua expansión de la OTAN hacia el este, el bombardeo de Belgrado en 1999 o la retirada unilateral de EE.UU. del Tratado de Misiles Antibalísticos en 2002 complicaron mucho ese acercamiento. Lo curioso es que desde los medios europeos no son pocas las veces que se nos ha presentado este conflicto como un enfrentamiento entre Rusia y Occidente, o entre Rusia y Europa, dando a entender que Rusia es algo diferente a Occidente o a Europa. Pero lo que queremos dejar claro, sin entrar a valorar el actual conflicto, es que Rusia es un país completamente occidental y por ello está condenado a entenderse con Europa.

Occidente y Oriente

Para determinar si Rusia es o no es occidental, tendremos que entender primero qué es Occidente y qué es Oriente o qué es Europa y qué es Asia. Puede parecer raro que en una misma masa continental haya dos regiones territoriales, con dos nombres distintos y con unas fronteras bastante bien demarcadas, cuando lo normal hubiese sido que esa misma masa hubiese formado un solo continente. Tenemos que remontarnos al 480 a.C, para ver como un tal Leónidas con sus 300 espartanos impidieron esa unión, «Id a Esparta y contad, quienquiera que esto lea, que hicimos lo ordenado: morir en la pelea».

Aunque en las Termópilas los griegos fueron derrotados militarmente, consiguieron una gran victoria moral que sería clave para las posteriores victorias de Salamina y Platea. Y por ello si Europa existe hoy en día y es una realidad diferente a la asiática es gracias a que los griegos se negaron a sucumbir frente al yugo de los persas. A raíz de la Guerras Médicas, los griegos crearon una identidad europea propia. Ellos combatían por voluntad propia, para defender su forma de vida y sus valores, mientras que los persas, a su juicio, eran déspotas esclavistas.

Filosofía griega, ley romana y moral cristiana

Esa división entre griegos y persas fue heredada después por los romanos y los cartaginenses y más adelante pasaría a ser un conflicto entre Cristiandad e Islam. Por ello, hoy en día entendemos el concepto de Occidente como la unión de esos tres pilares: Grecia, Roma y Jerusalén. O más concretamente: Filosofía griega, ley romana y moral cristiana.

Pues bien, teniendo en cuenta esos tres pilares, veamos cómo de occidental es Rusia hoy en día. Empezando por la influencia griega, solo por cercanía geográfica, parece claro que Rusia ha recibido una influencia mucho mayor que en otros países más al oeste. Su alfabeto o arquitectura son claros ejemplos, además de la influencia de la filosofía clásica.

Si nos vamos al pilar cristiano, tenemos que remontarnos a la época del Rus de Kiev, cuando en el 988 acepta el cristianismo como religión oficial. Además, tras la invasión mongola del Rus de Kiev en 1237, de forma similar a lo que pasó en la península ibérica tras la invasión musulmana, los rusos forjarían su identidad occidental y cristiana en la lucha contra el invasor oriental mongol, consiguiendo la independencia definitiva del principado de Moscú en 1480, año que se suele establecer como nacimiento de la Rusia independiente.

Y respecto al pilar romano, fue el mismo príncipe que consiguió la independencia, Ivan III, quien consolidó la herencia romana a través de su matrimonio con la sobrina de Constantino XI, el último emperador de Bizancio. Rusia desde entonces se considera heredera legítima del imperio, convirtiendo así a Moscú en la tercera Roma, «dos Romas han caído, la tercera se mantiene, y no habrá una cuarta» y heredando numerosos símbolos y costumbres romanas.

Zar significa César y el águila bicéfala del escudo actual ruso es la misma que usaban los romanos

Zar significa César y el águila bicéfala del escudo actual ruso es la misma que usaban los romanos. Y aunque durante la época soviética se perdieron gran parte de esos símbolos, desde su caída se han vuelto a recuperar la mayoría. Además, es algo evidente que personajes como Dostoyevski, Tolstói o Chaikovski no se podrían haber dado en un país de cultura oriental. Por lo que demasiadas realidades apuntan a lo mismo, Rusia es Occidente.

Si se suele considerar a Rusia como un país diferente, se debe en gran parte a que ha conseguido conservar los territorios conquistados en su proceso de expansión hacia el este, al contrario que la mayoría de las potencias occidentales. También ha podido influir que la metrópoli rusa está pegada a sus colonias, al contrario que pasaba con Reino Unido u Holanda, cuyas metrópolis estaban a miles de kilómetros de sus colonias. Pero la realidad es que la patria rusa está y siempre ha estado al oeste de los Urales, el resto son áreas de colonización o áreas de ocupación.

A la Inglaterra del siglo XIX también se la solía considerar como una potencia asiática más que europea

De hecho, si nos fijamos en la expansión de Rusia hacia el este, podemos ver que fue prácticamente paralela a la expansión de Reino Unido, con la diferencia de que unos la hicieron por tierra y otros por mar. Y por ello a la Inglaterra del siglo XIX también se la solía considerar como una potencia asiática más que europea, pero ellos acabaron perdiendo esas colonias, mientras que Rusia las mantuvo.

También se suele excluir muchas veces a Rusia del club occidental por su forma de gobierno, más autoritaria que las democracias liberales europeas, pero Occidente no es un modelo de gobierno concreto. Muchas veces se identifica a Occidente con las democracias liberales, pero un país puede ser completamente occidental sin necesidad de ser una democracia. De hecho, Occidente surge cuando predominaban los gobiernos monárquicos en Europa, mientras que con la llegada de las democracias liberales ha sido cuando se ha acelerado su decadencia.

En conclusión, desde la revolución bolchevique nos han querido mostrar a Rusia como un país ajeno a Europa, que más tiene que ver con los bárbaros tártaros que con la civilización occidental, pero la historia de Rusia no empieza en 1917.

A EEUU nunca le ha interesado una Europa fuerte y unida

Esta visión ha sido fomentada en gran parte desde el otro lado del Atlántico, ya que a EE.UU nunca le ha interesado una Europa fuerte y unida. Pero eso no quita que, le guste a la gente o no, Rusia es parte indispensable de Occidente. Rusia ha sido y seguirá siendo esencial para mantener el equilibrio en Europa, como se comprobó con Napoleón o con Hitler, así como para actuar como rompeolas entre Oriente y Occidente, como también se comprobó con las invasiones mongolas del siglo XIII o actuando de freno contra el Imperio Otomano.

Por ello pensamos que a Rusia no le quedará más remedio que entenderse con Europa, al igual que a los países europeos no les quedará más remedio que entenderse con Rusia. Y quizás en algún momento volvamos a ver pasar el tren de esa Europa unida, desde el Atlántico hasta los Urales, una Europa soberana, que vuelva a jugar un papel relevante en el mundo.

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