Las claves de las elecciones de Polonia: el triunfo de un hijo del pueblo
Aunque a Nawrocki se le presentará como un «trumpista», en realidad tiene una gran cercanía con el vicepresidente estadounidense J.D. Vance
Karol Nawrocki, nuevo presidente de Polonia
Las elecciones presidenciales de Polonia fueron ganadas por Karol Nawrocki con un 50,8 % de los votos, quedando Rafał Trzaskowski con el 49,1%, una diferencia de menos de 370.000 votos. La victoria en realidad pertenece a Jarosław Kaczyński, el presidente del PiS, un verdadero zorro político, que consciente del rechazo a su persona, sabe elegir buenos candidatos. Él fue quien eligió como candidato independiente a Karol Nawrocki, director del Instituto de la Memoria Nacional, y como historiador, defensor de los valores tradicionales polacos.
Aunque se le presentará como un «trumpista», en realidad tiene una gran cercanía con el vicepresidente estadounidense J.D. Vance. Ambos pertenecen a la misma generación, hablan con sentido común, vienen de la sociedad común y su éxito e independencia les ha proporcionado el odio de las élites globalistas liberales. En pleno aniversario del milenario del reino de Polonia, y con unas elecciones, que en su primera vuelta coincidieron con el aniversario del cumpleaños de Juan Pablo II, la carga emocional fue muy fuerte. Estas elecciones además han sido muy divertidas con la aportación de la IA en pequeños relatos audiovisuales que llevaban a los candidatos a representar diferentes papeles de películas o documentales históricos. La elección final de El Zorro, como símbolo de la rebeldía contra el malo Tusk, ha proporcionado el voto juvenil a Nawrocki, e incluso los sacerdotes se pusieron sus sotanas, porque los «Batman» no iban a dejar de votar por su compañero de Marvel.
El perfil de Karol Nawrocki lo podemos ver en el artículo que publicó en El Debate, el 7 de octubre de 2021, por mi intercesión, Polonia: su segundo nombre es Historia, en el cual defiende el papel importante que Polonia tiene a favor de la libertad y en su fidelidad a su raíz cristiana. Por el contrario, Rafał Trzaskowski, se convirtió en el portavoz de los intereses woke y en la necesidad de borrar a San Juan Pablo II de la historia del país. Su voto ha sido mayoritario en las grandes ciudades, obteniendo el 67,8 %, mientras en el campo Karol Nawrocki ganó con el 63,4 %. El occidente apoyó al candidato liberal de Plataforma Cívica, del PPE, mientras el nuevo presidente lo hacía en el oriente polaco, rural y empobrecido, necesitado de ayudas sociales e infraestructuras.
Rafał Trzaskowski ganó entre los votantes con título universitario y educación superior, hijos de una élite cosmopolita, nietos de antiguos dirigentes comunistas que con la privatización se convirtieron en dueños de sus empresas y defienden un liberalismo europeísta y alejado de un catolicismo patriotero. Karol Nawrocki ganó entre los votantes con educación primaria, tiene un 73,4 %, claramente apoyado por los trabajadores industriales y esencialmente agricultores que ven su porvenir amenazado por las nuevas medidas de la Unión Europea.
Sin embargo, la defensa de la ideología de género ha favorecido que el 54,2 % de las mujeres votasen por Rafał Trzaskowsk, mientras que el 54,3 % de los hombres lo hiciesen por Karol Nawrocki, al visualizar su pasado de boxeador juvenil y amante del futbol, donde formó parte de peñas de contacto. En esta ocasión también la juventud se movilizó por Karol Nawrocki, que obtuvo el apoyo en los dos grupos de edad más jóvenes que podían votar, mientras que la generación madura, de 40 y 50 años, votaron por Rafał Trzaskowski. Los que vivieron los años del comunismo se dividieron mitad por mitad, entre solidarios y nostálgicos del comunismo.
Las elecciones han sido de las más divertidas por la imaginación demostrada para movilizar el voto, no obstante, la fractura de la sociedad polaca se ha hecho visible, y el odio demostrado contra la oposición por parte del primer ministro Donald Tusk, que ha provocado esta reacción, no debe convertirse en una venganza similar contra los otros. La sociedad quiere vivir en libertad y en paz, y tiene miedo a la polarización y al fin del estado de Derecho.